La despedida de Blair
Tony Blair ha anunciado su salida de Downing Street, y justo es reconocerle en esta hora de la despedida que ha sido, con mucho, el pol¨ªtico m¨¢s influyente del mundo en la ¨²ltima d¨¦cada. Desde el arrojo mostrado al adoptar la Tercera V¨ªa de Giddens, cuando el laborismo brit¨¢nico estaba muy escorado hacia la izquierda a causa del liberalismo thatcheriano y su corolario con John Major, hasta la capacidad de persuasi¨®n e influencia en los m¨¢s importantes l¨ªderes del mundo, comenzando por los ¨²ltimos presidentes estadounidenses.
No ser¨ªa justo que le record¨¢ramos ¨²nicamente por su gran error, apoyar pol¨ªtica y militarmente la guerra de Irak. Los logros en la econom¨ªa brit¨¢nica, la mejora de la posici¨®n internacional del Reino Unido, la renovaci¨®n de un estilo de pol¨ªtica anquilosado en el dogmatismo ideol¨®gico apoy¨¢ndose en una perspectiva pragm¨¢tica de las cosas, o la reciente constituci¨®n de la Asamblea de Stormont que ha significado la reconciliaci¨®n en Irlanda del Norte y que comenz¨® con los acuerdos de paz del Viernes Santo, entre otras acciones de especial calado, merecen que Blair sea considerado, independientemente de otros criterios, como un gran estadista.
La prueba es que pocos rechazan su herencia y su estilo ha calado de tal forma que, a un lado y a otro de las islas, pocos se resisten a imitarle, incluso en su propio pa¨ªs; el tory Cameron no deja de encarnar al ilusionante Blair de los comienzos del New Labour. Diez a?os son muchos a?os, incluso para pol¨ªticos como Tony Blair, pero, Irak aparte, podemos considerar este periodo como la d¨¦cada maravillosa de la pol¨ªtica brit¨¢nica.
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