Sebasti¨¢n, alcalde de El Cairo
Huyo de Madrid a Egipto por unos d¨ªas, como sol¨ªa hacer Terenci Moix, inducido por S¨¦neca, cuando se sent¨ªa perseguido por la avalancha informativa de unas elecciones. De hecho, a base de las sucesivas convocatorias de elecciones que lo obligaban a huir a Egipto, Terenci Moix se fue labrando una espl¨¦ndida cultura en Alto y Bajo Nilo. Han venido ya a Egipto 140.000 espa?oles en el primer cuatrimestre de 2007 para implorar a Isis y Osiris. Estos turistas imploran a estos dioses para poder llevar sin des¨¢nimo los discursos electorales de nuestros l¨ªderes: Miguel Sebasti¨¢n, Ruiz-Gallard¨®n, Esperanza Aguirre, Rafael Simancas e In¨¦s Saban¨¦s y ?ngel P¨¦rez, que juran que est¨¢n llevando a Izquierda Unida al estrellato.
De todas las promesas electorales, la que mayor inter¨¦s despierta para m¨ª es la emitida por Miguel Sebasti¨¢n, que nos ha anunciado la plantaci¨®n de m¨¢s de un mill¨®n de ¨¢rboles si gana las elecciones a la alcald¨ªa de Madrid. Despu¨¦s de Tokio, es Madrid la capital -si hablamos s¨®lo de grandes capitales- que cuenta con m¨¢s ¨¢rboles en su asfalto. Esta idea de plantar ¨¢rboles es, aparentemente, maravillosa para los ciudadanos: pero, en realidad, es, sobre todo, un chollo de incalculables rendimientos econ¨®micos para el Ayuntamiento. Incluso quienes somos profanos en bot¨¢nica sabemos que un arbolillo oxigena el aire y que un mill¨®n de ¨¢rboles pueden poner la atm¨®sfera a bailar chotis en una baldosa. Pero ya escribi¨® Virgilio aquello de "la serpiente se oculta en la hierba", que en el Ayuntamiento de la Villa, donde hay tanta afici¨®n al gregoriano, se canta en el original latino: latet anguis in herba.
Y ?d¨®nde reside para el ciudadano el peligro de los ¨¢rboles?: sin duda, en esas ramas que crecen a lo bestia rumbo al cielo y que, por ejemplo, tapan una se?al de tr¨¢fico que proh¨ªbe el aparcamiento. ?Se sabe cu¨¢ntas multas se han puesto durante el mandato municipal del alcalde Ruiz-Gallard¨®n porque un conductor aparc¨® su coche de buena fe en un lugar tapado por una prostibularia rama? Se echa en falta en la campa?a electoral un debate sobre las oxigenantes ramas de los ¨¢rboles que, por tapar una se?al, a no pocos ciudadanos les han levantado una pasta gansa. Sobre este tipo de denuncia no hay ninguna posibilidad de recurrir con ¨¦xito dado que el infractor, adem¨¢s de no ver la se?al, cometi¨® el error suplementario de, tal como obliga el C¨®digo de la Circulaci¨®n, no haber ido a buscar la siguiente se?al que marcaba los l¨ªmites de la prohibici¨®n y que le habr¨ªa anunciado que all¨ª no pod¨ªa aparcar el coche. Ese mill¨®n largo de ¨¢rboles que promete Sebasti¨¢n si gana puede ayudar mucho a pagar las deudas contra¨ªdas por el actual Ayuntamiento.
?De verdad que no podemos huir de las elecciones? Juro que esto es verdad. Estaba feliz visitando el Museo de Antig¨¹edades Egipcias de El Cairo, fascinado con los tesoros de Tutankam¨®n y olvidado de las batallas electorales, cuando el gu¨ªa que me estaba explicando aquellas maravillas me llev¨® ante la estatua de Ra Hoteb junto a su esposa Nefret, instalada en la sala 37 de la planta baja, y me hizo la siguiente pregunta: ?a qui¨¦n se parece Ra Hoteb? Mir¨¦ la estatua unos segundos y respond¨ª con total seguridad: se parece a Aznar. Y me contest¨®: s¨ª, se?or. Vuelvo a ver la reproducci¨®n de la estatua en el libro I tesori dell'Antico Egitto y no hay ni la menor duda: se parece mucho a Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar. Y, naturalmente, este descubrimiento me trajo al instante al museo la guerra electoral del imperio antiguo entre el PP del Alto Nilo y el PSOE del Bajo Nilo. Otro azar me trae esta noticia cuando ya daba por finalizado este art¨ªculo: el Gobierno de la Comunidad de Madrid quiere que el Templo de Debod, donado por Egipto a Espa?a, sea declarado Bien de Inter¨¦s Cultural.
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