Aquel aroma

Si cierro los ojos y me siento en un lugar tranquilo, vuelve con fuerza aquel olor. Es, igual que entonces, un aroma intenso a piedra h¨²meda. Entraba en el portal, dejaba la cartera junto al ascensor, y me sentaba en un pelda?o. A respirar Barcelona. Busco en ese olor y tambi¨¦n en el silencio provinciano, y a la vez cosmopolita, de aquella ciudad ordenada, de gente discreta y tolerante. No hab¨ªa turistas. Pero ten¨ªa que pasar: nuestros grises edificios han sido descubiertos. Y ahora, cuando los visitantes miran hacia arriba, observando balcones, invoco a los dioses de las viejas ciudades para que protejan las piedras. Para que esa anciana tras el cristal salga a colgar la ropa, y que ese piso no se convierta en tres miniapartamentos que sus nietos no podr¨¢n pagar.

Algunas ma?anas corro hasta mi bar de la esquina, rezando por que siga ah¨ª y no haya sido engullido por las franquicias. Luego cojo el metro y llego hasta La Rambla, so?ando que, cuando salga, esta ciudad habr¨¢ reducido el tr¨¢fico. Entonces, comprar¨¦ un ramo de mimosas y me sentar¨¦ en un banco junto al colmado de Ahmed. A respirar Barcelona.

Rosa Cullell es directora general del Liceo