El Madrid est¨¢ iluminado
El conjunto de Capello se encomienda a la ¨¦pica y remonta una desventaja de dos goles frente al Espanyol
El f¨²tbol es un estado de ¨¢nimo, como tantas cuestiones vitales. Hay equipos que se tienen tanta fe que nada se les pone por delante. En el Madrid, hist¨®ricamente, ha sido una cuesti¨®n gen¨¦tica, hasta el punto de que ni una sucesi¨®n de disparates de un entrenador de turno o un presidente novato han bastado para desnaturalizar al equipo. Frente al Espanyol, el Madrid fue el de toda la vida, el que a falta de juego apela a la ¨¦pica. Ten¨ªa la Liga perdida ante un rival que nada se jugaba, pero los madridistas han recobrado tanta autoestima que parecen iluminados. Le remontaron al Sevilla y repitieron ante su rival en la final de la Copa de la UEFA. Por las bravas, de forma ag¨®nica. Con un gol, a un cent¨ªmetro del precipicio, de Higua¨ªn. Este Madrid vuela, no tiene freno. Por algo los jugadores, sus t¨¦cnicos y sus aficionados festejaron la victoria como si se tratara de una Copa de Europa.
REAL MADRID 4 - ESPANYOL 3
Real Madrid: Casillas; Cicinho (Helguera, m. 46), Sergio Ramos, Cannavaro, Roberto Carlos; Diarra, Emerson; Higua¨ªn, Ra¨²l (Torres, m. 90), Guti (Reyes, m. 46); y Van Nistelrooy. No utilizados: Diego L¨®pez; Mej¨ªa, Pav¨®n y Michel Salgado.
Espanyol: Kameni; Velasco (Jarque, m. 75), Torrej¨®n, Lacruz, Chica; ?ngel, Costa; Rufete (Corominas, m. 67), J¨®natas, Moha; y Pandiani (Luis Garc¨ªa, m. 60). No utilizados: Iraizoz; Mois¨¦s, Juli¨¢n y Zabaleta.
Goles: 0-1. M. 14. Pandiani . 0-2. M. 26. Pandiani. 1-2. M. 30. Van Nistelrooy. 1-3. M. 34. Pandiani. 2-3. M. 48. Ra¨²l. 3-3. M. 57. Reyes. 4-3. M. 89. Higua¨ªn.
?rbitro: Undiano Mallenco. Amonest¨® a Moha, Chica, Kameni, Sergio Ramos, J¨®natas e Higua¨ªn.
70.000 espectadores en el Bernab¨¦u.
Henchido por la euforia desatada, a Capello le dio un sorprendente ataque de valent¨ªa. Supuso que enfrente se plantar¨ªa un equipo funcionarial, remendado con unos cuantos suplentes y al que nada le iba. A cuatro d¨ªas de su segunda final europea, cab¨ªa presagiar que para el Espanyol la Liga s¨®lo era un engorro. Pero se encontr¨® a un Madrid tan deshilachado que no tuvo m¨¢s remedio que darse un atrac¨®n. De ello se encarg¨®, en buena medida, Roberto Carlos, al que Capello concedi¨® el capricho de la titularidad, algo in¨¦dito desde el 20 de febrero. Con Cicinho por la derecha y su compatriota por la izquierda, el italiano quiso tocar la corneta como nunca, liquidar al Espanyol por derribo cuanto antes. Guti se enquist¨® a espaldas de los dos puntas y a Roberto Carlos le concedi¨® la orilla izquierda, como en los viejos tiempos, cuando el lateral era uno de los mejores delanteros. Ahora es otra cosa. A sus 34 a?os, el ex del Inter ya no tiene ida y vuelta. Sus rivales lo perciben, caso de Rufete, que se despreocup¨® de sus asaltos al ¨¢rea de Kameni y acert¨®. Le pill¨® dos veces fuera de foco y se lanz¨® a por Pandiani. Cierto que en la primera fuga de Roberto Carlos, quien perdi¨® la pelota fue Guti, pero la jugada retrat¨® el desorden madridista: los dos laterales estaban por delante de la pelota, error de parvulario.
Los dos latigazos de Pandiani destemplaron al Madrid, que, empujado por su hinchada y los mensajes ilusionistas de su presidente, arranc¨® con un grado de excitaci¨®n desconocido. La costumbre era conceder la iniciativa al adversario y fiarse de su pegada. Guiado por la euforia, frente al grupo de Valverde plante¨® un partido fren¨¦tico. Incluso los dos pivotes defensivos, Emerson y Diarra, se dieron al libertinaje y se pasaron el primer tiempo descolgados por delante de Guti. Que el Espanyol se rindiera era cuesti¨®n de tiempo. Hasta que Rufete se olvid¨® de Roberto Carlos, que maquill¨® sus desplantes defensivos con su contribuci¨®n ofensiva al gol de Van Nistelrooy, que ya suma 21, el 40% de los goles del Madrid. Cuando el incendio de Pandiani parec¨ªa sofocado, Cicinho estuvo blando frente a Moha y la jugada deriv¨® hacia el uruguayo, que emboc¨® de nuevo ante Casillas mientras los defensas de ¨¦ste reclamaban fuera de juego. Lo era, pero no de Pandiani, sino de Moha en el inicio del ataque. Un error arbitral, similar al del tercer tanto madridista, en el que Reyes se aprovech¨® del empuj¨®n de Hiagua¨ªn a Chica.
Antes de la igualada hab¨ªa recortado la ventaja Ra¨²l, desplazado al costado derecho en el segundo periodo. En el descanso, vista la inesperada tormenta, Capello hab¨ªa condenado a Guti. Es el destino del canterano, al que pocas veces se le perdona un error. As¨ª es la carrera de Guti: si acierta mil veces, se le entroniza un rato; si se equivoca una vez, se le castiga. Capello tambi¨¦n corrigi¨® a los laterales. Prescindi¨® de Cicinho -Helguera emergi¨® como central y Ramos se descolg¨® a la derecha- y fren¨® a Roberto Carlos, m¨¢s templado en el segundo acto. Era entonces cuando al Madrid no le quedaba otra que remar con todo su arsenal. Pero el equipo, angustiado por el marcador, se desfond¨® f¨ªsicamente. Chamart¨ªn se le hizo inmenso. En su af¨¢n por defender y engancharse al Bar?a, se agrietaron las l¨ªneas, se parti¨® por la mitad. Con Reyes anudando las piernas de Lacruz, el Madrid remat¨® como nunca, pero el Espanyol no se encogi¨® jam¨¢s y Luis Garc¨ªa, en un mano a mano con Casillas, pudo darle otra ventaja. Aguant¨® el meta local y, al borde del precipicio, irrumpi¨® Higua¨ªn, el goleador sospechoso. Reyes le cit¨® con el gol con un pase maravilloso y el argentino sell¨® su primer tanto en el Bernab¨¦u. A veces uno solo vale oro. De momento, al Madrid le permiti¨® acostarse como l¨ªder y acentuar su fe. Tras una remontada as¨ª, todo es posible.
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