Los desmanes del narcisista
Es una enfermedad psicol¨®gica individual y cultural cuyas v¨ªctimas, m¨¢s que los propios afectados, son las personas que se relacionan con ellos. Seg¨²n el mito, Narciso era un bell¨ªsimo y vanidoso joven de quien se enamor¨® la ninfa Eco, a la cual despreci¨®. El dolor por este gesto fue tal que a Eco se le rompi¨® el coraz¨®n y muri¨®. Por haberla tratado con tanta crueldad, N¨¦mesis, la diosa de la justa revancha, castig¨® a Narciso haciendo que se enamorase de su propia imagen. Un d¨ªa, al hallarse inclinado sobre las aguas de un lago, vio su imagen reflejada y se enamor¨® apasionadamente de su propio reflejo. Embelesado en la contemplaci¨®n de su propia imagen, al intentar acariciarla, cay¨® al agua y muri¨® ahogado, convirti¨¦ndose entonces en una flor, el narciso.
En lo individual, el narcisismo es un trastorno de la personalidad caracterizado por una dedicaci¨®n desmesurada a la imagen que la persona crea de s¨ª misma. Al narcisista le preocupa su apariencia y lo que de ella se deriva: ser el m¨¢s admirado, poderoso o deseado; ser el centro de atenci¨®n. Tiende a ser seductor y manipulador, con el objetivo de ocupar ese ansiado lugar donde ¨¦l se sabe protagonista. Se muestra soberbio, arrogante, vanidoso, engre¨ªdo, c¨ªnico y desde?oso. Su enorme ego le lleva a ser ego¨ªsta: compl¨¢ceme y adm¨ªrame es su lema. Act¨²a con frialdad y se centra en sus propios intereses. Ensimismado e incapaz de amar, vive preso en la jaula de sus sentimientos de grandiosidad, que le a¨ªslan de la relaci¨®n aut¨¦ntica, ¨ªntima y humana. Carece de la empat¨ªa necesaria para sentir con los dem¨¢s, para compartir el dolor y el sufrimiento de otros seres humanos.
Adem¨¢s, tal y como muestra el mito, el sujeto narcisista s¨®lo admite un reflejo positivo procedente del exterior. La opini¨®n discrepante, la cr¨ªtica o la llamada a que asuma su responsabilidad ante la crisis generada por su acci¨®n insensata no la acepta, y puede provocar represalias: desde la exclusi¨®n hasta la violencia f¨ªsica hacia aquel que lo confronta.
El narcisista se siente infalible y perfecto; ¨¦l jam¨¢s se equivoca. Si al narcisismo le a?adimos adem¨¢s una buena dosis de paranoia (lo cual es habitual), el delirio resultante puede dar lugar a la creaci¨®n de las m¨¢s aberrantes conspiraciones para inculpar a otros y ganar tiempo en la escapada de sus desmanes. Frente al discurso con el que se siente herido, el narcisista cierra filas, utiliza la mentira y el insulto en lugar del di¨¢logo, o, lo que es peor, promueve la cruzada contra aquel que cuestiona sus criterios.
En el narcisista, las fantas¨ªas de grandeza y ambici¨®n desmedida conviven con profundos (y a menudo inconscientes) sentimientos de inferioridad y, en consecuencia, de una excesiva dependencia de la admiraci¨®n y aclamaci¨®n externa. Y es que para el narciso el otro no existe como ser humano, sino que es un objeto que est¨¢ all¨ª para complacerle, amoldarse a sus deseos y, c¨®mo no, darle siempre un reflejo positivo.
La prepotencia y la arrogancia, s¨ªntomas de la personalidad narcisista, unidas a una apariencia de gran seguridad e invulnerabilidad, han generado a lo largo de la historia sujetos que en el ejercicio del poder han demolido su entorno discrepante desde la tiran¨ªa y el despotismo. Hitler, Stalin, Franco, Mussolini, Pinochet, Videla, Pol Pot, Mao Zedong, Karadzic, entre otros, algunos de los cuales est¨¢n pendientes a¨²n de ser juzgados por la historia. En sus delirios, ellos eran la verdad, los elegidos, poseedores de una supremac¨ªa moral o biol¨®gica que justific¨® guerras y atrocidades de todo tipo, y que fue amparada por otros sujetos que se dejaron contagiar gustosamente por la enfermedad y sus beneficios. Y es que, absorto en su idea de grandiosidad, el narcisista desconoce la compasi¨®n, la justicia, el bien com¨²n y la responsabilidad, aunque c¨ªnicamente y para su conveniencia haga de ellos su estandarte.
Tambi¨¦n se puede hablar de organizaciones o incluso de sociedades narcisistas. Un gobernante que desatiende las demandas de la pr¨¢ctica totalidad de su poblaci¨®n o que sacrifica su medio natural para obtener dinero son ejemplos del narcisista que carece de la sensibilidad suficiente para atender las necesidades humanas. Tal y como describ¨ªa el experto en esta enfermedad Alexander Lowen, "cuando la riqueza material est¨¢ por encima de la humana, la notoriedad despierta m¨¢s admiraci¨®n que la dignidad y el ¨¦xito es m¨¢s importante que el respeto a uno mismo, entonces la propia cultura est¨¢ sobrevalorando la imagen y hay que considerarla como narcisista".
En definitiva, el narcisismo es una enfermedad psicol¨®gica de la que podemos ser v¨ªctimas indirectas y muy sufridas en lo individual y en lo colectivo. Frente a ella cabe la vacuna de la prevenci¨®n, que nace de la informaci¨®n sobre el proceder del narcisista para evitar ser arrastrados por los fantasmas que nacen de su delirio, manipulaci¨®n y ambici¨®n. A los narcisistas siempre les queda la opci¨®n de hacer un profundo examen de conciencia o ponerse en manos de un buen psicoterapeuta; pero obviamente, y por desgracia, eso es harto dif¨ªcil.
Leer para reconocer
El libro 'El narcisismo. Una enfermedad de nuestra ¨¦poca', escrito por Alexander Lowen, nos ofrece una aproximaci¨®n completa, amplia y sumamente ilustrativa de esta enfermedad. Tambi¨¦n 'La autoestima. Nuestra fuerza secreta', del doctor Luis Rojas Marcos, aporta una visi¨®n amena, l¨²cida y rigurosa no s¨®lo sobre esta enfermedad, sino sobre las dimensiones sanas y necesarias de la autoestima.
?lex Rovira es profesor de Esade, conferenciante y escritor.
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