?Por sorteo?
Seg¨²n una encuesta elaborada por m¨ª misma, podemos concluir, sin temor a equivocarnos, que la mayor¨ªa de los espa?oles no roba, no especula, no ha construido urbanizaciones ni complejos hoteleros que destruyen el ecosistema, no ha aceptado nunca sobres misteriosos que provienen de empresas constructoras, no ha blanqueado dinero ni ha adquirido inmuebles con dinero negro.
La encuesta la he venido realizando, datito a datito, desde hace unos 10 a?os. La muestra de poblaci¨®n no es desde?able, se trata de las personas con las que me he cruzado a diario en una d¨¦cada en la que el enjuage ladrill¨ªstico ha vivido su esplendor. Mis encuestados proceden de muy distintos or¨ªgenes y sus profesiones son diversas: peluqueros, administrativos, profesores de instituto, funcionarios, tenderos, empleadas de hogar, escritores, artistas, toreros. Estos ciudadanos ejemplares cumplen con Hacienda, con la hipoteca, con su trabajo y si les queda tiempo y aliento, con su costilla.
Ahora estoy sumando a la lista aquellos lectores que a diario me escriben y en los que presumo una vida de esfuerzo y deudas. Creo que es una buena muestra de esa ciudadan¨ªa espa?ola que a menudo mira at¨®nita c¨®mo la clase pol¨ªtica, cuando llega el per¨ªodo electoral, siente una amnesia selectiva, que deber¨ªa ser objeto de estudio de neur¨®logos de todo el mundo: olvida sus fracasos pero recuerda los fracasos del adversario.
El ¨²nico problema es que el votante, que a veces no es tonto, desea que los errores pasen factura. Me dice Juli¨¢n, que escribe desde Sevilla, que el recorrido del tranv¨ªa, que tanta pesadilla de obra, ruido y polvo est¨¢ dando a los sevillanos, se ha visto paralizado por unos bordillos en los que el proyecto no hab¨ªa reparado. Juli¨¢n afirma, con m¨¢s raz¨®n que un santo, que en cualquier trabajo se exigir¨ªan responsabilidades. El C¨®digo de Hammurabi contemplaba la posibilidad de matar al arquitecto cuando una casa se ven¨ªa abajo, pero entiendo que Juli¨¢n no pide tanto. El hombre se conforma con una amonestaci¨®n. ?Nunca hay un pol¨ªtico responsable, todos tienen siempre alguien en quien delegar sus culpas?
Propone el amigo sevillano que, dado que en la pol¨ªtica municipal el arte de la chapuza abunda, deber¨ªa existir una especie de consejo de sabios que impusieran un castigo al que la practique.
Esta queja se repite en numerosas cartas: los ayuntamientos echan la culpa a las comunidades y las comunidades a los ayuntamientos y al Gobierno central. Conclusi¨®n: todos son inocentes. ?Podr¨ªa este peri¨®dico aclarar de una vez por todas cu¨¢les son las competencias de cada uno? Un gr¨¢fico, pide una lectora riojana, h¨¢gannos un gr¨¢fico para colgar del corcho y saber de verdad a qu¨¦ atenernos. O una asignatura, digo yo, para que no ocurra lo que me cuenta un fot¨®grafo de Estepona con la visita de un colegio de primaria al ayuntamiento la semana pasada. El alcalde pregunt¨®: "Ni?os, ?qui¨¦n sabe c¨®mo se elige un alcalde?". Se hizo un silencio que al fin rompi¨® el m¨¢s espabilado: "?Por sorteo?".
Elvira Lindo bucea en los comentarios de los lectores para su columna. Env¨ªelos a lectores@elpais.es
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