Una humilde propuesta

Para evitar el bochornoso espect¨¢culo de la inflaci¨®n de inauguraciones, tan estresante para los pol¨ªticos, que se suceden durante la precampa?a electoral, y en reconocimiento de la inteligencia general de la ciudadan¨ªa, propongo que se establezca un protocolo regulado por ley para estos eventos. Puesto que la contribuci¨®n del ministro o presidenta de la Comunidad Aut¨®noma, alcalde o alcaldesa, a la realizaci¨®n de la obra p¨²blica (estaci¨®n, hospital, residencia de ancianos, t¨²nel, etc¨¦tera) se limit¨® a firmar alg¨²n documento en alg¨²n festejo, poco antes de pasar a los brindis y a degustar los correspondientes canap¨¦s, ¨¦stos no deber¨ªan tener presencia alguna en la inauguraci¨®n de aquello en lo que en nada contribuyeron. Sin embargo, s¨ª deber¨ªan tener un papel central a la hora de cortar las cintas y descubrir las placas un ciudadano (elegido al azar) como representante de los que con sus impuestos pagaron la obra, y otro representante de los trabajadores (alba?iles, arquitectos, ingenieros, aparejadores, etc¨¦tera) que con su esfuerzo e inteligencia la dise?aron y ejecutaron; sin olvidar nunca la necesaria presencia de las viudas y hu¨¦rfanos de los que accidentalmente dejaron sus vidas para mejorar, con su trabajo, las de los dem¨¢s. Pero a ser posible, que no nos insulten dici¨¦ndonos que esto y aquello se hizo gracias a tal o cual ministro o presidente de la Comunidad, que ya no somos tan tontos.