Los esc¨¢ndalos ponen en aprietos a Bush
Las acusaciones contra dos 'halcones' pr¨®ximos al presidente debilitan m¨¢s a la Casa Blanca
Dicen los reporteros que cada d¨ªa siguen al presidente que cada vez son menos los gritos de entusiasmo y m¨¢s los suspiros. Que cuando George Bush entr¨® hace unas semanas en un caf¨¦ de Peoria, en Illinois, cada parroquiano sigui¨® a lo suyo tras levantar la vista y comprobar que s¨®lo era el presidente. Le quedan poco menos de 600 d¨ªas en la Casa Blanca y lucha por mantener el tipo como lo hicieron todos los otros presidentes de EE UU durante su segundo mandato. Pero remont¨¢ndonos en la memoria reciente parece que la carga del n¨²mero 43 es algo m¨¢s pesada. Sus ¨ªndices de aprobaci¨®n se desploman a medida que los muertos en Irak aumentan y sus colaboradores m¨¢s cercanos est¨¢n tocados por el esc¨¢ndalo.
La clase pol¨ªtica de Washington se pregunta cu¨¢nto durar¨¢ el apoyo a Gonzales
Empleados del Banco Mundial lucen un lazo azul para pedir la marcha del presidente
Bush ha entrado por m¨¦ritos propios en la categor¨ªa de lame duck, de pato cojo, como se conoce en EE UU a los presidentes que abordan la ¨²ltima fase de su mandato en situaci¨®n de debilidad. Primero fue la derrota republicana del pasado noviembre. Y a partir de ah¨ª, la ca¨ªda libre. Mientras que las cadenas de 24 horas de informaci¨®n sol¨ªan dar cada segundo de sus discursos, ahora esa norma forma parte del pasado. Tiene que venir la reina de Inglaterra para que Bush aguante 20 minutos en pantalla. Lo que interesa y preocupa es la sucesi¨®n para 2009, qui¨¦n habitar¨¢ el n¨²mero 1600 de Pennsilvania Avenue. Eso, o la suerte que correr¨¢ el ¨²ltimo hombre tocado por la desgracia dentro de la Administraci¨®n o su entorno.
Mientras desde todas las esquinas del planeta se ped¨ªa la dimisi¨®n del presidente del Banco Mundial, Paul Wolfowitz, la Casa Blanca luchaba ayer por el arquitecto de la guerra de Irak. En rueda de prensa, el portavoz de Bush, aseguraba que a pesar de haber cometido errores, Wolfowitz no deb¨ªa de ser despedido. "Hemos dejado claro que apoyamos a Wolfowitz", declar¨® Tony Snow. Wolfowitz se encuentra bajo el escrutinio del Banco y de la opini¨®n p¨²blica por haber promocionado con un generoso salario a su novia, Shaha Riza.
En los pasillos del Banco Mundial, con sede en Washington, los empleados lucen un lazo azul que pide su marcha. Cuando George Bush puso a Wolfowitz al frente de la instituci¨®n internacional no imaginaba que hasta desde Europa iban a llegar los gritos de dimisi¨®n. Es norma no escrita que Washington nombra al presidente del Banco y Europa al del FMI. Esa norma parece resquebrajarse cada d¨ªa que pasa. Y pese a las buenas gestiones de la secretaria de Estado Condoleezza Rice, Europa insiste en que ha llegado la hora de Wolfowitz y, quiz¨¢, de que un americano ocupe el puesto
Tocado por la desgracia tambi¨¦n estuvo Ronald Rumsfeld, coincidencias de la vida jefe de Wolfowitz cuando ¨¦ste ¨²ltimo era n¨²mero dos de Defensa. Rumsfeld fue el chivo expiatorio del duro golpe sufrido por Bush en las elecciones legislativas del pasado mes de noviembre, en las que perdi¨® ambas c¨¢maras del Congreso.
El mismo presidente que insiste en apoyar a otro de sus hombres, su amigo y "abogado", como el propio Bush le llama en espa?ol. Cinco mujeres eran ayer desalojadas del Club Nacional de Prensa por pedir a gritos la dimisi¨®n de Alberto Gonzales, quien se prest¨® a desayunar con la prensa extranjera. Pero... ?hasta cu¨¢ndo Bush seguir¨¢ al lado de Gonzales? Esa es la pregunta que se hace la clase pol¨ªtica de la capital de la naci¨®n. ?sa y esta otra: ?cu¨¢nto est¨¢ da?ando a Bush la crisis de los fiscales despedidos por razones pol¨ªticas que mancha al fiscal general?
En una dram¨¢tica sesi¨®n de interrogatorio ante el Senado el pasado mes, que registr¨® sus numerosas contradicciones y vac¨ªos de memoria, el fiscal general de EE UU, qued¨® retratado como un administrador incompetente y sectario que ha puesto su lealtad a George W. Bush por encima del inter¨¦s nacional y de las obligaciones de la justicia. Unos con duras palabras, otros con otras m¨¢s corteses, la mayor¨ªa de los senadores que intervinieron destacaron la incapacidad de Gonzales para continuar en el cargo y le se?alaron la puerta de salida. Los ¨ªndices de aprobaci¨®n en la treintena parecen indicar lo mismo al presidente de EE UU.
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