La calle es suya
En estos d¨ªas de mayo, la ciudad se ha vuelto m¨¢s peligrosa, a los riesgos habituales de las obras-trampa, el tr¨¢fico feroz, las inundaciones subterr¨¢neas y la delincuencia desorganizada se suma la presencia callejera de los pol¨ªticos en campa?a.
Fuera de temporada electoral, los pol¨ªticos suelen permanecer en sus casas, en sus despachos o en sus hemiciclos, que son nuestros porque se supone que nosotros les hemos llevado a ellos. Fuera de campa?a, los pol¨ªticos se asoman a las ventanas de los televisores, a los patios de vecindad radiof¨®nicos y a las vi?etas de los peri¨®dicos.
Para silenciarlos, basta con desconectar los aparatos medi¨¢ticos y cerrar las ventanas. Pero estos d¨ªas no, estos d¨ªas los pol¨ªticos acechan a pie de calle, sonrisa en ristre y programa en mano como vendedores de promesas aplazadas.
Fuera de temporada electoral, los pol¨ªticos suelen permanecer en sus casas, sus despachos o sus hemiciclos
Pueden prometer y prometen, y los que m¨¢s prometen son los candidatos de la oposici¨®n, los gobernantes que aspiran a la reelecci¨®n, que tambi¨¦n prometen pero que centran sus campa?as en la exhibici¨®n constante de sus logros, presuntos o reales, como Esperanza Aguirre que, obviando el flagrante incumplimiento de su promesa electoral sobre las listas de espera y la de dimitir si no la cumpl¨ªa, se dedica con singular denuedo a inaugurar hospitales, hospitales del futuro, o mejor dicho futuros hospitales, utilizando un ingenioso sistema, hijo de la m¨¢s rancia y racial picaresca; el m¨¦todo Aguirre funciona, m¨¢s o menos as¨ª: unas horas antes de que la caravana presidencial acuda a inaugurar un hospital a medio hacer, que a¨²n tardar¨¢ meses en entrar en funcionamiento, otra caravana de tapadillo lleva equipos de rayos X digitales y otros sofisticados aparatos, camas, camillas, e incluso falsos m¨¦dicos y enfermeras de figuraci¨®n para darle m¨¢s realismo a la farsa, luego un equipo de seguridad se despliega para tapar los flancos sin acondicionar, de manera que los periodistas que asistan a la supuesta inauguraci¨®n no puedan salir del recorrido prefijado y maquillado, y as¨ª sucesivamente. Me queda una inc¨®gnita, de d¨®nde sale el atrezo, ?lo alquilan para la ocasi¨®n o se lo llevan prestado de un hospital abierto?
Fuera de campa?a y de los actos p¨²blicos, los pol¨ªticos van por la calle, cuando no les queda m¨¢s remedio, apretando el paso, con el ce?o fruncido y rodeados de guardaespaldas, no se detienen a estrechar manos ni a prodigar sonrisas, a¨²n no es tiempo de gui?os y caranto?as.
Ah¨ª tienen por ejemplo a Alberto Ruiz-Gallard¨®n, al que parecen molestarle especialmente estos excesos de confianza fuera de cuota, seg¨²n fuentes pr¨®ximas a su persona, el alcalde tiende a mostrarse arisco y antip¨¢tico, unos dicen que es timidez, y otros, soberbia.
A su principal oponente, Miguel Sebasti¨¢n, tampoco se le daban muy bien las distancias cortas, por falta de experiencia seguramente, pero se nota que hace grandes esfuerzos para superarse. El otro d¨ªa le vi en la promiscua plaza del Dos de Mayo, en una tregua diurna entre batallas campales. All¨ª hablaba el candidato con desparpajo y buen talante de los franceses, nada de gabachos, y elogiaba la figura incomprendida de Jos¨¦ I, Bonaparte, primer monarca constitucional espa?ol, conocido por Pepe Botella, benefactor del botell¨®n. Unos d¨ªas m¨¢s tarde, Ruiz Gallard¨®n sacrificaba su corbata para prometer mejor transporte a los hijos noct¨¢mbulos del botell¨®n en un bar de copas de Chamber¨ª, tambi¨¦n prometi¨® alquileres a 200 euros, pero es probable que ya llevara unas cuantas ca?as encima.
Para huir del acoso de los pol¨ªticos feroces que, en efigie o en carne y hueso, nos rodean, muchos madrile?os decidieron irse al campo aprovechando el puente isidril, pero los candidatos les siguieron y se fueron tambi¨¦n de puente, de picnic y de romer¨ªa e invitaron a paella, cerveza y sangr¨ªa, se deschaquetaron, cantaron y bailaron hermanados con el pueblo, que en estos d¨ªas recupera su soberan¨ªa, y los periodistas infiltrados esperaron para ver si entre copa y copa se les soltaba la lengua como hace poco le ocurri¨® a Aznar, concejal consorte del Ayuntamiento de Madrid y cantor del vino, la velocidad y las superhamburguesas.
Aguardaron, pero no hubo nada o casi nada y la imagen del d¨ªa fue la de la presidenta Aguirre brincando sobre una colchoneta el¨¢stica. Mejor har¨ªa en cuidarse, no vaya a sufrir un percance y la tengan que atender en uno de esos hospitales del futuro a medio hacer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.