Seguros y exhaustos
Seguros. El martes pasado, en Mira la vida (CSTV, desde las 9.35 de la ma?ana), se habla de las c¨¢maras de vigilancia que se instalan en las calles. El presentador y otros que lo acompa?an en una mesa un poco m¨¢s peque?a que la que usa Joaqu¨ªn Petit en 1001 Noches, tienen muy clara su posici¨®n: no se puede ceder terreno en derechos fundamentales como el que protege todo el ¨¢mbito de la privacidad. Una llamada al programa plantea eso mismo, pero a prop¨®sito de una calle concreta de una ciudad andaluza; el comisario de polic¨ªa que hay en el plat¨® explica que son los comerciantes de esa calle -en principio los m¨¢s interesados en la instalaci¨®n que prevenga los delitos contra sus comercios- los que se niegan a que las pongan: as¨ª pueden vender alcohol a menores sin ser vistos por ning¨²n Hermano, ni grande ni peque?o.
Es una escala picaresca del problema que por la noche, en La 2 de TVE, Documentos TV aborda en t¨¦rminos sencillamente brutales. Un individuo que camina por Londres es captado en una sola jornada por 300 c¨¢maras distintas. Se muestra un ejemplo, el de los sistemas de vigilancia en los casinos de Las Vegas, que fue el gancho de una serie emitida por Cuatro. Lo que se ve¨ªa en la serie es ya pura chatarra al lado de la tecnolog¨ªa de vigilancia, identificaci¨®n y control de que ya se dispone y que -eso dicen- s¨®lo en parte est¨¢ ya implantada. La sofisticaci¨®n de esta tecnolog¨ªa no puede hacer olvidar, por los menos, dos cosas: primera, que nadie sabe si es verdad o no que no se est¨¢ utilizando ya, y segunda que lo que hay al otro lado de la prioridad absoluta que los poderes p¨²blicos y privados otorgan a la seguridad es una banalizaci¨®n de los derechos de los ciudadanos. Ya es extra?o que todav¨ªa se siga discutiendo esta cuesti¨®n en t¨¦rminos de elecci¨®n entre seguridad y libertad, o lo que es lo mismo: si quieres ganar en seguridad tienes que ceder en derechos. La realidad dice otra cosa: nunca se ha invertido m¨¢s en seguridad y nunca ha sido m¨¢s inseguro el mundo ni han estado m¨¢s amenazados los derechos. Me sentir¨¦ seguro en la medida en que tenga constancia de que mis derechos est¨¢n protegidos y amparados, no recortados o regateados, por un poder democr¨¢tico.
Himnos. Un trabajador de Canal Sur que pasa su jornada laboral en un habit¨¢culo en el que permanentemente se oye la se?al de radio de la cadena, me canta el himno del Sevilla completo: se lo hab¨ªa aprendido de tanto o¨ªrlo anteayer en aquella sala. El estribillo del himno dice en un momento: "sevillista ser¨¦ hasta la muerte". ?Por qu¨¦ todos los himnos nos dejan siempre en manos de la muerte? Valdr¨ªa la pena pensar por un momento en este lado macabro de las identidades que tan ruidosamente proclamamos en desfiles, procesiones y actos masivos. ?No se ve el fraude de esa exaltaci¨®n del ¨¢nimo que nos acaba dejando exhaustos de tanta gloria, muertos de verdad?
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