Salir en la foto
En la Factory de Andy Warhol, los ¨¢ngeles ca¨ªdos pod¨ªan convertirse en estrellas, aunque s¨®lo fuera por quince minutos (o menos). El poder, arbitrario, de una prueba de c¨¢mara era capaz de transustanciar la indolencia o la mugre en una in¨¦dita forma de glamour. Nuestro presente es el sue?o de Warhol declinado en forma de pesadilla: una antiutop¨ªa que nos divide en estrellas (en acto o potencia) y paparazzi (en perpetuo estado parasitario). Delirious, sexto largometraje del neoyorquino Tom DiCillo, quiere ser una ¨¢cida disecci¨®n de nuestra patol¨®gica cultura de la fama, pero acaba siendo otra cosa, probablemente a su pesar: el exorcismo personal de un cineasta que acaba sometiendo a una imprudente sobreexposici¨®n sus propias contradicciones.
DELIRIOUS
Direcci¨®n: Tom DiCillo. Int¨¦rpretes: Steve Buscemi, Michael Pitt, Alison lohman, Gina Gershon. G¨¦nero: Comedia. Estados Unidos, 2006. Duraci¨®n: 107 minutos.
Director de fotograf¨ªa de un t¨ªtulo fundacional del indie como Extra?os en el para¨ªso (1984), de Jim Jarmusch, DiCillo salt¨® a la direcci¨®n a principios de los noventa y se erigi¨® en paradigma del ef¨ªmero esplendor de un movimiento que naci¨® con las horas contadas: la industria no tardar¨ªa en reducir el indie al nivel de una etiqueta de mercado, aprovechando, eso s¨ª, su capacidad de proponer un relevo generacional en cuestiones de estrellato, como si fuera una Factory reciclada en empresa de servicios y suministro de recursos humanos. El cine de DiCillo sintetiza lo que la eclosi¨®n indie tuvo de olvidable y coyuntural: su posible rupturismo se qued¨® anclado en un mero barniz de excentricidad.
Premiada en el pasado festival de San Sebasti¨¢n (mejor director, mejor gui¨®n, premio SIGNIS), Delirious convierte en casual pareja c¨®mica a un paparazzi desencantado (Steve Buscemi) y a un sin techo que mudar¨¢ en estrella (Michael Pitt, una de las m¨¢s notables caras-de-bofetada del cine moderno).
La incisiva comedia de las vanidades de los primeros minutos tambi¨¦n sufre una metamorfosis y termina convirti¨¦ndose, directamente y sin iron¨ªas, en un cuento de hadas. DiCillo delata, as¨ª, d¨®nde est¨¢ su punto d¨¦bil: en la paradoja de quien se sit¨²a en el margen, anhelando, ante todo, pertenecer, integrarse, salir en la foto.
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