Cartograf¨ªa del miedo

Tal vez un Plano detallado del infierno -al menos del infierno de los vivos- deber¨ªa cartografiar nuestros temores de siempre: la soledad, la locura y la muerte. Parece que as¨ª lo ha interpretado Antonio Fontana (M¨¢laga, 1964) en su tercera novela, una novela corta, n¨ªtida y coral, que traza el plano de esos tres miedos para mostrar sus espacios de intersecci¨®n y, tal vez tambi¨¦n, para recordarnos que en una toma general el miedo es s¨®lo uno, aunque se manifieste bajo formas distintas.

Formalmente, en la novela se suceden los mon¨®logos de tres personajes unidos en la desgracia por el azar. Las historias de un anciano reci¨¦n enviudado, de un hombre internado por su hijo en una residencia y de una madre que acaba de perder a su hija vienen a confirmar lo que parece ser una pauta muy extendida en nuestros d¨ªas, y que podr¨ªa explicarse parafraseando un mandamiento: temer¨¢s al pr¨®jimo como a ti mismo.

M¨¢s all¨¢ de la realidad social que reflejen, los mon¨®logos descubren c¨®mo se las han ingeniado los tres personajes para escamotear las partes m¨¢s desagradables de su realidad, pero sin robarnos las de la realidad ajena. Y mediante el m¨ªnimo com¨²n discursivo es como los lectores llegamos a reconstruir las peripecias de cada uno, conocer sus secretos mejor escondidos y averiguar el hecho tr¨¢gico que los uni¨®.

Esta manera de llegar al cuadro completo de un suceso tiene algo del relato detectivesco, con su buena dosis de misterio y la pretensi¨®n de esclarecer la verdad, y como sucede en el relato detectivesco, aqu¨ª los personajes se resuelven con una efectividad pasmosa y la acci¨®n se zanja sin concesiones sentimentales. La maestr¨ªa de Fontana se cifra en la concisi¨®n. La moraleja, si la hay, es otra: ante el destino no cabe m¨¢s que paciencia y barajar o, como le aconsejaban a Job sus amigos, maldecir a Dios y morirse.