Ilusiones olvidadas
A Fran?ois Mitterrand, en la televisi¨®n y en directo, le preguntaron a quemarropa. "?Qu¨¦ es para usted el socialismo?". Hab¨ªamos entrado ya en la d¨¦cada de los noventa. La URSS y sat¨¦lites se hab¨ªan hundido, el Partido Socialista franc¨¦s estaba en crisis, triunfaba el socialliberalismo de Toni Blair, al cual se adher¨ªa tambi¨¦n el prestigioso PC italiano, que iniciaba un proceso de unificaci¨®n con el centrismo democristiano. Malos tiempos para el socialismo tambi¨¦n en Espa?a, que perd¨ªa las elecciones ante el PP. Mal momento tambi¨¦n para responder ante el p¨²blico televisivo. Mitterrand contest¨®: "El socialismo es la justicia. Es la ciudad". Nada m¨¢s. Fant¨¢stico.
En esta campa?a electoral el urbanismo casi ha desaparecido del debate p¨²blico. Los investigadores demuestran como las ciudades empiezan a disolverse en sus extensas periferias. La regi¨®n metropolitana de Barcelona, como la de Madrid, en los ¨²ltimos 20 a?os ha crecido muy poco, pero en cambio la superficie urbanizada se ha multiplicado por dos o por tres, seg¨²n el ¨¢rea que delimitemos. No hay d¨ªa que no aparezcan en este mismo peri¨®dico los esc¨¢ndalos urban¨ªsticos, la vinculaci¨®n entre pol¨ªtica local-especulaci¨®n-corrupci¨®n-insostenibilidad ambiental-fractura social. La responsabilidad del marco pol¨ªtico-legal estatal y auton¨®mico no se pone en cuesti¨®n. Y lo que nos queda es el discurso del se?or Blanco (PSOE), que propone por ejemplo generalizar la siniestra ordenanza del civismo de Barcelona al resto de Espa?a.
Corruptores y corrompidos se permiten adem¨¢s ser candidatos. En poblaciones peque?as o medianas aparecen listas, algunas con siglas de partidos pol¨ªticos importantes, otras como independientes, compuestas o teledirigidas por promotores, constructores y especuladores de suelo. Y en las grandes, Barcelona incluida, el debate urbanistico que ha reaparecido con fuerza tanto en los sectores profesionales como en los conflictos vecinales, ha sido obviado por los candidatos, que o bien nos declaran sus buenos sentimientos sobre la ciudad o bien nos recuerdan proyectos concretos en curso de realizaci¨®n o que esperan su momento. Y si son opositores recalcitrantes se permiten impunemente ocurrencias como los miles de viviendas frente al mar exclusivamente para j¨®venes. Ideas estimulantes e imaginativas, escenario de futuro deseable que genere alguna emoci¨®n, nuevos instrumentos para intervenir en el desarrollo urbano, es decir lo necesario para hacer ciudad, no existe en estas elecciones.
Hace algunos a?o le¨ª un grafito en un muro de una ciudad latinoamericana: "No m¨¢s datos, queremos ilusiones". El discurso maragalliano que tom¨® el modelo de Luther King, sobre la ciudad deseada, transmiti¨® la ilusi¨®n a principios de los a?os ochenta. Ahora simplemente nos confirman la desilusi¨®n, el no estar a la altura de los tiempos.
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