Y Ellison se baja del barco
El Oracle y el Desaf¨ªo sufren su cuarta derrota, a una de la eliminaci¨®n
Despu¨¦s de un mes de competici¨®n, no hay secreto de la Copa del Am¨¦rica que se mantenga en pie, excepto uno: c¨®mo aparece y desaparece de su barco Larry Ellison, la und¨¦cima fortuna mundial.
D¨ªa s¨ª, d¨ªa tambi¨¦n, el superyate de Ellison le quita el mar a los ba?istas de La Malvarrosa. Una pared blanca tapa el horizonte y pone fin al infinito. De ese barco descend¨ªa cada ma?ana Larry Ellison para ser trasladado en lancha hasta el Oracle, que pasaba por all¨ª con el resto de la tripulaci¨®n. Cada ma?ana, la und¨¦cima fortuna del mundo se colocaba detr¨¢s de Chris Dickson, cog¨ªa una pistola l¨¢ser y comprobaba obsesivamente la posici¨®n del barco contrario. Cuando acababa la regata, otra lancha le devolv¨ªa a su castillo flotante de 8.000 metros cuadrados, donde seguir¨ªa firmando cheques para que Oracle gane alg¨²n d¨ªa la Copa del Am¨¦rica.
Ayer, por primera vez en semifinales, Larry Ellison no se subi¨® al barco. Si el arma secreta de Oracle era dejar en tierra a quien paga la factura, de nada le vali¨®. Cosech¨® su cuarta derrota frente al Luna Rossa, tan incontestable como todas las anteriores, aunque ¨¦sta tuvo un punto de desesperaci¨®n.
Un d¨ªa m¨¢s el drama comenzaba antes de la salida. Faltaban tres minutos. Oracle, con su patr¨®n, Dickson (46 a?os), y Luna Rossa, con Spithill (27 a?os), se quedaron varados uno al lado del otro, est¨¢ticos en una guerra de nervios. Un minuto esperando qui¨¦n mov¨ªa pieza en ese movedizo tablero de ajedrez. Spithill lo hizo, pero hacia atr¨¢s. Extra?o; nada de perseguirse en c¨ªrculos. Luna Rossa se dejaba caer hacia atr¨¢s. Un movimiento como de rendici¨®n o de alto el fuego, o quiz¨¢s de 'ya voy ganando 3-1 para qu¨¦ arriesgar'. Oracle se confi¨®, se movi¨® hacia la izquierda, pensando que Luna Rossa hab¨ªa abandonado el juego, craso error. Spithill vir¨® hacia la izquierda y su proa apunt¨® repentinamente hacia Oracle, que, casi sin quererlo, se hab¨ªa quedado encajonado en la boya. Su ¨²nica posibilidad era atravesar la l¨ªnea de salida antes de tiempo. Le quedaban apenas 30 segundos y Oracle deb¨ªa volver hacia atr¨¢s. Lo intent¨® por dentro de Luna Rossa, como ya hizo exitosamente ante el Victory, pero Luna Rossa no dej¨® hueco. Dickson insisti¨® tozudamente, pero Spithill no se amilan¨®, no se apart¨® y provoc¨® que Oracle le cortara su preferencia de paso. Penalizaci¨®n.
Otro bofet¨®n de Spithill sobre Dickson, y van cuatro; demasiado para el prestigio, la fama, el sueldo, el orgullo de Dickson. Eso no pod¨ªa quedar as¨ª, y no qued¨®. Los dos barcos segu¨ªan muy juntos, pero ya apuntando hacia la salida. Luna Rossa quieto, en posici¨®n, y Oracle busc¨¢ndola, gir¨¢ndose para coger velocidad, pero sobre su propio eje, de tal forma que su popa golpea violentamente el costado de Luna Rossa. Segunda penalizaci¨®n a Oracle en la presalida, todo un r¨¦cord; otra humillaci¨®n para Dickson. El 4-1 era un mero tr¨¢mite burocr¨¢tico.
New Zealand, mientras, gan¨® al Desaf¨ªo Espa?ol con la misma holgura que Luna Rossa a Oracle, pero tuvo que luchar en el primer tramo. El barco espa?ol arranc¨® bien en la salida, con velocidad y 40 metros de distancia. Los dos barcos se mantuvieron en sus trece sin entrar en guerra de viradas, confiados en sus posibilidades, aunque el Desaf¨ªo se iba quedando sin viento y sin sitio, muy escorado a la izquierda del campo. Cuando la ventaja le desapareci¨®, comenz¨® a luchar por hacerse hueco, pero New Zealand ni le dej¨® ni fall¨® en ninguna de sus maniobras. Desde que los kiwis se pusieron por delante s¨®lo hicieron que poner distancia de por medio. La ca¨ªda del viento, soso y regular, tampoco contribu¨ªa a esperar un milagroso revolc¨®n y que, adem¨¢s, favoreciera a los espa?oles. Otro 4-1 en el marcador.
Hoy puede ser el ¨²ltimo d¨ªa de las semifinales. New Zealand y Luna Rossa s¨®lo necesitan una victoria m¨¢s. La eliminaci¨®n de Oracle en esta fase ser¨ªa el gran fracaso de Larry Ellison. La prueba de que, en el deporte, el dinero no lo es todo. Ayer Ellison se qued¨® en tierra -en el caso de su megayate, el t¨¦rmino es casi correcto-, pero su hijo, David, embarc¨® como tripulante 18?. Un cambio de generaci¨®n en Oracle, a todas luces insuficiente. En cuanto se confirme la eliminaci¨®n rodar¨¢n cabezas en Oracle, sin respeto para ninguno; a no ser que el mismo Larry Ellison se baje del barco, pero esta vez para siempre.
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