Israel y los refugiados palestinos
Los l¨ªderes israel¨ªes deben participar en la soluci¨®n de la cat¨¢strofe
Cada vez que los israel¨ªes escuchamos las palabras "el problema de los refugiados de 1948", la inquietud y el rechazo nos producen un nudo en el est¨®mago. Para nosotros, el "problema de los refugiados" se ha convertido en sin¨®nimo de "derecho al retorno", y conceder a los palestinos el derecho a volver a sus hogares originarios significa el fin de Israel.
Quiz¨¢ haya llegado el momento de poner en orden nuestros pensamientos, con el fin de distinguir entre el problema de los refugiados y lo que se denomina derecho al retorno. Porque el primer asunto puede y debe resolverse, pero no mediante el regreso de los refugiados a un territorio del Estado de Israel con fronteras fijadas por un tratado de paz. Hay que rechazar la exigencia de que los refugiados vuelvan al territorio israel¨ª porque, si as¨ª ocurriera, habr¨ªa dos Estados palestinos y ning¨²n Estado para el pueblo jud¨ªo. Sin embargo, el problema de los refugiados de 1948 precisa de un remedio. Adem¨¢s, resolverlo es de inter¨¦s vital para Israel, porque mientras no se haga -mientras cientos de miles de refugiados palestinos se pudran en los campos en condiciones inhumanas- no tendremos paz.
?Qui¨¦n es el culpable de la cat¨¢strofe de los refugiados palestinos? Seg¨²n Israel, la culpa es de los l¨ªderes palestinos, que iniciaron la guerra con ¨¦l en 1948, y de los propios refugiados, que abandonaron sus hogares presos del p¨¢nico. Seg¨²n los ¨¢rabes, Israel es culpable de haber expulsado de sus casas, con crueldad y por la fuerza, a los palestinos. Unos y otros tienen parte de raz¨®n: la contienda de 1948 fue una guerra total, de pueblo contra pueblo, barrio contra barrio, casa contra casa. En esas guerras, las poblaciones son arrancadas de sus hogares. En esa fecha, en torno a 12 localidades jud¨ªas, entre ellas el barrio hebreo de la ciudad vieja de Jerusal¨¦n, fueron conquistadas por los ¨¢rabes. Todas las poblaciones jud¨ªas de esos lugares fueron o bien asesinadas o bien expulsadas a la fuerza. Por su parte, cientos de localidades ¨¢rabes, habitadas por cientos de miles de civiles, fueron privadas de su poblaci¨®n en 1948. Algunos de esos civiles ¨¢rabes huyeron y otros fueron expulsados por el Ej¨¦rcito israel¨ª.
Ha llegado el momento de reconocer abiertamente nuestra participaci¨®n en la cat¨¢strofe de los refugiados palestinos. No somos los ¨²nicos responsables ni los ¨²nicos culpables, pero no tenemos las manos limpias. El Estado de Israel es lo suficientemente maduro y fuerte como para admitir su parte de culpa y para llegar a la necesaria conclusi¨®n: es necesario que participemos del esfuerzo por reasentar a los refugiados, en el marco de los acuerdos de paz, y fuera de las futuras fronteras israel¨ªes que ¨¦stos fijen.
Puede que el hecho de que Israel admita su parte de culpa en la cat¨¢strofe de los refugiados palestinos, y que exprese su voluntad de soportar parcialmente el peso de una soluci¨®n, haga que el lado palestino sienta un positivo estremecimiento. Ser¨ªa una especie de gran paso emocional que facilitar¨ªa mucho el di¨¢logo futuro. Porque la cat¨¢strofe de los refugiados de 1948 es la herida m¨¢s sangrienta que sufre en sus carnes la naci¨®n palestina.
En la parte israel¨ª existe la tendencia constante a posponer, tanto como sea posible, la soluci¨®n de los "problemas clave" del conflicto: refugiados, Jerusal¨¦n, fronteras, asentamientos. Puede que esta postergaci¨®n fuera la ruina de los acuerdos de Oslo y, sin duda, no es buena para las negociaciones, tal como ahora se encuentran: la tendencia de Israel a evadir cualquier conversaci¨®n sobre los problemas principales hace que la parte ¨¢rabe sospeche con raz¨®n que lo que el Estado jud¨ªo quiere es tranquilidad, pero que no est¨¢ dispuesto a llegar a una soluci¨®n global.
Quiz¨¢ valiera la pena que los l¨ªderes israel¨ªes comenzaran a discutir el problema de los refugiados y que se ofrecieran a participar en su resoluci¨®n, es decir, en el traslado de todos ellos desde los campos en los que en la actualidad se pudren, y en la concesi¨®n de trabajo y de nacionalidad a los que deseen tenerla, dentro de los l¨ªmites del futuro Estado palestino. Evidentemente, para resolver el problema de forma global, Israel tendr¨¢ que reconocer su culpa parcial en la Nakba palestina y la responsabilidad que conlleva esa culpa. Para alcanzar dicha soluci¨®n tambi¨¦n ser¨¢ preciso tratar el caso de los cientos de miles de jud¨ªos que fueron arrancados de sus hogares en los pa¨ªses ¨¢rabes, con todo lo que ello implica.
Israel, tanto por razones morales como por su propia seguridad, debe buscar una soluci¨®n para el problema de los refugiados de 1948. La soluci¨®n tendr¨¢ un precio que habr¨¢n de asumir el mundo occidental, Israel y los acaudalados pa¨ªses ¨¢rabes. La violencia disminuir¨¢ y la desesperaci¨®n que da lugar al fanatismo comenzar¨¢ a desvanecerse cuando esos campos de sufrimiento y degeneraci¨®n escuchen que su vida en una monta?a de basura est¨¢ llegando a su fin. En cuanto a Israel, aunque firmemos acuerdos de paz con todos nuestros enemigos, nunca tendremos paz a no ser que pongamos remedio a las penalidades de los refugiados.
Amos Oz es escritor israel¨ª. ? Amos Oz, 2007. Traducci¨®n de Jes¨²s Cu¨¦llar Menezo
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