El ministro de Justicia, acosado por radicales tras un mitin en Sestao

El ministro de Justicia, Mariano Fern¨¢ndez Bermejo, vio ayer muy de cerca a los j¨®venes radicales abertzales. Tras un mitin en la principal plaza de Sestao (Vizcaya) y cuando Bermejo, junto a la plana mayor del PSE, se dirig¨ªa a la Casa del Pueblo por una calle peatonal, una decena de radicales comenzaron a insultarles y a desplegar carteles denunciando el "pucherazo" electoral. Los escoltas del ministro y de los l¨ªderes socialistas salvaron la situaci¨®n. La Ertzaintza lleg¨® tarde e identific¨® a varios radicales sin arrestar a nadie.

El amplio dispositivo desplegado por la Ertzaintza ante la anunciada protesta de la ilegalizada Batasuna en el mitin de Sestao funcion¨® hasta que finaliz¨® el acto socialista. Durante la intervenci¨®n de los dirigentes del PSE, los radicales siguieron su gui¨®n: declaraciones de Jone Goirizelaia ante los periodistas denunciando la exclusi¨®n electoral junto a una veintena de radicales protestando contra el "pucherazo electoral". Este grupo, situado a m¨¢s de 100 metros de la plaza donde se realiz¨® el mitin, en ning¨²n momento se movi¨® del sitio donde realiz¨® su protesta y ni siquiera cort¨® el tr¨¢fico.

Al t¨¦rmino de la intervenci¨®n de Fern¨¢ndez Bermejo -que hizo un discurso contra la "manipulaci¨®n, la mentira y el ruido" del PP y no habl¨® en ning¨²n momento de los ilegalizados- el ministro se dirigi¨® por una calle peatonal hasta la Casa del Pueblo. Iba acompa?ado, entre otros, del l¨ªder del PSE, Patxi L¨®pez; del delegado del Gobierno en el Pa¨ªs Vasco, Paulino Luesma; del candidato a la Diputaci¨®n de Vizcaya, Jos¨¦ Antonio Pastor, y de otros dirigentes y candidatos socialistas. El dispositivo policial, que inclu¨ªa una veintena de agentes uniformados, no acompa?¨® a la comitiva hasta la sede socialista, distante unos 300 metros de la plaza donde tuvo lugar el acto electoral. En esos momentos, se pudo ver incluso a una persona avisando por un tel¨¦fono m¨®vil a los radicales que segundos despu¨¦s sacaron sus pancartas, increparon e insultaron al ministro y a los dirigentes socialistas.

Al enfilar la calle en la que se encuentra la Casa del Pueblo, una decena de radicales desplegaron sus pancartas a menos de un soplo de la nuca del ministro. La guardia pretoriana de escoltas que llevaba Bermejo y los socialistas se apretujaron, al tiempo que intentaban sacudirse de encima a los j¨®venes, que no pararon de insultarles, llamarles "fascistas" y denunciar el "pucherazo" electoral por la anulaci¨®n de todas las listas de Batasuna y de la mitad de las presentadas por Acci¨®n Nacionalista Vasca (ANV). Los escoltas cumplieron su trabajo como pudieron: unos recibieron patadas, pero otros hicieron volar a alguno de los radicales por encima de las mesas de las terrazas exteriores de los bares que jalonaban la calle peatonal. Los radicales llevaron su protesta y su intimidaci¨®n hasta la misma puerta de la Casa del Pueblo. S¨®lo en su interior pudo respirar el ministro, quien pese a todo aguant¨® el mal trago con buen porte y mejor cara. En una de las farolas adyacentes colgaba un cartel de la campa?a municipal del PSE: "Aqu¨ª hace falta un polic¨ªa".

Fueron varios minutos de tensi¨®n y desconcierto. Cuando el ministro, su esposa y los dem¨¢s socialistas ya se hab¨ªan refugiado en el bar, llegaron los efectivos de la polic¨ªa vasca. Hasta 15 ertzainas -Interior no incorpor¨® al dispositivo policial ninguna furgoneta del cuerpo de ¨¦lite de los antidisturbios, los beltzas- se desplazaron hasta la calle donde se hab¨ªa producido el acoso al ministro. Los incidentes eran ya historia.

Fue entonces cuando sacaron las porras a pasear, identificaron a un par de j¨®venes -retenidos durante unos minutos-, aunque no efectuaron ninguna detenci¨®n. Minutos despu¨¦s, y tras dejar libres a los identificados, los radicales se disolvieron como un azucarillo.

Tras tomar un pote en la Casa del Pueblo, el ministro pudo cumplir con la visita preparada para ¨¦l por el candidato del PSE en Sestao, Jos¨¦ Luis Marcos Merino. Visit¨® primero el centro gallego, luego escuch¨® un pasodoble en la plaza. Y sigui¨®, todo a pie, hasta el centro riojano y la casa de Andaluc¨ªa. Eran las tres de la tarde. Hab¨ªa habido tiempo para picotear empanadillas, pulpo y regarlo todo con algo de ribeiro para disolver el mal trago.