La ciudad defensiva
Unas jornadas en el CCCB analizan los cambios en la arquitectura por las amenazas terroristas
La Torre de la Libertad, el rascacielos que sustituir¨¢ a las Torres Gemelas de Nueva York abatidas por el ataque terrorista del 11-S, tendr¨¢ un z¨®calo de cemento armado a prueba de coches bomba hasta el piso 20, sin ventanas y desocupado excepto el lobby de la planta baja. Algunos neoyorquinos ya hacen el juego de palabras y en lugar de llamarla Freedom Tower la denominan Fear Tower (Torre del Miedo). La seguridad se ha convertido en objetivo prioritario desde aquel fat¨ªdico d¨ªa, pero la manera en que se aplica y la forma en que ¨¦sta se refleja en la arquitectura y el urbanismo ha sido objeto de debate estos d¨ªas en el seminario Arquitecturas del miedo. El terrorismo y el futuro del urbanismo occidental que se ha celebrado en el Centro de Cultura Contempor¨¢nea de Barcelona (CCCB).
"En 2006, el gobierno y las empresas estadounidenses destinaron unos 43.600 millones de euros a combatir el terrorismo, seis veces m¨¢s que en 2000 y se calcula que los gastos en seguridad nacional se doblar¨¢n en 2010; una cifra muy importante y m¨¢s si se tiene en cuenta que la industria del cine y la m¨²sica generan cada una unos 29.600 millones de euros al a?o", explic¨® Peter Marcuse, abogado, urbanista y profesor de planificaci¨®n en la Universidad de Columbia de Nueva York.
Tanto Marcuse como otros ponentes se mostraron un tanto esc¨¦pticos respecto a si esta inversi¨®n, un gran negocio cada vez m¨¢s privatizado, estaba realmente justificada m¨¢s all¨¢ de aumentar el control sobre la propia poblaci¨®n o ahondar en la diferencia entre las clases ricas, cada vez m¨¢s atrincheradas en zonas protegidas y vigiladas, y el resto de la poblaci¨®n. "Siempre estamos en situaci¨®n de riesgo, es algo que ha pasado en todas las ¨¦pocas y el terrorismo es un riesgo como los otros", a?adi¨® Marcuse. "El hurac¨¢n Katrina caus¨® casi tantos muertos como el atentado del World Trade Center, pero mientras las indemnizaciones a los familiares de las v¨ªctimas del segundo lleg¨® a los cuatro millones de euros, en el caso del Katrina s¨®lo se pagaron los gastos del funeral. Pr¨¦stamos m¨¢s atenci¨®n al riesgo del terrorismo que a otros riesgos que con m¨¢s inversi¨®n podr¨ªan producir m¨¢s seguridad real".
Los efectos del miedo al terrorismo sobre la arquitectura, el urbanismo y los ciudadanos var¨ªa de un lugar a otro. Lo que algunos denominan "inseguridad existencial" del occidental, el que m¨¢s tiene que perder, viene de lejos. "En Estados Unidos hay 43 millones de personas que viven en barrios residenciales cerrados, vallados y protegidos por polic¨ªas privados; en Espa?a se ha multiplicado este sistema de urbanizaci¨®n dispersa de casas unifamiliares que consumen el 90% de los kits de seguridad privada del mercado", indica Francesc Mu?oz, ge¨®grafo y director del Observatorio de la Urbanizaci¨®n de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona.
La privatizaci¨®n y comercializaci¨®n del espacio p¨²blico tampoco es nuevo, aunque la cosa va en aumento. Francisco Klauser, investigador de la Universidad de Durham, analiz¨® la relaci¨®n entre seguridad y comercio durante los ¨²ltimos Mundiales de f¨²tbol de Alemania, un tipo de evento masivo que suele servir de campo de experimentaci¨®n de la vigilancia urbana. Las exigencias de la FIFA en los dos sentidos eran amplias y se superpon¨ªan hasta el punto de que en el anillo de seguridad de los estadios s¨®lo estaba permitida la publicidad de sus patrocinadores. "En Dortmund unos activistas simularon cartas an¨®nimas aparentemente oficiales en la que indicaban que todos los vecinos que viv¨ªan a tres kil¨®metros del estadio ten¨ªan que pagar 10 euros para poder acceder a sus casas, adem¨¢s de estar obligados a consumir estos d¨ªas s¨®lo los productos de los patrocinadores", explic¨® Klauser. "Lo preocupante es que hubo mucha gente que se lo crey¨® y pidi¨® m¨¢s informaci¨®n al Ayuntamiento, lo que demuestra hasta qu¨¦ punto aceptamos estas imposiciones".
Aunque estos procesos no son causa directa del 11-S, s¨ª que la amenaza terrorista ha servido para acelerarlos y legitimarlos, seg¨²n explica Stephen Graham, catedr¨¢tico de Geograf¨ªa Humana en la Universidad de Durham y codirector del seminario, quien en su ponencia abord¨® el nuevo urbanismo militar y c¨®mo las guerras tienen ahora un campo de batalla eminentemente urbano.
"En el aspecto f¨ªsico, adem¨¢s de dise?ar los edificios m¨¢s resistentes, en Estados Unidos muchos nuevos edificios se retranquean de la calle para reducir el peligro de los coches bomba, se intenta evitar los cristales en las plantas m¨¢s bajas y se instalan todo tipo de c¨¢maras de vigilancia", indica Graham. Esta bunkerizaci¨®n se da sobre todo en las torres, que curiosamente no han perdido vigencia sino que, explica Marcuse, se planean como ciudadelas inexpugnables en las que se refugian las clases acomodadas, que evitan as¨ª el "peligro" de las calles.
En el espacio p¨²blico, se?alan tanto Graham como Marcuse, el cambio se ha notado en la utilizaci¨®n de mobiliario urbano resistente para impedir el paso a determinadas zonas (a veces camuflado de forma est¨¦tica); la intervenci¨®n directa de la polic¨ªa en el planeamiento urban¨ªstico, algo que Mu?oz indica que sucede en Los ?ngeles; el cierre directo de algunas calles con muros o vallas para proteger los centros financieros; o el control electr¨®nico de la poblaci¨®n (en Inglaterra, seg¨²n Mu?oz, hay una c¨¢mara de vigilancia por cada 60 personas). Louise Amoore, de la Universidad de Durham, explic¨® adem¨¢s, la campa?a estadounidense Highway Wath, destinada a instruir a los conductores para que reconozcan "acciones sospechosas" en las autopistas.
Este tema, el de la vigilancia y la creaci¨®n de modelos casi matem¨¢ticos para identificar a los potenciales enemigos fue un tema ampliamente debatido en las jornadas, m¨¢s centradas en los aspectos te¨®ricos de la cultura del miedo que en la forma en que ¨¦sta se refleja en la ciudad. Qued¨® claro que se ha instaurado el miedo a lo desconocido y esto implica que todos podemos ser sospechosos. Pero, coincidieron los ponentes en sus conclusiones, por mucho que se intente "ni antes ni ahora es posible controlar la ciudad". A los ciudadanos ya es otra cosa.
Babelia
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