Cantar¨¢n victoria
Vemos a los partidos inmersos en la campa?a electoral para las municipales y auton¨®micas, instalados en el antagonismo, marcando las diferencias, lanzando sus dardos sobre la corrupci¨®n... siempre ajena a las propias filas, que s¨®lo afecta a los competidores. Estamos abrumados por declaraciones y contradeclaraciones, por los m¨ªtines de los candidatos, por los debates, por las informaciones invasivas de la prensa, la radio y la televisi¨®n. Aparecen los l¨ªderes nacionales o auton¨®micos para robar el plano e imponer su propia partitura, desviada por completo de las cuestiones a sustanciar. Volvemos a la tamborrada de los batasunos y afines asimilables, erigidos en protagonistas permanentes sin incurrir en costes de propaganda. Se aproxima el momento culminante, el de la comparecencia tras los resultados. Ser¨¢ como siempre un momento de extrema comuni¨®n en la victoria que todos cantar¨¢n a voces.
La continuidad prevalecer¨¢ sobre el cambio. Los cambios presentar¨¢n alternativas, seg¨²n comunidades y capitales significativas. Adem¨¢s, cada partido buscar¨¢ el t¨¦rmino de comparaci¨®n que mejor le favorezca. Algunos se remontar¨¢n a los anteriores comicios de igual signo, de hace cuatro a?os. Otros, preferir¨¢n el contraste con las generales de marzo de 2004. Se argumentar¨¢ con la participaci¨®n electoral, se har¨¢n proyecciones sobre las legislativas previstas en 2008. En Madrid, la competencia a dirimir es sobre todo entre Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallard¨®n. La primera pretende que sus resultados en la ciudad superen a los que pueda obtener en su rev¨¢lida el actual alcalde, quien est¨¢ empe?ado en exhibir una votaci¨®n capaz de catapultarle como n¨²mero dos de la lista de Rajoy para el Congreso de los Diputados. En Valencia, nada desear¨ªa m¨¢s el portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, que la erosi¨®n de quien le sucedi¨® como presidente de la Generalitat, Francisco Camps. Luego, queda el cambio de signo en Vigo y lo que pueda pasar en Canarias, en Baleares y en Navarra. Y por supuesto Lugo, que si se presta ser¨¢ exaltada por Jos¨¦ Blanco.
Entre tanto, seguiremos asistiendo a la representaci¨®n de La divina comedia de Dante, que se alternar¨¢ con La comedia humana de Balzac. La primera, por la disposici¨®n del para¨ªso y del infierno en sucesivos c¨ªrculos. Los mismos que se suceden en el plano de la informaci¨®n. Sabemos por la f¨ªsica cu¨¢ntica que el intento de medir una magnitud la altera. Tambi¨¦n sucede en periodismo, donde ning¨²n hecho permanece igual a s¨ª mismo despu¨¦s de haber sido difundido como noticia. Una caracter¨ªstica esencial en la vida en sociedad es la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica. Por eso se acu?¨® el adagio Roma veduta fede perduta. Porque una cosa es acudir fervoroso en peregrinaci¨®n videre Petrum y otra establecerse all¨ª para observar los abusos y debilidades de la Curia tan propensa a los placeres terrenales. Por eso, es Bruselas el principal y m¨¢s numeroso campamento de los euroesc¨¦pticos. Por eso, el rey Juan Carlos se neg¨® a recuperar la corte de que se rodearon sus antecesores. Una corte que, como retrata el filme Maria Antonieta, se convierte indefectiblemente en el vivero de la maledicencia que, eso s¨ª, los llamados a tal cercan¨ªa se reservaban para su particular disfrute porque les hac¨ªa sentirse en el privilegio de estar en la pomada, por decirlo con la jerga de ahora.
En breve, si la distancia entre lo que se sabe y lo que se publica desapareciera y se diera paso a la transparencia absoluta, la situaci¨®n se har¨ªa invivible. El r¨¦gimen del pan¨®ptico de Jeremy Bentham es la m¨¢xima tortura. Pero si esa distancia se multiplicara se instaurar¨ªa el oscurantismo y la opresi¨®n. En todo caso, los asuntos p¨²blicos deben sustanciarse a la luz del d¨ªa, sin que puedan sustraerse del juicio de la ciudadan¨ªa mediante invocaciones a la vida privada, que discurre en otro circuito merecedor de reserva. As¨ª lo prescribe la acreditada doctrina Gallard¨®n, seg¨²n la cual, quienes est¨¢n en la funci¨®n p¨²blica deben ser escrutados con mayor severidad. De Balzac, hablaremos el pr¨®ximo d¨ªa. Atentos.
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