?Y si yo fuera alcalde?
Durante estos d¨ªas de campa?a antiterrorista para las pr¨®ximas elecciones municipales se publica en este mismo peri¨®dico una secci¨®n titulada Si yo fuera alcalde a la que se invitan a colaborar a diversas personalidades m¨¢s o menos notables en sus ciudades respectivas. Ese ep¨ªgrafe me ha inducido a pensar en primera persona sobre los ayuntamientos y su gesti¨®n.
Siguiendo mi habitual principio de perplejidad, me he dado cuenta de que si me hiciera a m¨ª mismo esa pregunta, no tendr¨ªa ni por donde comenzar mi respuesta. Y, desde luego, no es por confianza o desconfianza en la persona, principio de mercadotecnia pol¨ªtica de uso com¨²n cuando se invoca la idoneidad de los candidatos a alcaldes, eso tan inefable que se da en llamar "carisma". Posiblemente, porque esa superstici¨®n de la sociolog¨ªa pol¨ªtica enmascara una de las cualidades esenciales que considero debe tener un gestor municipal: conocimiento. La otra cualidad (y que creo que a m¨ª no me faltar¨ªa) es ideolog¨ªa.
Es curioso que de lo que m¨¢s se habla cuando el discurso pol¨ªtico de estas semanas se acerca a lo que ser¨ªa m¨¢s pr¨®ximo a la gesti¨®n municipal es de honestidad. Pero, independientemente de que no faltar¨ªa m¨¢s que un cargo p¨²blico no sea honesto, se puede ser muy honesto pero carecer totalmente de un proyecto claro de urbanismo y de ordenaci¨®n territorial y medioambiental, ¨¢mbito en el que naufraga m¨¢s habitualmente la honestidad de los que se presentan, incluso, como adalides de la justicia y la igualdad.
Precisamente por ah¨ª habr¨ªa que empezar a dibujar el perfil del buen alcalde. Sin duda, no habr¨ªa uno mejor que el que fuese capaz de promover con su equipo y su partido un nuevo modelo de gesti¨®n de las competencias urban¨ªsticas, alej¨¢ndolas de la omnipotencia exclusiva en esa materia de los ayuntamientos. Porque la corrupci¨®n no se puede eliminar s¨®lo con la identificaci¨®n de gestores honrados, sino con sistemas y medidas legales de car¨¢cter estructural. La corrupci¨®n y la barbarie urban¨ªstica est¨¢n demasiado instaladas entre nosotros como para dejar ese asunto a la libre confrontaci¨®n con el principio de Rousseau sobre la bondad innata del ser humano. El problema es todav¨ªa peor si nos ponemos a valorar que las irregularidades cometidas a lo largo de los a?os son, en gran parte, irreversibles y cualquier soluci¨®n o mejora posiblemente llegue ya demasiado tarde. Para gestionar el urbanismo, como todo, hay que saber mucho (o estar muy bien asesorado) y tener unos valores ideol¨®gicos bien asentados para discernir el mejor baremo de la racionalidad democr¨¢tica, que no puede ser otro que el de beneficiar a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n y de la forma m¨¢s perdurable en el tiempo. Ah¨ª s¨ª que entra en juego la ideolog¨ªa. Es bien diferente, por ejemplo, promover una pol¨ªtica de construcci¨®n de viviendas de titularidad p¨²blica o privada, para alquiler o para venta.
Conocimiento e ideolog¨ªa hacen tambi¨¦n falta para gestionar lo que deber¨ªa formar parte del mejor futuro pol¨ªtico de nuestro entorno: los servicios. Se debe acabar la idolatr¨ªa de las infraestructuras como claves del progreso y el desarrollo. La construcci¨®n de carreteras u hospitales no supone un avance por s¨ª misma si no se piensan desde la perspectiva del servicio y la gesti¨®n democr¨¢tica. Para que la eficacia de los ayuntamientos se asiente es imprescindible que esa red de servicios se coordine bien con la Xunta y que se acabe con ese caj¨®n de sastre que son las diputaciones y las provincias.
Por todo esto, en el escenario imposible de que yo fuera alcalde, lo que har¨ªa ser¨ªa informarme mucho y bien adem¨¢s de ponerme a pensar "ideol¨®gicamente" (?por qu¨¦ no?) en el bienestar de la mayor¨ªa. Pero como eso es efectivamente imposible buscar¨¦ el mejor proyecto para mi localidad porque los ayuntamientos no son un buen lugar ni para botarates ni para carism¨¢ticos iluminados.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.