Los hijos
?Qui¨¦n no ha dicho alguna vez que los verdaderos problemas que padecemos, desde la desigualdad a la violencia, no tengan su soluci¨®n en la educaci¨®n? Yo creo que en eso estamos de acuerdo tirios y troyanos. Otra cosa es el diagn¨®stico y localizaci¨®n de esos problemas, y de los culpables de esos problemas. Pero que la educaci¨®n es el mejor resorte, el obligatorio, aunque sea lento y costoso, lo decimos todos. Para hablar de la lectura, del progreso, de los valores morales. De la paz.
A m¨ª me gusta la iniciativa del Gobierno vasco presentada p¨²blicamente hace pocas fechas por su director de Derechos Humanos, Jon Landa. El ambicioso programa hacia "Una sociedad que construye la paz", un plan de acci¨®n de educaci¨®n en derechos humanos y por la paz, que, adem¨¢s de crear una red de agentes educativos, de establecer programas sectoriales como la llamada a la raz¨®n en el ¨¢mbito municipal o en el mundo de los medios de comunicaci¨®n, en lo que se refiere a la educaci¨®n formal ha puesto en marcha un "piloto", una acci¨®n experimental que llega a trescientos chavales de 15 a?os -4? de ESO- en seis centros escolares de toda Euskadi. Con una filosof¨ªa que, en la letra, parece irreprochable.
El programa parte de las situaciones de violencia que los chavales pueden encontrarse en la vida cotidiana, desde el acoso y la violencia machista -vamos a no olvidar las m¨¢s de dos muertas semanales en Espa?a- a las agresiones xen¨®fobas y racistas, y a esas otras del menudeo violento y la intimidaci¨®n digamos que de calle y de barrio, para seguir con la violencia terrorista y contraterrorista, para lo que proponen el estudio y discusi¨®n de testimonios escritos de familiares de v¨ªctimas. Y todo ello pensando en una sociedad plural, en la universalidad de los derechos humanos, y, sobre todo, en la existencia y consideraci¨®n del sufrimiento, que es intransferible y que se puede y se debe evitar. Que hay que terminar con el sufrimiento evitable, que bastante tenemos con el inevitable.
Supongo que la polvareda que se ha levantado all¨ª se debe a la "comparecencia" expresa de v¨ªctimas de ETA y del GAL. Pero es que no s¨¦ c¨®mo hubieran podido evitarlo, porque ellos tambi¨¦n tienen madre. Y sobrinos. Y leyendas urbanas. Irremediablemente, tambi¨¦n los heroicos gudaris y su martirologio est¨¢n en el imaginario colectivo vasco. Y la prueba est¨¢ en el atractivo que siguen ofreciendo a muchos chavales. Considerar un sufrimiento infligido, que nada puede justificar -nada- es el objetivo. Un sufrimiento injusto e injustificable, dicen literalmente. Y establecer una distancia expresamente prepol¨ªtica que es un acercamiento al dolor del otro. Al hermanamiento en el dolor. Erradicar la idea de que pol¨ªtica e ideolog¨ªa pueden contar con la muerte y el dolor como medio, justamente estableciendo ese principio de mismidad: la consideraci¨®n de los derechos humanos como universales hace que nada humano nos sea ajeno.
El tema de ETA ha modificado la realidad pol¨ªtica y vital del Pa¨ªs Vasco desde su aparici¨®n, y seguramente, el no haber contado con ello en los an¨¢lisis y diagn¨®sticos, durante decenios, ha hecho que el problema haya sido tan dif¨ªcil de entender, y lo que es peor, de erradicar. Yo creo que hay un momento en que hay que cambiar de conversaci¨®n, y que ese momento ha llegado. Como en todo conflicto, s¨®lo hay una forma de concluirlo pac¨ªficamente: las partes no renuncian a sus principios y a la defensa de sus ideales, porque ello implica que una de ellas ha derrotado a la otra. Lo que cambia es que ambas partes deciden defender sus ideales y dirimir sus diferencias sin violencia. Y junto a este ineludible paso previo, otro de no menor importancia: al iniciar los caminos de paz es imprescindible mirar hacia el futuro, aceptar el compromiso de que s¨®lo los hijos de ambos contendientes cuentan, porque s¨®lo as¨ª se consigue despu¨¦s, a lo largo del proceso, resolver los problemas del presente y aligerar la pesada carga del pasado. (Este ¨²ltimo p¨¢rrafo, como habr¨¢ reconocido el lector, me lo he apropiado directamente del texto firmado en estas mismas p¨¢ginas hace un par de meses por Sami Na?r, Shlomo Ben Ami y Mayor Zaragoza, y referido al conflicto palestino israel¨ª. No se pod¨ªa decir mejor).
Los hijos. El futuro. Hay sufrimientos que no les podemos evitar, aunque c¨®mo nos gustar¨ªa. Dar¨ªamos por buenos todos los nuestros a cambio de que ellos no. Ahora tenemos la ocasi¨®n de oro para empezar a liberarles del pesado fardo de nuestro dolor y nuestro odio. Y la educaci¨®n en la solidaridad y en la construcci¨®n de una sociedad pac¨ªfica y justa es un camino al que no podemos ni debemos renunciar. Yo dir¨ªa que esta experiencia educativa puesta en marcha en el Pa¨ªs Vasco deber¨ªa extenderse a toda Espa?a, que en todas partes nos hace falta erradicar el sufrimiento injusto e injustificable.
Rosa Pereda es periodista y escritora.
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