Salvaje

De las distintas formas de ver La consagraci¨®n de la primavera, Iv¨¢n Fischer ha escogido la m¨¢s salvaje, la que va a la m¨¢s pura ra¨ªz descriptiva, por encima del lujo orquestal y hasta del ballet que es en realidad. En sus manos, la obra de Stravinski es eso que t¨®picamente se llama una org¨ªa sonora -significativa la huida del modelo Rimski y la cercan¨ªa que en alg¨²n momento se esboz¨® con el Bart¨®k de El mandar¨ªn maravilloso-, lanzados sus m¨²sicos en una carrera en la que pudo perderse precisi¨®n pero nunca intensidad.

Se lucieron en ella los mejores solistas de una Orquesta del Festival de Budapest todav¨ªa joven, animosa, entregada y de buena calidad. Menos felices estuvieron en la secuencia de valses de El caballero de la rosa, de Richard Strauss, m¨²sica que pide mucho virtuosismo para entrar en su entra?a y que qued¨® algo superficial. Gidon Kremer, ese violinista que para algunos es una especie de lo tomas o lo dejas, ofreci¨® una versi¨®n sosita del Primer concierto de Bart¨®k. Tras un par de propinas de Mascagni y Brahms, el ¨¦xito fue rotundo.