Miedo a c¨¢ntaros en Alc¨¢zar de San Juan
El temporal obliga a desalojar a 500 vecinos del municipio de Ciudad Real - Las lluvias ca¨ªdas en 24 horas dejaron tanta agua como las de todo un a?o
Los agricultores de Alc¨¢zar de San Juan (Ciudad Real) acostumbran a mirar al cielo con la esperanza de que caigan cuatro gotas que alivien la sed de sus campos. Porque en esta localidad de 30.000 habitantes, situada en el coraz¨®n de La Mancha, suele llover muy poco. El temporal de los ¨²ltimos dos d¨ªas, sin embargo, ha llegado a descargar 240 litros de agua por metro cuadrado en s¨®lo 60 minutos. En 24 horas llovi¨® m¨¢s que en todo un a?o. Lo nunca visto en Alc¨¢zar.
Cuando el diluvi¨® ces¨®, ayer por la tarde, las avenidas m¨¢s c¨¦ntricas del municipio todav¨ªa se asemejaban al cauce de un r¨ªo. Cualquiera que viese las plantaciones de vid de las afueras, muchas de ellas completamente inundadas, podr¨ªa pensar que se hallaba ante los arrozales del delta del Ebro. Pero lo peor se vivi¨® en los hogares de los cinco barrios m¨¢s bajos de la poblaci¨®n, donde se lleg¨® a desalojar a 500 vecinos entre la noche del martes y la madrugada de ayer. A media tarde s¨®lo 50 de ellos permanec¨ªan fuera de casa, acogidos en el centro de discapacitados Frida Kahlo. Las viviendas afectadas alcanzan el millar y medio.
"?Venid deprisa, que me voy a ahogar!", pidi¨® por tel¨¦fono una mujer a su nieta
La alerta salt¨® cuando la virulencia del aguacero comenz¨® a desbordar los desag¨¹es naturales de la zona. El agua descend¨ªa desde la vecina localidad de Campo de Criptana y el arroyo que discurre junto al casco urbano apenas pod¨ªa absorber toda la corriente, que rompi¨® en direcci¨®n a las avenidas de la Paz y del Porvenir. Los barrios de la Paz, el Porvenir, Hermanos Laguna y el pol¨ªgono Santa Mar¨ªa comenzaron a cubrirse de un l¨ªquido rojizo. Ayer por la ma?ana, una balsa de un mill¨®n de metros c¨²bicos, seg¨²n c¨¢lculos de los bomberos, se acumulaba en la v¨ªa del tren, que actuaba de barrera frente al paso del agua. La noche anterior se temi¨® que la rotura de un dique precipitara la riada contra la poblaci¨®n, aunque los t¨¦cnicos concluyeron que no hab¨ªa tal riesgo.
Pasado el peligro, los vecinos del barrio del Porvenir se esforzaban por achicar el agua que inundaba sus viviendas. Las calles estaban rodeadas de diques improvisados a base de piedras. En los portales se amontonaban armarios, cochecitos de beb¨¦, electrodom¨¦sticos y todo aquello que se hab¨ªa podido salvar del desastre. "Es imposible describir c¨®mo est¨¢ la casa. Hay que verla", dec¨ªa Francisco Javier Merino, mientras invitaba a los curiosos a entrar al domicilio. All¨ª vive sola la abuela de su esposa, Videla Rubio, de 75 a?os, que estaba en la cocina cuando vio aterrada que el agua comenzaba a colarse dentro de la casa. Su nieta la llam¨® y escuch¨® el grito de socorro de Videla: "?Venid deprisa, que me voy a ahogar!". Francisco Javier cogi¨® el coche y trat¨® de llegar a la casa a toda prisa. Misi¨®n imposible: la calle parec¨ªa una piscina y el veh¨ªculo comenz¨® a flotar sin rumbo, hasta que se qued¨® parado. Al final, los bomberos lograron rescatar a Videla que ayer, a¨²n con el susto en el cuerpo, no se lamentaba s¨®lo por los bienes perdidos. "No s¨¦ si podr¨¦ ir a votar el domingo". Le hab¨ªan dicho que el colegio donde est¨¢ su urna tambi¨¦n est¨¢ inundado.
A 50 metros de all¨ª se halla el domicilio de Leonor, que en plena tormenta estaba en casa con ?lvaro, su hijo de cinco a?os. Su marido, Armando, hab¨ªa salido de viaje a Granada. Como la noche anterior no pudieron pegar ojo por culpa de los truenos, el martes se echaron a dormir la siesta. Leonor despert¨® y puso el pie sobre un gran charco. Mir¨® por la ventana y vio que era imposible salir, por lo que decidi¨® subir al piso de arriba con el ni?o para estar a salvo. Armando, que hab¨ªa recibido el aviso, regres¨® a Alc¨¢zar y sirvi¨¦ndose del cami¨®n de un amigo, rescat¨® a su familia haci¨¦ndoles saltar desde el tejado. "Fue terrible, pero el ni?o lo ha vivido como si fuese una aventura".
El sol asom¨® por la tarde. Los accesos por carretera se reabrieron y los vecinos volvieron a pasear por las calles. Algunos miraban de reojo al cielo para comprobar, reconfortados, que no hab¨ªa rastro de nubes.
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