Desbordar el marco
Bajo la divisa Buscando en la zona (incidentes, apariciones), Gonzalo Puch (Sevilla, 1950) re¨²ne en esta nueva incursi¨®n en el panorama expositivo madrile?o un conjunto de trabajos de ¨²ltima hornada que, sin alterar de manera sensible las claves esenciales de articulaci¨®n de su imaginario po¨¦tico, s¨ª introduce cambios sustanciales en su estrategia operativa. El devenir de la trayectoria de Puch ha estado centrado, en los ¨²ltimos a?os, en el ¨¢mbito de la fotograf¨ªa, de la que se ha servido para desarrollar enigm¨¢ticas composiciones aleg¨®ricas en torno a las paradojas y estereotipos asociados a la experiencia cognitiva, que presentan a personajes integrados en sofisticados enclaves escenogr¨¢ficos.
GONZALO PUCH
Galer¨ªa Pepe Cobo
Fortuny, 39. Madrid
Hasta el 25 de junio
Y, de hecho, as¨ª sigue siendo, en lo esencial, en uno de los dos espacios que engloba su actual muestra madrile?a y donde despliega un conjunto de piezas fotogr¨¢ficas; eso s¨ª, retroiluminadas en cajas de luz, un recurso inhabitual hasta ahora en la producci¨®n del artista sevillano. Ya que el quiebro esencial se da en el otro ¨¢mbito de la exposici¨®n, donde nos propone una instalaci¨®n integral. Cabr¨ªa parafrasear a Estelle Irizarry en su afirmaci¨®n de que en el Torres Campalans de Aub, la ficci¨®n literaria desborda los m¨¢rgenes del libro para se?alar que, tambi¨¦n aqu¨ª, la invenci¨®n visual distintiva de la po¨¦tica de Gonzalo Puch desborda a su vez el marco de la fotograf¨ªa para expandirse a la vez sobre dos ejes, el espacial y el temporal.
Ello, adem¨¢s, en un doble sentido. En primer lugar, con la propia traslaci¨®n de los c¨®digos empleados hasta ahora a la esfera del v¨ªdeo, pues modula en el tiempo el desarrollo secuencial de la narraci¨®n, anteriormente destilada en una percepci¨®n sint¨¦tica y est¨¢tica, a la par que rompe el punto de vista ¨²nico, revelando en el desplazamiento de la c¨¢mara la complejidad mayor del escenario edificado. Pero a su vez, por igual, con la intervenci¨®n escenogr¨¢fica que subvierte la propia identidad arquitect¨®nica de la galer¨ªa -con lo que enlaza, en definitiva, con esa apelaci¨®n a la arquitectura que ya marcaba su etapa de dedicaci¨®n a la escultura-, lo que proyecta la ambici¨®n de la apuesta hasta la escala del espacio objetivo compartido con el espectador, quien, por ¨²ltimo, vuelve a sumar una nueva temporalidad con su desplazamiento, que determina, de hecho, en cada caso, una articulaci¨®n espec¨ªfica del flujo narrativo.
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