La ca¨ªda de Wolfowitz
El 'curr¨ªculo maldito' del dimitido presidente del Banco Mundial
Experiencia profesional:
1. Presidente del Banco Mundial: 2005-2007.
Responsabilidades: controlar a los izquierdosos europeos, llenar de dinero libre de impuestos a una novia ¨¢rabe y dar mala fama a la lucha contra la corrupci¨®n.
Logros: paraliz¨® la maquinaria de los pr¨¦stamos internacionales hasta el punto de que los pa¨ªses peque?os han tenido que exprimir al m¨¢ximo sus tarjetas de cr¨¦dito para comprar medicamentos contra la malaria. Aprendi¨® las tradiciones de numerosas culturas, incluidas las de Turqu¨ªa, donde, al parecer, uno no debe quitarse los zapatos en la mezquita si dejan al descubierto unos calcetines tan llenos de agujeros que los dedos gordos asoman de forma obscena.
2. Subsecretario de Defensa del presidente Bush: 2001-2005.
Responsabilidad: iniciar una guerra.
Logros: dirigi¨® p¨¦simamente el ej¨¦rcito m¨¢s poderoso del mundo. Hizo a?icos el sistema de la diplomacia internacional que hab¨ªa mantenido la paz durante cincuenta a?os. Da?¨® la credibilidad de los servicios de inteligencia estadounidenses. Situ¨® innecesariamente a la humanidad al borde de la guerra nuclear. Destruy¨® Irak.
3. Visionario enloquecido: 1993-2001.
Responsabilidad: inventarse un plan delirante para cambiar el r¨¦gimen en Irak con amigos como Shaha Riza, Ahmed Chalabi y su alegre banda de exiliados iraqu¨ªes, que hicieron surgir de la nada las falsas informaciones sobre las armas de destrucci¨®n masiva de Sadam.
Logros: imagin¨® un Irak que no exist¨ªa.
Tener a Wolfie -o sea, Paul Wolfowitz- de nuevo en el mercado de trabajo representa una oportunidad inmensa. ?Qu¨¦ queremos que destruya ahora? ?Ser¨¢ capaz esta maldici¨®n andante de acabar definitivamente con Halliburton?
En el Pent¨¢gono, Wolfie intent¨® ayudar al vicepresidente Dick Cheney a deshacerse de todo lo multi: tratados multilaterales, instituciones multilaterales, alianzas multilaterales, multiculturalismo... Para ellos, multi significaba tambaleante, reacio, burocr¨¢tico y obstruccionista. ?Para qu¨¦ ser multi cuando uno pod¨ªa ser uni?
Al final, las fuerzas del multilateralismo obtuvieron su venganza: la vieja Europa se ha deshecho de Wolfie. Pero no antes de que su novia, Shaha Riza, utilizara la baza de la v¨ªctima multicultural. En su declaraci¨®n ante los directores del Banco Mundial, Shaha se quej¨® de que se le hab¨ªa impedido ascender ya antes de que llegara Wolfie. "No tengo m¨¢s remedio que achacarlo a una muestra de discriminaci¨®n; no por ser mujer, sino por ser una mujer ¨¢rabe y musulmana que se atreve a poner en tela de juicio el statu quo, tanto en el trabajo de la instituci¨®n como en la instituci¨®n misma", escribi¨®.
Shaha declar¨® que hab¨ªa "conocido a una maravillosa mujer americana que me dijo que yo ten¨ªa que luchar por 'nosotras', las mujeres; nunca me hab¨ªa podido imaginar que una americana me pedir¨ªa a m¨ª, una mujer ¨¢rabe y musulmana, que luchara por ella".
Ya ofendida, Shaha acab¨® de enfurecerse del todo cuando lleg¨® Wolfie en 2005 y a ella le dijeron que iba a tener que trasladarse al Departamento de Estado. "Me dispuse a emprender medidas legales", escribi¨® en su declaraci¨®n, y a?adi¨®: "Mi vida y mi carrera hab¨ªan quedado partidas por la mitad".
Seg¨²n Xavier Coll, vicepresidente de recursos humanos del Banco Mundial, Shaha exigi¨®, para marcharse, unas condiciones de garant¨ªas y compensaciones "sin precedentes" y que no se ajustaban en absoluto a la pol¨ªtica de esta entidad financiera. Coll consider¨® "inapropiado e imprudente que el presidente ofreciera a la se?ora Riza esas condiciones".
Bob Bennett, el abogado de Wolfie, ha explicado a Michael Hirsh, de Newsweek, que fue Shaha la que "fij¨® las cantidades", con un aumento de 60.000 d¨®lares anuales -lo que elev¨® su sueldo a 193.590 d¨®lares- y unos t¨¦rminos muy generosos. "Estaba indignada por tener que irse", dice Bennett. Imbuida de supuesta superioridad moral, Shaha manipul¨® la conciencia culpable de Wolfie y se mostr¨® "¨¢vida de poder", seg¨²n ha contado a Newsweek un amigo de la pareja. Ella, que hace s¨®lo unos a?os no era m¨¢s que una simple publicista y luego fue coordinadora de asuntos de igualdad entre sexos en el Banco Mundial, oblig¨® a su hombre a que le ofreciera un salario superior al que cobra la secretaria de Estado.
Es igual que cuando Bill Clinton cuenta a sus amigos que tiene que esforzarse al m¨¢ximo para ayudar a que sea elegida Hillary porque cree que se lo debe, por haberla obligado a vivir en Arkansas y haber interrumpido su carrera en los a?os setenta.
O como cuando Tony Soprano le compra a Carmela una joya espectacular despu¨¦s de alguna aventura. De hecho, Wolfie emple¨® un tono muy sopranesco cuando le dijo a Coll, en tono agitado, que advirtiera a los funcionarios del Banco Mundial que estaban critic¨¢ndole: "Si ellos nos joden a m¨ª o a Shaha, yo tambi¨¦n tengo cosas para joderles a ellos".
Wolfie utiliz¨® una compensaci¨®n p¨²blica para una penitencia privada. Dinero a cambio de culpa no es nunca un buen trato.
Maureen Dowd es columnista de The New York Times. Traducci¨®n de M. L. Rodr¨ªguez Tapia ? The New York Times, 2007.
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