Ella vota
Esta ma?ana se ha despertado tarde y se ha quedado tranquilamente en la cama. Es domingo, ?no?, se ha dicho, y sabe que lleva raz¨®n, es domingo. En el silencio de la casa desierta, parece adem¨¢s un domingo como cualquier otro. Sabe que no lo es, pero hace como si no se diera cuenta. Entonces, su madre abre la puerta, asoma la cabeza, la mira.
?Voy a ir a votar con tu hermano ?le dice?. Pero si quieres venir con nosotros, te esperamos.
Coge el embozo de la s¨¢bana, se tapa la cara, y al amparo de la tela transl¨²cida, hace una pregunta cuya respuesta conoce de antemano.
-?Y pap¨¢?
Su madre cierra la puerta sin decir nada. Se ha enfadado, y su hija lo sabe, y no es que le d¨¦ exactamente igual, pero? Su padre no quiere ir a votar. ?Por qu¨¦, para que?, volvi¨® a preguntar ayer, en la mesa, si todos los pol¨ªticos se parecen, si todos van a lo mismo, si a ninguno le importan los problemas reales de la gente como nosotros. Eso no es verdad, y al principio su madre conserv¨® la calma, no es verdad siempre, no es verdad del todo, y t¨² lo sabes. Porque unos mienten m¨¢s que otros, y los m¨¢s mentirosos son los que privatizan las carreteras, los que quieren privatizar los hospitales, los que? Anda, d¨¦jame en paz, y al decir eso, su padre tambi¨¦n estaba tranquilo, pero su serenidad, lejos de contagiarse al resto de los comensales, exasper¨® a su mujer. Parece mentira, Ram¨®n, parece mentira? Porque ¨¦sta, y se?al¨® con el dedo a su hija, la otra abstencionista de la familia, que tiene veinte a?os, que no ha vivido nada, que no sabe c¨®mo pueden llegar a ponerse las cosas en ¨¦ste? En ese punto, su padre se levant¨®. Se me han quitado las ganas de comer, dijo. Y su hija lo entendi¨®.
Sabe que aquella escena no va a tener continuaci¨®n. Ha vivido otras, las suficientes como para anticipar la tensa cortes¨ªa que presidir¨¢ la comida de hoy, seguramente la de ma?ana y la de pasado tambi¨¦n. Calcula que las cosas no llegar¨¢n mucho m¨¢s lejos. Los enemigos de su madre volver¨¢n a ganar las elecciones, y ella, que ha invertido una vez m¨¢s en la campa?a hasta la ¨²ltima gota de su energ¨ªa, de su fe, de su capacidad de trabajo, se levantar¨¢ con mala cara, la piel de repente gris¨¢cea, un tono feo, mate, y caminar¨¢ un par de d¨ªas muy despacio, como si tuviera todos los huesos rotos, sin mirar por d¨®nde pisa. Pero eso durar¨¢ s¨®lo un par de d¨ªas. Luego se acordar¨¢ de que el a?o que viene habr¨¢ otras elecciones, otra campa?a m¨¢s importante que ¨¦sta, y todo empezar¨¢ otra vez, desde el principio.
Lo sabe bien, lo ha vivido otras veces antes de ahora, y sin embargo hoy est¨¢ m¨¢s nerviosa, m¨¢s inquieta que otros domingos electorales. Quiz¨¢ porque la repetici¨®n erosiona, o porque su hermano, reci¨¦n cumplidos los dieciocho, se ha alineado sin condiciones con su madre y ahora son dos los que martirizan su conciencia. Porque lo peor de todo es que ella tiene mala conciencia y eso tampoco le hab¨ªa pasado nunca antes, y no lo entiende. Se est¨¢ haciendo mayor, s¨ª, va a cumplir veinticuatro a?os, ya ha acabado la carrera y no tiene trabajo fijo, ni casa propia, ni perspectivas de tenerla. Por eso comprende tan bien a su padre, que ya sabe que le va a tocar prejubilarse a la fuerza, con cincuenta a?os y ya veremos qu¨¦ porcentaje del sueldo. As¨ª son las cosas, y todas un asco, por eso ella no vota, nunca ha votado, ni a los grandes ni a los peque?os, ni a los que ganan ni a los que pierden, el suyo un voto inexistente, ni ¨²til ni in¨²til, nada.
Y sin embargo, aunque no lo entienda, este a?o tiene mala conciencia. A lo mejor porque su madre se est¨¢ haciendo mayor, o porque se ha dado cuenta de que las cosas que dice le parecen bien, aunque est¨¦ segura de que no sirven para nada. Quiz¨¢ ni siquiera es eso, sino algunas caras, algunos discursos, algunas sesiones parlamentarias o judiciales que ha visto en la televisi¨®n sin buscarlas, espect¨¢culos inauditos a los que nunca hab¨ªa tenido que enfrentarse antes de ahora. Y sobre todo, algo que le dijo su hermano hace poco. Si t¨² est¨¢s segura de que el lunes 28 de mayo no te vas a alegrar ni te vas a deprimir por el resultado de las elecciones ni siquiera un poco, no vayas a votar. Si no, eres imb¨¦cil.
As¨ª es como se siente ahora, no del todo, pero? Entonces suena la puerta de la calle. Los votantes de la familia se han marchado ya. Primero piensa que todav¨ªa es pronto, son s¨®lo las doce, queda mucho tiempo. Y total, un voto m¨¢s, un voto menos? ?Qu¨¦ m¨¢s da? Eso no va a cambiar las cosas. Pero el d¨ªa siguiente, 28 de mayo, lunes, est¨¢ a la vuelta de la esquina, y ella no es imb¨¦cil, as¨ª que decide dejar de pensar, se pone las zapatillas, sale corriendo?
Vota.
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