El efecto Camps
Al igual que ha sucedido en el resto de la Comunidad Valenciana, tambi¨¦n el efecto Camps se ha demostrado imbatible en la provincia de Alicante. A la vista de los datos electorales, la afligida perplejidad que los socialistas muestran a estas horas tiene plena justificaci¨®n. El Partido Popular no s¨®lo arrasa en las elecciones a la presidencia de la Generalidad, sino que obtiene un elevado n¨²mero de alcald¨ªas alicantinas, muy superior al que se pod¨ªa esperar. Feudos hist¨®ricos del socialismo, considerados inexpugnables, se han venido abajo con una facilidad asombrosa. La insistencia de Francisco Camps en predicar unos pocos temas de apariencia muy simple -pero altamente efectivos, como se ha demostrado- ha tenido consecuencias devastadoras para los socialistas y, en general, para la izquierda. La ausencia de propuestas claras y convincentes por parte del PSPV -?recuerda alguna el lector? Haga memoria- habr¨ªa contribuido al resultado.
Ni la corrupci¨®n ni la divisi¨®n del PP parece que hayan tenido consecuencias en la provincia de Alicante
Cuando se trata de elecciones municipales, suele afirmarse que la proximidad de los candidatos y de los problemas locales se impone a las cuestiones de car¨¢cter general. No parece que haya sido as¨ª en esta ocasi¨®n. Aunque es dif¨ªcil extraer un denominador com¨²n, dada la diversidad de situaciones que se presentan, es perceptible la existencia de una fuerza que ha inclinado a los votantes hacia el partido de Francisco Camps. Sea por convicci¨®n o por efecto contagio, el voto al Partido Popular se ha multiplicado en la provincia de Alicante. Esto ha sucedido as¨ª incluso en aquellos lugares donde la tradici¨®n socialista no lo permit¨ªa imaginar. Baste decir que, salvo en Denia y Elche -y aqu¨ª s¨®lo por unos centenares de votos-, todas las ciudades de m¨¢s de 20.000 habitantes se han inclinado por Francisco Camps.
Ni la corrupci¨®n ni la divisi¨®n del Partido Popular parece que hayan tenido consecuencias en la provincia de Alicante. Si en alg¨²n caso ha sucedido tal cosa, el efecto Camps ha compensado con holgura los inconvenientes. El empe?o de los socialistas por airear estos temas no ha producido el menor resultado en el momento de votar. ?Podemos continuar afirmando que Francisco Camps es reh¨¦n de Hern¨¢ndez Mateo o de Luis D¨ªaz Alperi? A estas alturas, no parece que tal cosa sea posible. La percepci¨®n mayoritaria de los electores es que la presencia de estas personas no supone ning¨²n lastre para el Gobierno de Camps ni, mucho menos, para el de sus municipios. Los soci¨®logos interesados en desvelar misterios de esta clase tienen ante s¨ª un atractivo y arduo trabajo.
La pugna electoral en Alicante se decidi¨® a ¨²ltima hora y por unos miles de votos. El esfuerzo de Etelvina Andr¨¦u fue realmente notable pero, sin restarle m¨¦rito, es evidente que no logr¨® motivar al electorado como precisaba. Quiz¨¢ le faltara a la candidata exponer esa idea de ciudad que atrae al votante por encima de las ideolog¨ªas y act¨²a como un im¨¢n. Sin poes¨ªa y frente al pragmatismo de D¨ªaz Alperi, arropado por el Partido Popular, sus posibilidades eran limitadas. La intransigente arrogancia de Izquierda Unida, que renunci¨® a aliarse con el Bloc, acab¨® por privar a Alicante de un gobierno municipal de izquierdas. Hay que tener cuidado con los puristas.
Al poco de revalidar por quinta vez consecutiva la mayor¨ªa absoluta como alcalde de Torrevieja, Pedro ?ngel Hern¨¢ndez Mateo ofrend¨® la victoria a la patrona de la poblaci¨®n, a la que entreg¨® su vara de mando. Es probable que a partir de ahora veamos prodigarse los gestos de religiosidad.
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