La Liga de los jugadores solitarios
El vestuario del Madrid se confabul¨® cuando Capello rompi¨® con Calder¨®n y dijo que se iba
El Madrid comenz¨® a ganar la Liga el 19 de febrero, cuando Capello dijo que no quer¨ªa seguir entrenando al equipo, y se alej¨® del presidente Ram¨®n Calder¨®n. El conflicto de poder en el seno del club brind¨® a los jugadores la oportunidad de recuperar el protagonismo perdido en mayo de 2003, cuando el ex presidente, Florentino P¨¦rez, decidi¨® hacerse con el control del vestuario. Hoy los futbolistas vuelven a sentirse importantes. "En mi vida he visto un vestuario m¨¢s unido", dice Roberto Carlos.
El 18 de febrero el Madrid amaneci¨® con 42 puntos. Hab¨ªa empatado con el Betis y era cuarto, a cuatro puntos del Barcelona. Uno de sus dirigentes reflexion¨® con serenidad antes de emitir un pron¨®stico "realista". Dijo: "Esta temporada nuestro objetivo es entrar en Champions. Capello seguir¨¢ hasta junio. El que se tiene que comer el marr¨®n es ¨¦l".
Desde el anuncio del t¨¦cnico el Madrid ha perdido s¨®lo un partido. Antes le ganaron siete
El 19 de febrero, tras conocer que Calder¨®n negociaba con Schuster para entrenar al equipo a partir de julio, Capello dijo que se quer¨ªa marchar. Pidi¨® el dinero que le deb¨ªan y escenific¨® una ruptura con los ¨®rganos institucionales. La junta directiva acord¨® mantenerle en el puesto hasta junio, pero sin garant¨ªas. Hasta ese momento el Madrid hab¨ªa perdido 7 de los 23 partidos disputados. Desde entonces s¨®lo ha perdido uno en 13 jornadas.
Capello nunca se propuso reforzar la autoestima del vestuario pidiendo el finiquito. Pero el efecto fue inmediato. Hasta entonces, la plantilla parec¨ªa aturdida. El 24 de enero, por ejemplo, el entrenamiento empez¨® a las 11.00. A las 11.45 los jugadores empezaron a abandonar Valdebebas, duchados y prolijamente vestidos. Nada extraordinario. Hasta febrero, muchos de los entrenamientos se resumieron en media hora. Un poco de f¨ªsico, partidillo y a casa. Los viernes, en la mesa del aperitivo, la energ¨ªa que pon¨ªa el grupo en atacar el jam¨®n era equivalente. En ocasiones, s¨®lo tres jugadores celebraron esta liturgia. Hasta el 10 de febrero el clima del vestuario se fue deteriorando progresivamente. Entonces Beckham volvi¨® a jugar. Fue el primer s¨ªntoma de ruptura entre el club y Capello. Las dos semanas precedentes aceleraron los acontecimientos.
El 27 de enero el Madrid perdi¨® frente al Villarreal. El 29 se celebr¨® el juicio que determin¨® la falsedad del voto por correo en las elecciones, y legitim¨® a Ram¨®n Calder¨®n. El 4 de febrero el Madrid perdi¨® frente al Levante. El 10 de febrero los dirigentes del Madrid se planteaban la destituci¨®n inmediata de Capello. Ese d¨ªa, el t¨¦cnico italiano indult¨® a Beckham, castigado por el club por fichar por el Galaxy. El Madrid gan¨® en Anoeta y Beckham hizo un gol. El vestuario respir¨® aliviado. El tanto del ingl¨¦s represent¨® el final de las rencillas entre el t¨¦cnico y los jugadores.
"Esta temporada se divide en tres partes", dice un jugador del Madrid. "Primero hasta noviembre, cuando el equipo se estaba conjuntando, jug¨¢bamos mal y hab¨ªa mal ambiente. Despu¨¦s cuando el ambiente empez¨® a ser muy bueno en el vestuario, pero se rompi¨® con las declaraciones de Calder¨®n hablando mal de los jugadores, el castigo a Beckham, y la venta de Ronaldo. Y finalmente ahora, cuando los jugadores hemos sacado las cosas adelante por orgullo. No por Capello. ?C¨®mo miramos a la gente a la cara si no ganamos nada por cuarto a?o consecutivo?".
Desde enero Capello no dirige la estrategia deportiva del Madrid. No decide sobre fichajes, ni sobre nada que no sea entrenar. Vive al d¨ªa, aislado en Valdebebas. Con Toni Grande, el segundo entrenador, hombre de gran sentido com¨²n; con Italo Galbiati, su asistente; con Massimo Neri, el preparador f¨ªsico, muy querido por los jugadores; y con Franco Baldini, el secretario t¨¦cnico, y ¨²nico nexo persistente entre el entrenador y el Bernab¨¦u.
"No nos podemos quedar en el Madrid", dice un colaborador de Capello, alegando una cuesti¨®n ¨¦tica. "Si no han confiado en nosotros, no tiene sentido que ahora cambien de criterio por unos puntos m¨¢s o menos".
El discurso de Capello a los jugadores ha cambiado. Ya no se muestra amenazador. Ahora les dice que ¨¦l es libre. Que nadie le da ¨®rdenes en el club. Que conf¨ªa en ellos. Que la Liga es una lucha de unos pocos valientes contra un mundo que no cree en ellos, incluyendo a Ram¨®n Calder¨®n, el presidente, que inspira desconfianza en un sector de la plantilla, pero que, en definitiva, es motivo de uni¨®n.
Los jugadores ya no ven a Capello como un enemigo. Ahora se sienten m¨¢s importantes que ¨¦l. Creen que la Liga les pertenece m¨¢s que a nadie.
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