"En la guerra, fueron m¨¢s los que quisieron pasar desapercibidos"
Lo que termin¨® por complicarle la vida a Mariano Fern¨¢ndez fue saber idiomas. Era un modesto periodista que se hab¨ªa librado del frente gracias a una mano tullida y que hab¨ªa encontrado trabajo en Burgos, en los Servicios de Propaganda que controlaba Ridruejo. Hasta que un d¨ªa lo llam¨® el general Severiano Mart¨ªnez Anido, jefe de los Servicios Secretos del bando de Franco, y le encarg¨® una delicada misi¨®n de espionaje en Barcelona, en la zona roja. No pudo negarse. Su vida sufri¨® entonces un cambio dr¨¢stico, pero el v¨¦rtigo de las complicaciones s¨®lo acababa de comenzar.
Las peripecias de Mariano Fern¨¢ndez las cuenta Jorge Mart¨ªnez Reverte (Madrid, 1948) en Triple agente (Espasa), la novela que acaba de publicar y que ha subtitulado Las aventuras de un esp¨ªa a su pesar en la Guerra Civil. "En la ficci¨®n puedo fabricar los personajes", explica Reverte. "En la realidad, no, y quer¨ªa evitar esta vez los dolorosos efectos que vienen detr¨¢s de todas esas relaciones que establec¨ª para mis ¨²ltimos libros de historia, y es que poco a poco se me van todos muriendo". Se refiere a su trato con los supervivientes de la guerra a los que entrevist¨® para poder trasladar sus experiencias a las p¨¢ginas que ha dedicado a las batallas del Ebro y Madrid y a la ca¨ªda de Catalu?a.
Los personajes centrales son fabricados, pero no los sucesos de aquellos d¨ªas de marzo de 1938 en los que se desarrolla la trama, ni tampoco las figuras hist¨®ricas que va conociendo el joven e inexperto Mariano Fern¨¢ndez durante el peligroso itinerario que lo lleva de Burgos a San Sebasti¨¢n y de ah¨ª a Francia y despu¨¦s a Barcelona. "Tambi¨¦n son reales las visitas tur¨ªsticas que organizaba Luis Bol¨ªn en la retaguardia franquista para que monjas y damas de la alta sociedad inglesa vieran los campos de concentraci¨®n donde estaban prisioneros los terribles rojos", cuenta Reverte. El humor es otro de los elementos de su novela. El humor incrustado en el coraz¨®n de unos episodios cargados con el dolor y la furia de la guerra.
La mayor contribuci¨®n del escritor y periodista ha sido esta vez la de meternos en la Guerra Civil por una puerta muy poco transitada, la del espionaje, uno de los temas en los que faltan estudios sistem¨¢ticos. "Hubo espionaje en las dos zonas y, l¨®gicamente, espiaron las potencias extranjeras. En Burgos estaban la Gestapo y los servicios secretos franquistas, que dirigi¨® con bastante torpeza Mart¨ªnez Anido y que luego fueron bastante eficaces en las manos del coronel Ungr¨ªa". En la zona republicana, el espionaje sovi¨¦tico estaba muy bien engrasado. "En Espa?a intervinieron dos maestros en la materia, Otto Katz y Willi M¨¹nzenberg. Este ¨²ltimo, que fue amante de Marlene Dietrich, se encarg¨® de montar el apoyo solidario de Hollywood a la Rep¨²blica. El otro trabaj¨®, sobre todo, en tareas de intoxicaci¨®n".
Es precisamente esa labor de intoxicaci¨®n la que el h¨¦roe de Jorge M. Reverte encuentra en Barcelona. "En esos d¨ªas de 1938 se baraj¨® por momentos la posibilidad de que Francia interviniera en la guerra al lado de la Rep¨²blica", explica. "As¨ª que sus servicios de espionaje intentaron precipitar esa decisi¨®n transmitiendo dos ideas: que en el norte de Marruecos estaba a punto de producirse una insurrecci¨®n contra las fuerzas de ocupaci¨®n y que las tropas franquistas ten¨ªan previsto atacar Catalu?a y que pod¨ªan, por tanto, amenazar a Francia por el sur".
No consiguieron su objetivo, pero s¨ª lograron que Francia abriera sus fronteras durante unos d¨ªas para que llegaran refuerzos a las debilitadas fuerzas republicanas. En medio de todo este barullo de datos y contradatos, de noticias llenas de claves y m¨¢quinas descodificadoras, de sospechas e interrogatorios y persecuciones, en una ciudad arrasada, adem¨¢s, por las bombas de los aviones italianos, se mueve el joven Mariano Fern¨¢ndez. Por la novela asoman las apasionantes figuras de Kim Philby, el periodista al que Franco adoraba y que espiaba para los sovi¨¦ticos desde unos a?os antes; el teniente coronel Morel, jefe de los servicios de espionaje franceses ("uno de los personajes m¨¢s fascinantes de la guerra", apunta Reverte) o, entre otros, el oscuro miembro de La Cagoule, un grup¨²sculo de la ultraderecha francesa, que se llamaba Filliol y al que llamaban El Asesino.
En la novela de Jorge M. Reverte se cuenta tambi¨¦n una historia de amor y la sutil metamorfosis que padece el protagonista. "A la guerra fueron convencidos de sus respectivas causas los voluntarios que se apuntaron en uno y otro lado a las distintas milicias. Pero fueron muchos m¨¢s los que quisieron pasar desapercibidos, la mayor¨ªa". Y es lo que le ocurre al h¨¦roe, a su pesar, de esta trepidante novela. Un hombre corriente que al empezar el conflicto s¨®lo sent¨ªa vagas simpat¨ªas por el Partido Radical de Lerroux, pero que luego se ve empujado tan cerca del horror que su coraz¨®n y sus afectos van modific¨¢ndose poco a poco.El humor se incrusta en el coraz¨®n de unos episodios cargados con el dolor y la furia de la guerra
Babelia
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