Dal¨ª atravesado por la pantalla
La Tate Modern de Londres abre ma?ana una muestra sobre el artista y su relaci¨®n con el cine
En una sala de la cuarta galer¨ªa de la Tate Modern, una navaja rasga en blanco y negro el ojo de una mujer. No es un crimen real, ni el ojo pertenece a una mujer. Es un ojo de vaca, pero el truco dram¨¢tico produce la misma mezcla de espanto y sorpresa que en 1929. Por conocida, la escena de Un perro andaluz deber¨ªa figurar como un clich¨¦ del cine.
Al pintor le gustaba el cine en su vertiente antiart¨ªstica, popular, democr¨¢tica
Sin embargo, como tantas cosas que siempre parecen ajenas al desgaste de lo repetido, mantiene su capacidad transgresora, su deliberado efecto sobre los espectadores y el mensaje radical de dos artistas que se acercaron fascinados al cine. Uno es Luis Bu?uel, y no hace falta decir m¨¢s para situarle entre los maestros del cine. ?Pero el otro? ?Cu¨¢l es el legado cinematogr¨¢fico del otro? ?O qu¨¦ efecto tuvo el cine sobre el otro? ?Influy¨®? ?Fue influido? El otro, claro, es Salvador Dal¨ª, cuya relaci¨®n con el cine est¨¢ significada en la exposici¨®n que se inaugura ma?ana en la Tate. Lleva el t¨ªtulo de Dal¨ª y el cine, y se antoja como uno de los acontecimientos del verano en Londres.
Dal¨ª colabor¨® con Bu?uel en dos obras capitales del cine -El perro andaluz- y La edad de oro-, admir¨® a Cecil B. De Mille, Walt Disney, los hermanos Marx y los enloquecidos personajes que Mark Sennett cre¨® para la serie de los Keystone Cops. Sent¨ªa debilidad por Am¨¦rica, y eso inclu¨ªa el cine de Hollywood: los westerns mudos de Tom Mix y las pel¨ªculas de B¨²ster Keaton, a quien ten¨ªa en m¨¢s aprecio que a Chaplin, demasiado sentimental en su opini¨®n. Le gustaba el cine en su vertiente antiart¨ªstica, popular, democr¨¢tica, ajena a las convenciones del arte. As¨ª lo vio en los a?os 20, en su primera y rompedora etapa como pintor. As¨ª se lo traslad¨® a Bu?uel. As¨ª surgieron dos pel¨ªculas tan novedosas que fueron tomadas como una declaraci¨®n de principios. Breton calific¨® El perro andaluz como el primer filme surrealista. Su carga expresiva, su potencia visual, el humor y su absoluta heterodoxia se mantienen intactas. En la primera sala de la exposici¨®n, junto a la obra m¨¢s temprana de Dal¨ª, las im¨¢genes de El perro andaluz abren una exposici¨®n abrumadora por alt¨ªsimo n¨²mero de obras, notas, cartas y detalles que aluden a la relaci¨®n del artista con el cine.
En los cuadros se observa la carga cinematogr¨¢fica de su obra. Paisajes sin suelo, sensaci¨®n secuencial en la pintura, preguntas que quedan flotando. No es el ¨²nico sobre el que pesa el universo cinematogr¨¢fico, pero s¨ª uno donde se manifiesta con m¨¢s claridad. Si la relaci¨®n entre Fritz Lang y el expresionismo alem¨¢n es tan evidente que al propio Dal¨ª le parece desagradable, o si las composiciones de Hopper determinan buena parte de la mirada del cine negro y de los melodramas norteamericanos, en el caso de Dal¨ª hay un deliberado trabajo por introducir su percepci¨®n del arte en el cine. Cree que los c¨®micos tienen un poder corrosivo que supera cualquier otra forma art¨ªstica. De ah¨ª procede su admiraci¨®n por los hermanos Marx, y especialmente por Harpo. Le tiene por un genio, traba amistad, se inicia la posibilidad de trabajar juntos en un proyecto que nunca se completa. Los Marx representan para Dal¨ª un modelo de subversi¨®n popular.
El recorrido de la exposici¨®n est¨¢ sostenido por las im¨¢genes de las pel¨ªculas donde la huella de Dal¨ª es m¨¢s evidente. Naturalmente, est¨¢ La Edad de Oro, la segunda y ¨²ltima colaboraci¨®n con Bu?uel. Y tambi¨¦n se ofrecen los tres minutos dalinianos de Recuerda, la pel¨ªcula que, en principio, reunir¨ªa los talentos de Alfred Hitchcock y Salvador Dal¨ª. En una ¨¦poca de profunda influencia freudiana, Recuerda se comenz¨® a construir como un clamoroso manifiesto psicol¨®gico. Finalmente pesaron m¨¢s todas las adherencias que limitaron la participaci¨®n de Dal¨ª: el alto presupuesto, las discrepancias de Ingrid Bergman con muchas de las propuestas, la utilizaci¨®n del pintor espa?ol como simple reclamo publicitario m¨¢s que como creador cinematogr¨¢fico. As¨ª y todo, buena parte de la imaginer¨ªa de Dal¨ª se muestra en la introspecci¨®n psicol¨®gica que realiza Gregory Peck en una de las escenas m¨¢s rese?ables de la pel¨ªcula.
Los surrealistas, con Breton a la cabeza, consideraron que Recuerda era una concesi¨®n sin escr¨²pulos de Dal¨ª a Hollywood. Avida d¨®lar, le llam¨® Bret¨®n. La acusaci¨®n no tuvo mayores efectos sobre un hombre que siempre mantuvo estrechas relaciones con los directivos de las grandes compa?¨ªas. Un cuadro de Jack Warner, uno de los hermanos propietarios de la Warner Brothers, destaca en la exposici¨®n, que dirige su ¨²ltimo trecho al v¨ªnculo de Dal¨ª con Nueva York y su escena art¨ªstica. All¨ª aparece como precursor de otro artista que hizo un enorme valor a?adido de su propio personaje. Era Andy Warhol, el artista con la mejor nariz comercial de las ¨²ltimas generaciones. Su deuda con Dal¨ª resulta evidente. En realidad, es una deuda general del arte de hoy, con toda su carga contradictoria y puede que decepcionante en muchos casos.
LA EXPOSICI?N, DE UN VISTAZO
Dal¨ª & Film permanecer¨¢ abierta al p¨²blico en la Tate Modern de Londres desde ma?ana y hasta el pr¨®ximo 9 de septiembre.
La exposici¨®n incluye m¨¢s de un centenar de obras de Salvador Dal¨ª (1904-1989), entre pinturas, fotograf¨ªas, dibujos, cartas y pel¨ªculas.
La muestra ilustra las colaboraciones del pintor con Luis Bu?uel, Walt Dysney, Alfred Hitchcock, Charlie Chaplin y los Hermanos Marx.
Babelia
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