Cuando la muerte entra sin avisar
Jaime Rosales cruza en 'La soledad' la historia de dos mujeres con el destino marcado
De peque?o me encantaban las comedias, los westerns y los filmes de acci¨®n americanos, todas aquellas pelis que echaban en la tele los s¨¢bados por la tarde. Es m¨¢s, cuando estudi¨¦ cine en la escuela de San Antonio de Ba?os, en Cuba, donde los alumnos se divid¨ªan en cin¨¦filos proamericanos y cin¨¦filos proeuropeos, al principio yo iba con los primeros". Hoy, el barcelon¨¦s Jaime Rosales es, a sus 37 a?os, uno de los referentes del cine europeo de autor y aun as¨ª, en la conversaci¨®n, le asoma el ni?o y exclama: "L¨¢stima que sean tan malos los filmes de Hollywood".
Sentado delante de una coca-cola, Rosales desgrana, con un discurso preciso, su obra. Est¨¢ embarcado en una semana de promoci¨®n por toda Espa?a, tras volver el pasado fin de semana del festival de Cannes, donde su segundo filme, La soledad, particip¨® en la secci¨®n Una cierta mirada. No se considera un mimado del certamen franc¨¦s a pesar de que ya ha estado all¨ª dos veces m¨¢s: con su primer largo, Las horas del d¨ªa, obtuvo en 2003 el premio FIPRESCI en la Quincena de Realizadores, y en 2004 asisti¨® como invitado. Tras un pasado de licenciado en Empresariales, de estudios de cine en Cuba y en Sidney, ahora Rosales, tipo anal¨ªtico de punto casi germ¨¢nico, con una idea clar¨ªsima de lo que quiere para su carrera, ocupa el estatus de creador que interesa en los festivales europeos, con una mirada cercana a la de Marc Rech¨¤, Jos¨¦ Luis Guer¨ªn o a la del mexicano Carlos Reygadas. Rosales no cree en el ombliguismo: "Cuando organizas un relato equilibras lo que quieres contar con las necesidades de atenci¨®n del espectador. No pongo un atentado s¨®lo para atraer al p¨²blico, sino que en este momento de mi vida, en el que soy padre de dos ni?as, reflexiono sobre la sociedad en la que vivo, en la que hay terrorismo y cr¨ªmenes".
Si en Las horas del d¨ªa un aburrido pusil¨¢nime asesinaba de repente sin justificaci¨®n, en La soledad la muerte ataca por dos flancos: en forma de atentado terrorista y a trav¨¦s de la enfermedad. El atentado del 11-M pill¨® a Rosales en Par¨ªs y le descoloc¨®. "Nuestra vida es en gran parte rutina
[en el filme las protagonistas, por ejemplo, planchan. Y mucho]. S¨®lo la muerte entra sin avisar. No estamos preparados para enfrentarnos a ella, rodeados de tanto consumismo y falsa felicidad, y eso que sabemos que llegar¨¢. Antes no se pod¨ªa hablar del sexo, ahora el tab¨² es la muerte". Seg¨²n el cineasta, existen dos tipos de muerte, la de la gente querida y la propia, y por eso La soledad cruza la vida de dos mujeres con el destino marcado: Adela, una chica con un ni?o peque?o que abandona su pueblo y se traslada a Madrid, y Antonia, una viuda con tres hijas enfrentadas que regenta un supermercado.
A Rosales le va el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa: para zambullir al espectador en su pel¨ªcula usa en el 30% del metraje la polivisi¨®n, la pantalla partida. "A cada gui¨®n le corresponde un lenguaje, la forma debe amoldarse al contenido". Por eso le atrae el f¨²tbol ("No lo dudes, el Bar?a ganar¨¢ la Liga"), porque disfruta de su lenguaje. Es lo ¨²nico que ve en la tele Rosales, un ¨¢vido lector. "A mi hija mayor, de tres a?os, no le dejo que la vea. La llevar¨¦ al cine cuando cumpla cinco a?os, y ser¨¢ a una peli de Tarz¨¢n, de las de Johnny Weissmuller". Al final volvi¨® el ni?o.Rosales: "Reflexiono sobre la sociedad en la que vivo, en la que hay terrorismo y cr¨ªmenes"
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