Eero Saarinen y la monumentalidad moderna
A veces, la arquitectura refleja las fuerzas de una sociedad y de un periodo de forma casi inconsciente. Eero Saarinen (1910-1961) fue una de las grandes figuras de la arquitectura moderna durante los a?os cincuenta en Estados Unidos y captur¨® la atm¨®sfera norteamericana de posguerra, llena de optimismo tecnol¨®gico, en edificios que combinaban una organizaci¨®n l¨²cida, formas limpias y un gran nivel de artesan¨ªa industrial. No quer¨ªa estar limitado por un uniforme estrictamente funcionalista, y explor¨® las geometr¨ªas curvas y las met¨¢foras org¨¢nicas en obras como la terminal de TWA en el aeropuerto Kennedy de Nueva York, un edificio que evoca el vuelo mediante la imagen de unas alas extendidas. Saarinen fue prol¨ªfico y vers¨¢til, y abord¨® gran variedad de proyectos, desde el dise?o de sillas hasta el de monumentos p¨²blicos. Transform¨® la caja neutral de acero y cristal, tan t¨ªpica de la ¨¦poca, en un elegante ¨¢mbito para las empresas norteamericanas. Con complejos como el Centro T¨¦cnico de General Motors en Warren, Michigan (1949) y la sede mundial de John Deere en Moline, Illinois (1960), Saarinen ayud¨® a definir una imagen nueva y honor¨ªfica para la empresa y la tecnolog¨ªa estadounidense, a base de "parques empresariales" situados fuera de las ciudades, en los que los edificios eran una especie de m¨¢quinas impolutas en entornos pastorales.
Las cr¨ªticas contra Saarinen significaban no comprender que estaba tratando de ampliar la gama expresiva de la arquitectura moderna
Saarinen naci¨® en Finlandia.
Su madre era artista y su padre, Eliel, un arquitecto muy conocido, que obtuvo el segundo puesto en el concurso internacional para construir el rascacielos del Chicago Tribune en 1922, con un dise?o de estr¨ªas verticales y geol¨®gicas. Sus padres se trasladaron a vivir a Estados Unidos y, a mediados de los a?os treinta, establecieron el programa y dise?aron los edificios de la Academia Cranbrook en Michigan, una instituci¨®n dedicada a resaltar la fusi¨®n de forma y funci¨®n, material e idea, oficio y tecnolog¨ªa. Saarinen, hijo, trabaj¨® con Charles Eames, que hab¨ªa estudiado en la Academia; juntos fueron pioneros en el dise?o de muebles basado en un uso innovador de los materiales modernos y sensible respecto al cuerpo humano en sus diferentes posiciones. Saarinen conserv¨® este inter¨¦s por las formas y las estructuras org¨¢nicas en todo su trabajo posterior, como dise?ador de muebles (por ejemplo, la cl¨¢sica "silla Tulipa" de mediados de los cincuenta) y como arquitecto. En esta ¨²ltima faceta, al trabajar a mayor escala, explor¨® las posibilidades expresivas de las estructuras de b¨®veda y de c¨¢scara, incluidas las basadas en geometr¨ªas parab¨®licas. Fue la intervenci¨®n de Saarinen como miembro del jurado en el concurso para la ?pera de Sidney, en 1957, lo que permiti¨® que el trabajo se encargara finalmente al dan¨¦s J?rn Utzon, que hab¨ªa presentado un asombroso proyecto escult¨®rico con unas b¨®vedas como velas que se alzaban sobre plataformas.
Saarinen trabaj¨® para grandes empresas, universidades de prestigio e incluso el Estado: su edificio para la Embajada de Estados Unidos en Londres (1960), con sus laboriosas alusiones cl¨¢sicas y sus toques de metal dorado en las fachadas, revela ciertos excesos ret¨®ricos en su descarado intento de expresar prestigio y poder, lo cual hace que el edificio raye en el kitsch monumental. Saarinen era el ni?o mimado de los medios de comunicaci¨®n y lleg¨® a aparecer en la portada de revistas tan populares como Time, pero causaba escepticismo entre los acad¨¦micos que se consideraban guardianes de la fe modernista m¨¢s estricta. La facilidad formal y el ¨¦xito profesional de Saarinen no le granjearon las simpat¨ªas de todos. Algunos le acusaron de no poseer un estilo coherente, de saltar de un lenguaje arquitect¨®nico a otro y de permitirse un formalismo excesivo. Pero esas acusaciones significaban ignorar la necesidad de una nueva monumentalidad en los a?os cincuenta y no comprender que Saarinen estaba tratando de ampliar la gama expresiva de la arquitectura moderna.
Era no comprender tampoco las intenciones de Saarinen a la hora de interpretar la localizaci¨®n y la situaci¨®n de cada cliente; ¨¦l pensaba que ten¨ªa el deber de definir un car¨¢cter individual para cada edificio, fuese de uso dom¨¦stico o industrial, sagrado o laico. Por ejemplo, cuando dise?¨® el auditorio y la capilla Kresge en el Massachusetts Institute of Technology (1953), pens¨® que era necesario definir un nuevo eje para el campus mediante esos dos objetos simb¨®licos que representaban lugares de reuni¨®n. La capilla es un cilindro revestido de ladrillo, iluminado desde arriba a trav¨¦s de un ¨®culo y desde abajo mediante un foso de agua que refleja la luz de forma indirecta y la introduce por unas aberturas serpenteantes en la base del edificio. El tosco enladrillado refleja la textura de la cercana residencia universitaria Baker, de Alvar Aalto. Al interior se llega a trav¨¦s de un pasillo enclaustrado, rodeado de cristal ahumado, y el cilindro se corona con una escultura puntiaguda que se?ala hacia el cielo y recuerda vagamente a una aguja. Se trata, sin duda, de un trabajo muy alejado de las obras que realizaba el arquitecto para usos seculares. Con la capilla, Saarinen quiso crear un espacio para la meditaci¨®n y evocar la larga historia de los edificios de tipo centralizado, pero sin apelar al simbolismo de una religi¨®n por encima de otra.
Saarinen estaba interesado por ciertas cuestiones tradicionales de la monumentalidad -la expresi¨®n simb¨®lica del poder, la representaci¨®n de los ideales sociales, la creaci¨®n de formas ic¨®nicas-, pero quer¨ªa darles respuesta con medios modernos, empleando todos los recursos de la tecnolog¨ªa norteamericana en el periodo de apogeo de la productividad industrial en Estados Unidos. Algunos de sus edificios eran casi exhibiciones impl¨ªcitas en el conocimiento y la pericia de la ingenier¨ªa estadounidense. De todo ello es representativo el Arco Gateway en San Luis, Misuri (1949-1962), tal vez la obra maestra de Saarinen. Una estructura parab¨®lica que combina el hormig¨®n y el acero en el interior y est¨¢ revestida de acero inoxidable brillante que refleja la luz en sus superficies anguladas. El arco se alza en el principal eje de la ciudad, entre la c¨²pula de los antiguos juzgados y la orilla oeste del r¨ªo Misisip¨ª. Tiene 180 metros de altura y 180 metros de anchura en la parte m¨¢s baja; es decir, podr¨ªa inscribirse en un cuadrado. El "Arco Conmemorativo de la Expansi¨®n de Jefferson" (su nombre completo) se erigi¨® para recordar la expansi¨®n de Estados Unidos hacia el Oeste en el siglo XIX -la compra de Luisiana en la ¨¦poca de Jefferson, el punto de partida de la expansi¨®n de Lewis y Clark al Lejano Oeste, etc¨¦tera- y representa, por tanto, la ideolog¨ªa del "destino manifiesto".
Saarinen concibi¨® su monu
mento a gran escala, de forma que el arco puede verse desde kil¨®metros a la redonda. Una de las iron¨ªas, dado su simbolismo oficial, es que el arco est¨¢ a s¨®lo 20 kil¨®metros al oeste de otro gran monumento en la historia del continente norteamericano, el conjunto de pir¨¢mides de Cahokia, donde, en el a?o 1000 despu¨¦s de Cristo, floreci¨® una importante civilizaci¨®n urbana, bastante similar a las ciudades precolombinas de M¨¦xico. Pero no encaja en el mito nacional del "descubrimiento" de Am¨¦rica, as¨ª que no figura en los libros de historia. Los monumentos nuevos imponen versiones actualizadas de los acontecimientos hist¨®ricos, conservan ciertos recuerdos y suprimen otros. El arco de San Luis establece su presencia sin ser pomposo ni trivial (a pesar del chiste que hace referencia a los dos arcos de una famosa cadena de comida r¨¢pida: "?De pronto, me entraron ganas de comerme media Big Mac!"). Muy criticado en su ¨¦poca porque se construy¨® donde antes se alzaban edificios a la orilla del r¨ªo, en la actualidad se ha hecho un lugar como un hito fundamental. Posee una forma tan en¨¦rgica que supera connotaciones simplistas de significado, sean oficiales o populistas. Cuando el sol lo recorre y cuando el acero inoxidable reacciona levemente a los cambios de temperatura, el arco de Saarinen asume vida propia como un vector de luz y sombra que se eleva de la tierra hacia el cielo: una escultura minimalista de dimensiones c¨®smicas. Es casi como una obra de la naturaleza.
La exposici¨®n Eero Saarinen: Shaping the Future estar¨¢ abierta hasta el 7 de octubre en el International Centre for Urbanism, Architecture and Landscape (CIVA). Rue de l'Hermitage, 22. Bruselas. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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