Banderas y ley
Lo que est¨¢ pasando le parece incre¨ªble a la madre de Miguel ?ngel L¨®pez, de Huelva, preso en Riga bajo la acusaci¨®n de robo y ultraje a la bandera de Letonia. El fiscal solicita tres a?os de c¨¢rcel para Miguel ?ngel y seis amigos suyos. Descolgaron una bandera de Letonia que ondeaba en una farola para llevarse un recuerdo del viaje por los pa¨ªses b¨¢lticos, de norte a sur, por Finlandia y Estonia, de paso hacia Lituania. Me figuro que cometieron la gamberrada porque les gustaba el pa¨ªs, su bandera roja con una estrecha franja blanca en el centro. Una se?ora los acus¨® de coger la bandera, pisarla y querer tirarla al r¨ªo Duina, el mismo r¨ªo en el que se ahog¨® el granadino ?ngel Ganivet.
Miguel ?ngel L¨®pez, de 25 a?os, lleva, con cuatro amigos portugueses, desde el 16 de mayo en la c¨¢rcel de Riga, a unos 4.000 kil¨®metros de su casa. Tal como conocemos lo sucedido, todo nos parece desquiciado. Las autoridades letonas dicen que se atienen a la ley, a la espera de lo que decidan los jueces. Pero yo recuerdo el caso de un viejo conocido m¨ªo, en una ciudad de la costa levantina espa?ola, hacia 1970, bajo el franquismo. Mi amigo, estudiante, evidentemente disparatado, se sinti¨® insultado en la calle por un polic¨ªa, al que pidi¨® su nombre o n¨²mero para poner una queja. El polic¨ªa se ofreci¨® a acompa?arlo ¨¦l mismo al cuartel m¨¢s pr¨®ximo, adonde, en cuanto entraron, mi viejo conocido recibi¨® una estupenda paliza de la que tard¨® en recuperarse una semana. De madrugada, lo sacaron del calabozo para llevarlo al despacho del comisario, o del jefe, un individuo de paisano que le notific¨® que, puesto que no ten¨ªa antecedentes, lo multaba y le dejaba ir sin pasarlo a disposici¨®n del juez.
La cantidad de la multa le pareci¨® al estudiante imposible. Muy bien, habr¨¢ que atenerse a la ley, a lo que decidan los jueces, dijo el polic¨ªa, dolorido por la suerte de su v¨ªctima. Y, puesto que el muchacho hab¨ªa entrado violentamente en una comisar¨ªa, el primer asalto a ese tipo de instalaciones desde la Guerra Civil, y hab¨ªa intentado tomar las armas de los guardias de servicio, est¨¢bamos ante un caso de rebeli¨®n militar por el que lo condenar¨ªan a 20 a?os de c¨¢rcel, probablemente, o a 30, con mayor seguridad. No s¨¦ qu¨¦ habr¨ªa pasado si mi antiguo conocido no se hubiera sometido al chantaje del comisario y hubiera sido entregado al imperio de la ley y los jueces.
El fiscal de Letonia habla de tres a?os de c¨¢rcel para el joven de Huelva y sus amigos. Y, aunque seguramente aplique el C¨®digo Penal let¨®n, no s¨¦ si el fiscal es consciente de aqu¨ª todo eso suena a absurdo desprop¨®sito con bandera. Las banderas son temibles. En su nombre se cometen las mayores exageraciones. La palabra bandera es de la misma familia que banda y bandolero. Tambi¨¦n en Espa?a existe el delito de ofensa a Espa?a, a sus Comunidades Aut¨®nomas, a sus s¨ªmbolos, pero se castigan con pena de multa, o arrestos de fin de semana si el reo no paga. En Espa?a hay una fiebre banderil, porque aqu¨ª somos nacionalmente inseguros y practicamos la man¨ªa de acosar a quienes no comparten bandera con nosotros. ?ltimamente, por ejemplo, se ha querido meter en la c¨¢rcel a los que usan la bandera con el ¨¢guila del franquismo, r¨¦gimen especialmente torturador, pero que nunca fue declarado fuera de la ley, aparte de ser en su tiempo muy seguido por la poblaci¨®n.
Letonia es estos d¨ªas rival futbol¨ªstico de Espa?a. No hace mucho, alguna organizaci¨®n futbol¨ªstica internacional se planteaba eliminar de los partidos las ceremonias con himnos y banderas, chispas emocionantes para avivar el ascua nacionalista. Letonia ha vivido bajo dominaci¨®n germ¨¢nica, polaca, sueca y rusa. Fue independiente en 1918. Volvi¨® a perder la soberan¨ªa por el pacto germano-sovi¨¦tico de 1939. La URSS la absorbi¨® despu¨¦s de cuatro a?os de ocupaci¨®n alemana. En 1990 obtuvo la independencia. Una fuerte minor¨ªa rus¨®fona intensifica la pasi¨®n nacional letona. Su larga historia ag¨®nica como naci¨®n quiz¨¢ justifique la pasi¨®n de Letonia por su bandera nacional. Pero eso no justifica la c¨¢rcel de los dos espa?oles y los cinco portugueses que descolgaron una bandera en Riga.
Estas cosas suceden en la Uni¨®n Europa, a la que pertenecen Espa?a y Letonia, y desmienten la idea misma de ciudadan¨ªa europea.
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