El parque del sexo
El sitio est¨¢ en el coraz¨®n de Londres, a un paso de Picadilly Circus, en un s¨®tano del centro comercial Trocadero, el lugar donde encontrar ositos de peluche vestidos de guardia de la reina o ceniceros con la bandera brit¨¢nica; el no va m¨¢s de los souvenirs para turistas poco exigentes. "Hei, sexy", susurra una sensual voz de mujer cuando uno empieza a bajar los escalones. "?En qu¨¦ est¨¢s pensando? ?En sexo? ?En amor? Bienvenido a Amora", dice enroscando la erre con delicioso acento british. "El sexo es instinto. El sexo es placer?", contin¨²a, mientras en una pantalla se suceden im¨¢genes de animales copulando: ping¨¹inos, tortugas, monos?
Vale. Hemos venido a que nos hablen de sexo. Todo en este lugar ?un h¨ªbrido entre un museo er¨®tico, un taller de educaci¨®n sexual y un parque tem¨¢tico? gira en torno a ¨¦l. Amora se inaugur¨® el pasado 18 de abril, y su fundador, Johan Ritki, un franc¨¦s de origen armenio de 35 a?os procedente de la banca de inversi¨®n, explica con orgullo el origen de su idea: "Empec¨¦ a darle vueltas hace cuatro a?os, despu¨¦s de visitar varios museos del sexo en Estados Unidos. Todos eran o muy pornogr¨¢ficos o muy aburridos y pens¨¦ que alguien deb¨ªa abrir algo que ocupara el hueco intermedio. Un sitio interesante, pero tambi¨¦n divertido, donde aprender pr¨¢cticas para mejorar nuestra vida sexual. Un lugar donde desmitificar estos temas. Ya sabes, la gente devora esos art¨ªculos que salen en Cosmopolitan del tipo '12 formas de volver loco a tu marido en la cama".
"Se ha pasado del sexo como pecado a objeto de consumo. Nos hemos saltado una etapa: la informaci¨®n sexual"
El recorrido durar¨¢ unas dos horas y media. Abrimos ojos y o¨ªdos. No es un tema balad¨ª. El 67% de los espa?oles considera sus relaciones sexuales algo muy o bastante importante en su vida. Diariamente somos bombardeados por cuestiones relacionadas con el sexo. En los medios de comunicaci¨®n. El cine. Nuestras conversaciones. ?Aprenderemos muchas cosas nuevas?
Amora arranca despacio, hablando de deseo. Cuesti¨®n de aclarar ciertos conceptos b¨¢sicos antes de entrar en materia. Empecemos por una leyenda urbana: ?es cierto eso de que a ellas les gusta menos practicar sexo? "A pesar de lo que te hayan hecho creer", nos explica una dulce voz de mujer, "a nosotras tambi¨¦n nos gusta mucho el sexo, pero necesitamos un poco de calentamiento. Lo que sucede, simplemente, es que no nos apetece todo el rato. Pero unas caricias en el sof¨¢ pueden ayudarnos a ponernos a tono?". Despu¨¦s le toca el turno al hombre: "Deja que te explique algo: somos mucho menos complicados que todas esas cosas que os cuentan en las revistas. Nos gusta el sexo. Y mucho. Por eso a veces puede apetecernos estar con alguien de quien no estemos necesariamente enamorados?".
Despu¨¦s, saquen papel y boli, se nos da una bater¨ªa de truquitos b¨¢sicos para ligar: si alguien te gusta, m¨ªrale a los ojos fijamente, cuenta hasta tres, baja la mirada al suelo y vuelve a subirla. Hazle re¨ªr. Si ten¨¦is una cita, intenta ser su reflejo. Si se inclina, incl¨ªnate. Si sonr¨ªe, sonr¨ªe t¨² tambi¨¦n; compartir la actitud de alguien nos hace sentir en la misma longitud de onda. Si la cosa funciona y est¨¢s a punto de besar a tu objeto de deseo, ah¨ª va una lista con 10 tipos de besos con los que dejar¨¢s huella, acompa?ados de un v¨ªdeo con un ejemplo pr¨¢ctico de cada uno: el beso a base de roces, el de los mordisquitos, los lametazos, el tradicional morreo? Y un secreto: la mejor forma de ser un aut¨¦ntico maestro del beso es pedir a tus parejas que te den su beso perfecto. Relaja tus labios y f¨ªjate bien en cu¨¢nto introduce la lengua, el nivel de humedad?
Si la cosa va m¨¢s all¨¢, dos maniqu¨ªes nos ayudan a encontrar las zonas er¨®genas de ambos sexos: los pechos, s¨ª, pero tambi¨¦n la piel tras la rodilla. Las nalgas, vale, pero tambi¨¦n el antebrazo. Para los m¨¢s juguetones se da una lista con los afrodisiacos m¨¢s efectivos (ostras, trufas, chocolate, caviar, queso, pl¨¢tanos, granada, jengibre, chile, ginseng) y una clase acelerada de strip-tease acompa?ada de im¨¢genes reales. Viste ropa f¨¢cil de quitar, ve despacio, muestra confianza y descaro, ve creando tensi¨®n? Y practica.
Realmente, ?necesitamos un sitio como Amora? La experta en sexo Vampirella, que responde a las preguntas de los lectores en EP3, cree que s¨ª: "En Espa?a hemos pasado de una ¨¦poca oscura en la que todo lo relacionado con el sexo era pecado o perverso, a otra en la que el sexo se ha convertido en un objeto de consumo. Nos hemos saltado toda una etapa intermedia, la de la informaci¨®n y la educaci¨®n sexual. Amora y otros sitios similares vendr¨ªan a ocupar ese hueco. Porque nos falta informaci¨®n real, sin que haya detr¨¢s alguien queriendo vendernos algo. No necesitamos tantos aparatos con pilas. Teniendo la cocina a mano?".
"La pornograf¨ªa sigue siendo el principal educador sexual de mucha gente y transmite un modelo distorsionado de la realidad", dice Carlos San Mart¨ªn, m¨¦dico sex¨®logo y secretario general de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa. "En eso, Amora parece algo novedoso y con un planteamiento bastante completo. El hecho de que sea muy visual e interactivo permite que la gente tome contacto y participe. Y eso es un valor a?adido. Sin duda, es una manera nueva m¨¢s l¨²dica de educar sexualmente".
Volvamos a Amora. ?D¨®nde lo hab¨ªamos dejado? Oh, s¨ª, est¨¢bamos practicando un strip-tease frente al espejo. ?Qu¨¦ tal esos contoneos? La temperatura ha subido unos grados y pasamos a la zona dedicada al sexo m¨¢s expl¨ªcito. De una pared cuelgan moldes basados en ejemplares aut¨¦nticos de ¨®rganos sexuales de hombres, mujeres y transexuales. Tienen diferentes formas y tama?os. Cuesti¨®n de mostrar la variedad de lo que se cuece por ah¨ª abajo. Diane, una polic¨ªa que ha entrado a curiosear, las mira boquiabierta y grita llamando a su compa?ero, que tambi¨¦n anda por ah¨ª husmeando: "?Ross! ?No te puedes perder esto!".
Llegamos a una de las zonas m¨¢s sensibles del tour: el sexo oral. Sobre una pared, mandando sobre la sala, sus normas de oro: 1) Para recibir sexo oral hay que practicarlo. 2) Nunca empujes la cabeza de alguien demand¨¢ndolo. 3) S¨¦ higi¨¦nico. Despu¨¦s, de nuevo los ejemplos pr¨¢cticos para mejorar la t¨¦cnica. Si el que lo recibe es un hombre, se nos sugiere mirarle de forma provocadora, tomar el pene como si fuera un sabroso helado, variar el ritmo, la profundidad? Si la que lo recibe es una mujer, se nos recomienda poner una almohada bajo su trasero para mejorar el ¨¢ngulo o sentarla en el borde de la cama, hacer movimientos circulares? En varios televisores, distintas parejas practican sexo oral. Y resulta muy dif¨ªcil no sonrojarse al observarlas con un desconocido al lado. Finalmente, dos maniqu¨ªes cortados transversalmente nos ayudan a localizar el famoso punto G. "?Oh, s¨ª!", exclama el maniqu¨ª var¨®n cuando uno roza su pr¨®stata plastificada. "?Qu¨¦ gusto!", chilla la chica cuando se toca su punto G.
De momento, Amora ha atra¨ªdo a m¨¢s periodistas que otra cosa. No todo el mundo est¨¢ dispuesto a pagar entre 12 y 15 libras (17 y 22 euros) por recibir una clase de educaci¨®n sexual. Pero Ritki no parece preocupado por los 12 millones de euros de inversi¨®n. Tiene los ojos puestos en ese mercado en auge que llama el del sexo sofisticado. La palabra que ahora ronda la mente de este inversor reconvertido en gur¨² del sexo es "franquicia". Teniendo en cuenta el auge de las patentes de tiendas de juguetes er¨®ticos, no suena descabellado. Estamos dispuestos a pagar por coloridos vibradores, por pel¨ªculas porno, por descargar contenidos er¨®ticos en nuestro m¨®vil, pero ?lo estamos para aprender a ser mejores amantes? Seg¨²n la ¨²ltima encuesta de la Federaci¨®n Espa?ola de Sociedades de Sexolog¨ªa, el 86% de los espa?oles afirman estar muy o bastante satisfechos con su actividad sexual. Pero Ritki cree que podemos mejorar. "Antes, la gente no sab¨ªa ad¨®nde ir. S¨®lo hab¨ªa pornograf¨ªa o manuales aburridos. Ahora estamos nosotros". Bien, entonces una pregunta con trampa: ?Ha mejorado ¨¦l en la cama? Ritki, un tipo r¨¢pido, dispara con un gui?o: "Ahora soy un amante incre¨ªble. Y eso que ya era espectacular".
Tras un breve repaso de las distintas posturas sexuales (la carretilla, la serpiente, el cowboy, el misionero?), llegamos al plato fuerte de Amora: el t¨²nel del orgasmo, una sala con la forma de un ¨²tero en la que se nos desvelan los pormenores de ese gran desconocido, empezando por su descripci¨®n. Porque, ?qu¨¦ es un orgasmo? "Un orgasmo ocurre cuando el cuerpo reduce de golpe el incremento de la presi¨®n sangu¨ªnea que se ha concentrado en la zona genital. El espasmo de la sangre volviendo al cuerpo y la descarga de la presi¨®n muscular que le siguen conducen al orgasmo". Las mujeres, se nos explica, tardan en estar a tono entre 2 y 45 minutos. Los hombres, vaya, entre 10 a 30? segundos. El pulso se acelera. La respiraci¨®n se duplica. Los pechos se hinchan un 20%. Mientras vamos leyendo esta informaci¨®n por los altavoces suenan gemidos y en una pantalla se suceden los rostros de gente real en pleno orgasmo.
?Qu¨¦ opina el p¨²blico de todo esto? Sergey, un chico de 20 a?os que ha venido arrastrado por su novia, parece estar disfrutando de la experiencia. Ahora mismo est¨¢ en la sala dedicada al fetichismo, afan¨¢ndose en el simulador de azotes. "?Qu¨¦ cosquillas!", dice el maniqu¨ª cuando la azota suavemente. O "?eso duele!", si calcula mal su fuerza. Al lado, Gina, su novia, est¨¢ sufriendo un ataque de risa. Cuando salen, Amora se vuelve a quedar vac¨ªo. Pasa bastante rato hasta que vuelve a aparecer una pareja, Kate y Mathew, de 35 y 39 a?os. No est¨¢n muy emocionados. "Hay demasiado texto y me resulta algo bobo", explica Kate. "Y caro. No creo que se lo recomiende a nadie". Y susurra: "Lo que s¨ª tengo que reconocer es que me he puesto bastante caliente despu¨¦s de pasar por el t¨²nel del orgasmo".
Ritki ha firmado un alquiler por 15 a?os. ?Veremos la expansi¨®n de su sue?o er¨®tico-financiero o acabar¨¢ sustituido por ositos de peluche?
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