Los dos futuros de Europa
Europa, hoy, ofrece una imagen contradictoria. Es una tierra de paz, democracia e imperio de la ley. Es asimismo una tierra de prosperidad: tiene una econom¨ªa competitiva, una moneda fuerte, baja inflaci¨®n y un nivel de vida de los m¨¢s altos del mundo. Los europeos disfrutan de un grado considerable de protecci¨®n social, educaci¨®n barata y de gran calidad, estrictas normas ambientales e infraestructuras excelentes. Adem¨¢s, Europa posee una diversidad cultural incomparable y una gran belleza natural. Parece una especie de sue?o ut¨®pico.
Con sus 500 millones de habitantes y el mayor mercado ¨²nico del mundo, aunque no sea una verdadera uni¨®n a los ojos del mundo, es un gigante econ¨®mico. Sin embargo, desde el punto de vista pol¨ªtico, es un enano, y no deja de encoger. Vivimos en un siglo de grandes Estados y, a medida que China, India, Estados Unidos y Jap¨®n contin¨²en su ascenso, incluso las mayores potencias europeas pronto resultar¨¢n enclenques. Ya en la actualidad, los tres mayores miembros de la UE pueden s¨®lo a duras penas compensar la p¨¦rdida de peso pol¨ªtico de Europa, y mucho menos contener la marea. Sin una UE fuerte, esa tendencia no har¨¢ m¨¢s que intensificarse.
El mundo fuera de Europa est¨¢ cambiando a toda velocidad, y no va a esperar a unos europeos enredados en el angustioso proceso de conocerse a s¨ª mismos. Las alternativas est¨¢n claras: o mantienen el paso, o se quedar¨¢n atr¨¢s. En Estados Unidos, pese a la obsesi¨®n actual con Irak, va afianz¨¢ndose una visi¨®n estrat¨¦gica que define el siglo XXI, sobre todo, en funci¨®n de la tr¨ªada de China, India y EE UU. El papel de Jap¨®n como aliado de los estadounidenses se da por descontado. La relaci¨®n con Rusia se encuentra en alg¨²n punto entre una relaci¨®n entre socios y una nueva rivalidad, pero, en cualquier caso, no se considera que Rusia constituya verdaderamente un desaf¨ªo estrat¨¦gico. Y desde ese punto de vista estrat¨¦gico, sobre el resto -incluida Europa-, hay silencio.
Lo que m¨¢s le preocupa a Estados Unidos es que, si bien Europa ya no crea problemas, su falta de unidad va a hacer que, a corto plazo, no tenga la voluntad o la capacidad de contribuir a resolver los problemas del mundo. La participaci¨®n europea en los esfuerzos de la OTAN para estabilizar Afganist¨¢n ha reforzado a¨²n m¨¢s esa ambig¨¹edad. Por un lado, el papel de Europa en Afganist¨¢n es algo que Estados Unidos valora y agradece, pero, por otro, ha dejado al descubierto la debilidad de los europeos y la limitada capacidad de la Alianza. Aunque los dirigentes pol¨ªticos estadounidenses no piensan todav¨ªa en descartar a la OTAN, la confianza en su capacidad de resolver conflictos disminuye r¨¢pidamente; se trata de una visi¨®n de Europa como entidad pol¨ªtica insignificante que comparten plenamente Pek¨ªn, Mosc¨² y Nueva Delhi.
?sta es la situaci¨®n de la que parte una nueva generaci¨®n de l¨ªderes en los tres principales Estados miembros de la UE. Gerhard Schr?der, Jacques Chirac y Tony Blair son historia. En Alemania, el Gobierno de Angela Merkel ocupa el poder desde hace a?o y medio. Nicolas Sarkozy acaba de asumir la presidencia francesa. Y Gordon Brown se dispone a ocupar el cargo de primer ministro en el Reino Unido. Dentro de s¨®lo unas semanas, este tr¨ªo tendr¨¢ que tomar una decisi¨®n crucial sobre el futuro de la Uni¨®n. Me refiero a la decisi¨®n sobre el tratado constitucional y sus perspectivas. El nombre que se d¨¦ al nuevo documento fundacional es lo de menos; lo importante para el futuro es reanimar la reforma constitucional para que Europa pueda contar con unos cimientos s¨®lidos. La pregunta es si los nuevos dirigentes conseguir¨¢n que triunfen, en tan corto plazo, sus esfuerzos para aprobar las reformas institucionales que necesita la Uni¨®n ampliada.
La mejor forma de lograrlo es centrarse en lo esencial. La Parte III del tratado constitucional rechazado no es m¨¢s que un compendio de los tratados de la UE actuales, y puede separarse del resto, dado que dichos tratados seguir¨¢n en vigor independientemente de que formen parte o no del nuevo documento. La Parte II del documento, la Carta de los Derechos Fundamentales, puede posponerse. Ser¨ªa una l¨¢stima, sin duda, porque, a medida que las burocracias de la UE adquieran m¨¢s autoridad, el d¨¦ficit democr¨¢tico se ampliar¨¢ si no existen unos derechos fundamentales claramente definidos. Si se pospone la Parte II, el Tribunal Europeo tendr¨¢ que encargarse de definir esos derechos fundamentales por ahora. Es una soluci¨®n de recambio, pero es mejor que nada.
Ahora bien, la Parte I del tratado es indispensable, como indispensable es el nuevo procedimiento de votaci¨®n, con su norma de "doble mayor¨ªa" para equilibrar la importancia de los Estados y la poblaci¨®n. Reabrir esta parte del debate y diluir as¨ª su contenido sustancial ser¨ªa un fracaso hist¨®rico y un grave rev¨¦s para el futuro de Europa. Si ¨¦se es el precio de sacar adelante el tratado, m¨¢s vale no hacer nada y esperar a otro momento oportuno.
Europa se juega mucho en las pr¨®ximas semanas. Si se salva la esencia del tratado constitucional, podr¨¢ llegar a convertirse en un actor mundial. S¨®lo entonces podr¨¢ tener alg¨²n futuro la alianza transatl¨¢ntica. Ser¨¢ un proceso largo, desde luego, y habr¨¢ otros contratiempos. Pero estaremos encaminados en la buena direcci¨®n y habr¨¢ genuinas razones para el optimismo. Por el contrario, si este nuevo intento vuelve a fracasar o desemboca en un compromiso vago e in¨²til, el declive de Europa se acelerar¨¢ y las relaciones transatl¨¢nticas ser¨¢n cada vez m¨¢s turbulentas.
Merkel, Sarkozy y Brown tienen que demostrar -pese a todas las diferencias que puedan existir entre ellos- que son conscientes de los retos que supone la globalizaci¨®n para Europa: los Estados miembros de la UE s¨®lo podr¨¢n defender sus intereses, en el mundo del siglo XXI, en la medida en que la propia UE tenga fuerza.
Joschka Fischer, ex ministro de Exteriores y vicecanciller de Alemania entre 1998 y 2005, es profesor visitante en la Escuela Woodrow Wilson de la Universidad de Princeton. ? Project Syndicate/Institute of Human Sciences, 2007. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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