El centro siempre necesario
?Tanta crispaci¨®n pol¨ªtica sufrimos en Espa?a? A tenor de los voceros de los partidos, s¨ª, en lo que tambi¨¦n coinciden sesudos analistas. Para esta mayor¨ªa opinante, Espa?a estar¨ªa viviendo una situaci¨®n insostenible de tensi¨®n pol¨ªtica. No coincido con esa afirmaci¨®n. Es cierto que nuestro debate est¨¢ agriado por descalificaciones gruesas y acusaciones tremendistas, pero, salvo cortos periodos, esta tensi¨®n ha sido una constante en nuestra democracia: recordemos la primera mitad de los noventa, o el periodo de la Transici¨®n. No sufrimos, por tanto, una crispaci¨®n excepcional, ni estamos, como gustan repetir a los profetas del Apocalipsis, ante una situaci¨®n guerracivilista. Ni el PSOE es una izquierda lun¨¢tica ni el PP una derecha radical, por m¨¢s que sus rec¨ªprocas acusaciones quieran arrinconarnos ante ese dilema. Una vez m¨¢s, hemos comprobado la eficacia de este juego de espejos en las recientes municipales. Me temo que de aqu¨ª hasta las generales la mutua descalificaci¨®n ser¨¢ una constante
El PP es de centro, aunque en los ¨²ltimos tiempos se ha escorado a posturas conservadoras
Se est¨¢ alimentando el discurso del enfrentamiento derecha / izquierda. Para los primeros, la izquierda pone en peligro la unidad de Espa?a, antepone los terroristas a las v¨ªctimas, facilita a ETA la consecuci¨®n de sus objetivos, y arremete contra la familia y la iglesia. Para los segundos, la derecha est¨¢ involucionando a posturas guerracivilistas, se escuda en el nacionalcatolicismo, y no reconoce la legitimidad democr¨¢tica actual. Los delirios de unos y otros producen monstruos condenados a enfrentarse b¨ªblicamente, cada uno luchando por su Bien frente al Mal que representa la otra facci¨®n. Este ¨ªntimo convencimiento de la posesi¨®n permanente de la verdad, adopta ribetes metaf¨ªsicos. No se valora lo que se ve, sino la Verdad en la que se comulga. Estas posturas no aceptan relativismo alguno. O se est¨¢ en el credo propio, o se milita en el rival. ?Estamos condenados a tener que elegir siempre, dram¨¢ticamente, entre esas dos Espa?as machadianas? ?Pueden existir posturas intermedias que luchen desde la sensatez por mejorar la convivencia y por impulsar proyectos compartidos, sin renunciar por ello a las propias ideas? Creo que s¨ª. Y esas fuerzas "centristas" a buen seguro que habitan en el seno de los grandes partidos, acusadas de tibias, acomplejadas y relativistas, y aplastadas por los halcones de la confrontaci¨®n. Kelsen ya escrib¨ªa en 1920 en su ensayo Esencia y valor de la democracia: "La concepci¨®n filos¨®fica que presupone la democracia es el relativismo". ?Qui¨¦n se atrever¨ªa hoy a afirmarlo en p¨²blico?
La creciente bipolaridad no se debe tan s¨®lo a cuestiones ideol¨®gicas. El concepto de retrovoto ¨²til -"Voto a un partido que no me gusta demasiado con tal de que no salga el otro que no me gusta nada"- hacen que el voto tienda a concentrarse. ?Cu¨¢ntas personas votan al PP con el ¨²nico objetivo de echar a Zapatero, o cu¨¢ntas al PSOE para evitar que el PP vuelva al poder? Probablemente casi tantas como las que acudan convencidas por las bondades de los respectivos programas. Lo hemos podido comprobar en las pasadas municipales. Tanto PP como PSOE han resultado favorecidos por su confrontaci¨®n. Han concentrado votos frente a terceras fuerzas. Por eso, m¨¢s que vender lo propio, los partidos se dedican a meter miedo con el Satan¨¢s que habita bajo las siglas del rival. Es un juego miserable, a pesar de su rentabilidad electoral. ?D¨®nde nos situar¨ªamos en la actualidad los que no satanizamos al rival, por m¨¢s que critiquemos algunas de sus medidas o plateemos otras alternativas? Dif¨ªcil ubicaci¨®n en alguna de esas dos Espa?as que representan por un lado el PP y por el otro PSOE, Izquierda Unida y ERC. El espa?olito que viene al mundo tendr¨¢ que adscribirse "sin complejos" a alguna de ellas, si no quiere ser acusado de tibio y traidor.
El PP es, actualmente, el gran partido que ocupa el espacio del centro-derecha y la derecha. Se siente c¨®modo en la democracia espa?ola, y est¨¢ plenamente homologado en el escenario pol¨ªtico occidental. Ocupa un espacio ideol¨®gico que abarca desde posiciones conservadoras hasta centristas, todo ello bajo la tradici¨®n liberal-conservadora que arranc¨® en el XIX con C¨¢novas del Castillo. El PP, tanto en el Gobierno como en la oposici¨®n, ha cometido errores -v¨¦ase la guerra de Irak o la gesti¨®n del 11-M-, y obtenido grandes ¨¦xitos, como por ejemplo su impecable gesti¨®n socioecon¨®mica o su rentable lucha contra el terrorismo. La izquierda comete una enorme injusticia descalific¨¢ndolo en su conjunto, en su vano intento de arrinconarlo en la extrema derecha. El PP nunca fue, ni tampoco ser¨¢, de extrema derecha. En el PP actual conviven sus dos grandes tendencias tradicionales, la m¨¢s liberal y posibilista, con la m¨¢s conservadora, que gira en torno a los valores cat¨®licos y a un determinado concepto de patria. Durante los ¨²ltimos a?os, una nueva l¨ªnea de pensamiento ha irrumpido con fuerza. Se trata de la ideolog¨ªa neoconservadora, que est¨¢ teniendo una importante influencia en todo Occidente. Las recetas neocons -que han sido elaboradas por importantes pensadores de la talla de Kristol o Kaplan- a¨²nan principios liberales con limitaciones de tradicionales libertades bajo el mandato de la seguridad. En el seno de todas las formaciones se repite la confrontaci¨®n de halcones frente a palomas, altern¨¢ndose los periodos de dominio de cada una de las tendencias. El PP es un partido de centro -con muchas de sus pol¨ªticas as¨ª lo ha demostrado-, aunque en estos ¨²ltimos tiempos se ha escorado -m¨¢s en discurso que en acci¨®n- a posturas netamente conservadoras, quiz¨¢ m¨¢s por t¨¢ctica que por convicci¨®n. Eso crea la percepci¨®n de que se derechiza y que deja un hueco en el centro. Sus dirigentes tendr¨¢n que decidir d¨®nde se sit¨²an finalmente, al tiempo que tendr¨¢n que acercarse a otras formaciones para no quedar incapacitados para el pacto.
Sea en el seno del PP, o fuera de ¨¦l, no cabe duda que ser¨ªa positiva para Espa?a una fuerza centrista que, desde posiciones liberal-conservadoras, con respeto a la iniciativa privada y a la libertad individual, y equilibrada por principios de justicia social, luchara por la convivencia en un Estado laico, pero respetuoso con las creencias de la mayor¨ªa del pa¨ªs y con la libertad de educaci¨®n. Una Espa?a europe¨ªsta, orgullosa y enriquecida por las distintas Espa?as que habitan en su seno. ?Una tercera Espa?a, quiz¨¢? A lo mejor es a eso a lo que llaman centro.
Manuel Pimentel es editor y ex ministro del PP.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.