Miramar
El 1 de junio fue la fiesta de inauguraci¨®n del hotel AC Miramar, un cinco estrellas en la cumbre de Montju?c. Hasta ahora m¨¢s conocido como el hotel de los l¨ªos. Desde que Televisi¨®n Espa?ola se traslad¨® a Sant Cugat, en 1983, las incertidumbres han planeado sistem¨¢ticamente sobre este edificio, inaugurado ya como hotel restaurante en 1929. En 2001 el Ayuntamiento aprob¨®, con mucha oposici¨®n interna, el proyecto de reforma presentado al concurso por ?scar Tusquets y la concesi¨®n por 50 a?os al grupo americano The Stein Group. Fecha prevista de inauguraci¨®n: 2004. Hubo protestas de vecinos y asociaciones por la sospecha de que se edificar¨ªa por encima de lo permitido y se ocupar¨ªa suelo p¨²blico en beneficio privado. La empresa adjudicataria demoraba las obras en busca de clientes a quienes vender el complejo. Sin ¨¦xito. A finales de 2005 tom¨® las riendas la cadena AC Hotels, presidida por Antonio Catal¨¢n, y el grupo de capital riesgo Apollo, tambi¨¦n norteamericano. El hotel abri¨® en pruebas, parcialmente, en octubre pasado. Pero el jueves se pon¨ªan en funcionamiento las 75 habitaciones de lujo, cuyos precios de pernocta oscilan entre los 300 y los 1.200 euros.
Pol¨¦micas aparte, un hotel de gran lujo en ese rinc¨®n privilegiado de la monta?a no parece una mala apuesta. Faltan en Barcelona establecimientos de gama alta y acaso sobran los de mochileros, hay que ir equilibrando la oferta. Adem¨¢s, por fin se hace algo con Miramar: tenerlo parado y medio en ruinas desde luego no beneficiaba a nadie.
Hab¨ªa una soprano en la repisa sur del viejo edificio noucentista -protegido como patrimonio hist¨®rico-, con una larga cola de tul y plumas que recorr¨ªa la fachada hasta el suelo, 14 metros m¨¢s abajo. Ya se sabe: lujo, ergo ¨®pera. Oh, mio babbino caro, Casta diva, una aria de la Reina de la Noche, en fin melod¨ªas de ayer y de siempre.
Me fij¨¦ en que los distintos servicios del hotel estaban indicados por carteles subtitulados. As¨ª, bajo el r¨®tulo con flecha "Piscinas y jardines" se pod¨ªa leer "Brillo de estrellas marinas, historias en piedra"; bajo "Jard¨ªn de los naranjos", "Azahar en do mayor, mar en sol menor". Y todo as¨ª. El restaurante Forestier ("aromas y colores noucentistes") anunciaba en su carta platos como la ensalada de mango con fres¨®n y queso de cabra caramelizado y el canet¨®n a las dos cocciones, con rago?t de trigo y brevas, por poner dos ejemplos para fardar. Pero en la inauguraci¨®n serv¨ªan quesos y jam¨®n, acompa?ados por vinos seleccionados. Prob¨¦ el Bestu¨¦, un cavernet sauvignon de Somontano que estaba la mar de bueno. De all¨ª me fui al Azulete ("Promesa de amor azul"), una autocita del arquitecto, pues la cubierta de vidrio es igual a la que en los d¨ªas ol¨ªmpicos cubri¨® el jard¨ªn de un restaurante de igual nombre ubicado en la Via Augusta, zona Tres Torres. De camino, me detuve a contemplar el spa -"serenidad natural"-, el ¨¢rea de fitness -sin calificativo a la vista; propongo "sudor perlado"- y la llamada Bodega, acompa?ada por la siguiente frase: Barcelona by Bauhaus; less is more. A ver si van a decirle a uno lo que tiene que beber o dejar de beber, que dir¨ªa aqu¨¦l. La decoraci¨®n es minimalista, sobria, entonada. El sal¨®n Montju?c tambi¨¦n lleva incorporado un comentario de texto en su r¨®tulo: "tranquila concentraci¨®n".
En el Azulete hab¨ªa degustaci¨®n de mariscos, acompa?ados por un excelente chablis de Chateau de Baune o un nada despreciable albari?o de Organistrum. Estaba all¨ª Jos¨¦ Montilla, departiendo con el presidente del grupo, Antonio Catal¨¢n, al que acompa?aba el ex delegado de la Generalitat en Madrid, Raimon Mart¨ªnez Fraile.
Pero lo mejor estaba por llegar: el jard¨ªn de la piscina. Es espectacular, se domina la ciudad desde Collserola hasta el mar. En el chiringuito sirven mojitos y caipirinhas de muy buen aspecto. El bloody mary es aceptable y a precio razonable a la vista de la puesta en escena: 12 euros. Se estaba francamente bien.
Si algo ech¨¦ en falta es la memoria del lugar. Es cierto que uno de los restaurantes se llama Forestier, en recuerdo del paisajista Jean-Claude Nicolas Forestier (Aix-les-Bains, 1861-Par¨ªs, 1930) que dise?¨® estos jardines, aunque su realizaci¨®n m¨¢s conocida en Espa?a son los de Mar¨ªa Luisa, en Sevilla. Pero no encontr¨¦ rastro del paso por ese edificio de Televisi¨®n Espa?ola, entre 1959 y 1983, que ya son a?os. Acaso no hubiera sido mala idea dedicar un sal¨®n a Franz Joham y Artur Kaps. O a la inefable perrita Marylin. Sin olvidar a Federico Gallo, Joaqu¨ªn Soler Serrano y Mario Beut, ni tampoco al Senyor Caparr¨®s de Joan Capri. Y m¨¢s hacia aqu¨ª habr¨ªa que recordar almenos a los Personatges de Montserrat Roig y al Vost¨¨ pregunta de Joaquim Maria Puyal. Aunque, bien pensado, tal vez sea mejor olvidar entre estos oropeles que hace tiempo fuimos un pa¨ªs pobre, casposo y de mal gusto. Ahora somos Puerto Vallarta. Los alegres cruceros aguardan all¨¢ abajo, en el muelle.
A la vista de que me pon¨ªa sombr¨ªo decid¨ª retirarme. A la salida del hotel, una azafata sonriente me regal¨® una cajita de recuerdo. Supuse que ser¨ªa perfume, otro icono habitual del lujo. Me equivoqu¨¦. Era una cajita de m¨²sica que tocaba la Primavera de Vivaldi. Y por un momento cre¨ª que me encontraba en el hotel Cipriani de Venecia.
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