Escenas reveladoras
![Antonio Jim¨¦nez Barca](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fbb60e462-6db2-4012-988f-f51510e31f70.png?auth=7669172c5cd7ebd827330e281ce58fbefd56b99fd17a3fd2ee1eb156026e8bb9&width=100&height=100&smart=true)
El fin de semana uno de los acusados, Javier Gonz¨¢lez D¨ªaz, se enter¨® de que la fiscal¨ªa, en vez de los cuatro a?os de c¨¢rcel que solicitaba hasta ahora, pedir¨¢ para ¨¦l en sus conclusiones definitivas la absoluci¨®n. Esto es, Gonz¨¢lez D¨ªaz, apodado El Dinamita, acusado de suministrar explosivos, casi con toda seguridad saldr¨¢ en libertad.
Ayer se le notaba el buen humor. Y en el receso, Gonz¨¢lez D¨ªaz, en libertad condicional, estuvo charlando en el vest¨ªbulo durante media hora... con un polic¨ªa.
Las conclusiones definitivas de la fiscal¨ªa son un term¨®metro m¨¢s o menos fiable para saber c¨®mo les va yendo a los imputados en el juicio.
Tambi¨¦n los tres j¨®venes asturianos acusados de transportar dinamita a Madrid han visto c¨®mo en vez de ocho a?os de prisi¨®n, ahora piden s¨®lo cuatro. Tal vez por eso ayer parec¨ªan sonre¨ªr algo m¨¢s, hablar algo m¨¢s animadamente entre ellos.
Como el polic¨ªa y El Dinamita.
Fue una de las escenas reveladoras de ayer.
Otra fue la del Rabei Osman, El Egipcio, escuchando atentamente la transcripci¨®n de las cintas que le inculpan. En ellas aconseja a un joven ac¨®lito que tranquilice sus ¨¢nimos de inmolarse, que ya le llegar¨¢ el d¨ªa. Mientras se le¨ªa en la sala esa parte de la conversaci¨®n de Osman, Fouad el Morabit, otro de los encarcelados, apoyaba sus pies descalzos, recubiertos con unos calcetines marrones, en las piernas de El Egipcio. Era un gesto de confianza.
El Morabit, acusado de pertenecer a la banda terrorista, es un pulcro ex estudiante de ingenier¨ªa con cara de inteligente que pasa todas las sesiones mirando y rellenando papeles. Fue uno de los amigos de Osman en Espa?a. Y, a juzgar por la actitud, sigue si¨¦ndolo.
La tercera de las escenas fue m¨¢s dura y es recurrente, y cada d¨ªa se sucede en este juicio, donde el horror se amontona de forma que es dif¨ªcil reconocerlo a veces. Ayer, una madre, su hijo y su hija acudieron a la sesi¨®n y se pusieron cerca de los encausados y escucharon todo con una serenidad impresionante.
Una de las bombas de los trenes se llev¨® el 11-M al marido y al padre. Pero por los gestos contenidos y la ausencia de dramatismo de esta familia nadie lo hubiera adivinado jam¨¢s.
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