Baltasar Porcel gana el Premi d'Honor de les Lletres Catalanes el a?o de su "lucha m¨ªtica"
El autor mallorqu¨ªn, que acaba de superar una grave enfermedad, prepara nueva novela
En el a?o de su "lucha m¨ªtica entre la oscuridad y la luz, Dios y el diablo" como ¨¦l lo define -acaba de cumplir los 70, ha superado un agresivo c¨¢ncer y protagoniza diversos homenajes-, el escritor Baltasar Porcel recibi¨® ayer su 22? galard¨®n, el 39? Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, "por una obra de una ambici¨®n y densidad excepcional, en el marco de una catalanidad m¨¢s practicada que proclamada ret¨®ricamente", seg¨²n el jurado del premio que convoca ?mnium Cultural. "He estado siempre dentro del catalanismo, lo que por cierto ha sido un gran inconveniente", afirm¨® el autor, que se defini¨® a partir de Heidegger: "La lengua es la casa del alma, dec¨ªa. Lo creo. Yo soy mi obra".
El autor de las novelas Cavalls cap a la fosca (1975, premio Prudenci Bertrana), Les primaveres i les tardors (1986, premio Sant Jordi) y El cor del senglar (2000, premio Joan Crexells), entre otras, dio una improvisada muestra de su seducci¨®n narrativa al contar su contacto con la literatura catalana, con la lengua, en definitiva, "que es la que crea el mundo". Porcel (Andratx, Mallorca, 1937) ten¨ªa 14 a?os, "estaba encima de un almez, con otros chicos, frente a la rector¨ªa, y entonces sali¨® el cura Gabriel Rabassa con tres libros: L'hostal de la Bolla, de Miquel dels Sants Oliver; Flor de carn, de Salvador Galm¨¦s, y Tres viatges en calma per l'Illa de la Calma, de Gabriel Fuster, Gafim. ?Por qu¨¦ me los dio a m¨ª y no a los otros? Sin duda, lo envi¨® Dios", dijo. Al leerlos, vio que hab¨ªa algo poco cre¨ªble, porque no estaba escrito exactamente con la lengua que su familia hablaba. "Mi madre dec¨ªa ludar en vez de udolar [aullar]. Y por la noche susurraba: 'Els cans ja luden, aix¨° vol dir que passa la mort'. Pas¨¢bamos unas horas tremendas. Ludar, para m¨ª, va ligado a muerte, noche, miedo... La lengua es eso; yo he querido escribir a partir de eso, un idioma, una gente, unas ideas...".
Porcel se aferr¨® ah¨ª para quitar enjundia a lo que se ha bautizado como el mito de Andratx, que ¨¦l ha construido con su obra: "Nunca he sido consciente de haberlo creado. Al leer a G¨®gol, Faulkner y Pavese vi que mi mundo era como el de ellos: peque?os pueblos, gente del campo... explic¨¢bamos lo mismo". Y argument¨® para ahuyentar la m¨¢cula del localismo: "He escrito de lo que veo del mundo a trav¨¦s del escenario de mi Andratx, pero no he explicado la vida de all¨¢". Con iron¨ªa, tambi¨¦n se sacudi¨® el tema del castellano: "Si hubiese sido un chico inteligente, me habr¨ªa debido ir a Madrid a escribir en castellano... el ludar me llev¨® por otros caminos".
El escritor, que se considera descendiente de los cl¨¢sicos -"lo que pienso y digo ya hubo otros que lo hicieron; me reconforta: mi padre es Ulises"-, dio muestras de estar recuperado de su enfermedad: asegura que a¨²n lee unos 12 libros simult¨¢neamente ("seg¨²n el momento, leo uno de filosof¨ªa, cl¨¢sico o actual, como el de Melcior Comes") y admiti¨® que escribe una novela. Asimismo, se mostr¨® afectado por "la generosidad" con la que los participantes en unas recientes jornadas sobre su obra, organizadas en Barcelona, hablaron de su obra, lo que volver¨¢ a ocurrir en noviembre en Mallorca. La ¨²nica sombra apareci¨® al recordar a su amigo Rostrop¨®vich, fallecido en abril: "Yo, cur¨¢ndome del c¨¢ncer y a ¨¦l se lo comi¨®".
Porcel no cree que el Premi d'Honor, dotado con 30.000 euros y entregado ayer en el Palau de la M¨²sica, le congracie o deje de hacerlo con el gremio: "Aqu¨ª hay capillitas, cabronadas y de todo, como en otros sitios; he discutido veredictos de los Premi d'Honor y he sido pol¨ªticamente amigo de Tarradellas y de Pujol, pero estaba ah¨ª a trav¨¦s de la lengua, de la casa del alma". Una casa en cuyas paredes cuelgan sus obras, casi una cuarentena entre narrativa, ensayo y teatro, traducidas a ocho idiomas y ya con todos los grandes premios catalanes posibles.
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