A toda velocidad en Shanghai
Visita a un enclave quintaesencia del nuevo capitalismo chino
Abordados por los vendedores de relojes y bolsos, los turistas descubren el gran espect¨¢culo de la ciudad de los 4.000 rascacielos. El tren bala marca el paso de una urbe imparable.
El periodista holand¨¦s Robert van Geinneken lo explicaba as¨ª: "En Shanghai, la preferencia de paso en los cruces est¨¢ en relaci¨®n directa con el tama?o del coche que se acerca". Con esta premisa, se puede intentar recorrer la ciudad en 24 horas, pero siempre teniendo en cuenta que los sem¨¢foros y los pasos de cebra son s¨®lo adornos en las calles. El visitante tiene, adem¨¢s, la sensaci¨®n de que Shanghai es una ciudad que se devora a s¨ª misma, sobre todo en el barrio de Puxi, el centro de esta macrourbe de m¨¢s de 13 millones de habitantes. Las autoridades municipales derriban con toda la velocidad que les es posible los peque?os edificios del centro para levantar en su lugar gigantes e imposibles rascacielos. Los mejores arquitectos del mundo son sus mu?idores. Ciudad de inmensos contrastes, mezcla en sus calles viejas viviendas coloniales con edificios de hasta 80 plantas.
La ciudad est¨¢ dividida para el turista en dos: el Pudong (barrio nuevo y dominado por los rascacielos) y el Puxi (barrio antiguo y colonial). La conexi¨®n entre ambas zonas es casi imposible a pie, por lo que s¨®lo los taxis proporcionan la velocidad necesaria para trasladarse de un lado a otro. Son muy baratos (uno o dos euros cuesta una carrera media que incluye unos veinte minutos de atasco). Ahora bien, nunca se sabe por qu¨¦ un taxista puede rechazar al cliente nada m¨¢s montarse en el veh¨ªculo. Adem¨¢s, es imposible la comunicaci¨®n con el conductor, por problemas idiom¨¢ticos totalmente insalvables (en China, ni siquiera el gesto de comer coincide con el de Occidente). Hay dos opciones: llevar escrito el lugar al que se quiere ir (en los hoteles se habla ingl¨¦s y los recepcionistas escriben en chino el lugar al que se desea ir y se lo entregan al conductor), o llevar una foto del lugar en la pantalla de la c¨¢mara de fotos y mostr¨¢rsela al taxista. Cualquier otra opci¨®n es inviable, incluida mostrar un plano con el nombre de las calles en ingl¨¦s.
De esta manera se puede acceder al centro de la ciudad, si bien el coche te dejar¨¢ a un par de calles del lugar elegido, sin saber tampoco la raz¨®n. Y de esta forma comienza un recorrido por un casco urbano en el que se mezclan vendedores de pescado -en unos cacharros de pl¨¢stico alimentados por una manguera mantienen vivos a los peces-, tiendas de antig¨¹edades, ejecutivos con ordenadores port¨¢tiles, j¨®venes de pelo tintado en rojo o amarillo, y templos budistas de los que es imposible saber su nombre sin dominar la lengua.
La calle de Nanking es el eje vertebrador del centro urbano. Llena de locales comerciales, ofrece al turista todo lo que puede comprar, incluidos los perseguidos vendedores de relojes y marroquiner¨ªa falsos. Salen al paso. Acechan. Se acercan con una amplia sonrisa y espetan: "Guachis, guachis" ("relojes, relojes", en su fon¨¦tica inglesa). Y si aceptas, aparecen enseguida, sin saber de d¨®nde, bolsos, carteras y cinturones que imitan a las mejores marcas del mundo. Estos vendedores suelen llevar al turista a un destartalado local oculto en una callejuela. Pero no hay nada que temer: es su lugar oficial de venta. Buenos precios, buenas imitaciones, mala calidad. Los relojes se paran a los pocos d¨ªas y los bolsos se quedan sin asas.
Al principio de la calle, y junto al gran r¨ªo Huangpu, The Bund, la milla de oro de Shanghai, centro de negocios y de ocio. Es la quintaesencia tur¨ªstica de la ciudad. Mezcla la arquitectura burs¨¢til de los a?os cuarenta del siglo pasado, los grandes y lujosos hoteles internacionales y el monumento a los H¨¦roes del Pueblo. Indispensable la visita a la estatua de Mao. Muy pr¨®xima se encuentra la ciudad vieja. Es recomendable un paseo por el Yu Garden Bazar, erigido en 1577. Destaca por sus jardines, puentes y estanques. Un buen lugar para comprar productos t¨ªpicos chinos. Cercano tambi¨¦n se halla el Shanghai Old Street, un centro de antig¨¹edades, restaurantes, casas de t¨¦ y mercados.
T¨²nel de colores
Luego hay que cruzar otra vez el Huangpu por un t¨²nel para turistas. Cuatro euros, ida y vuelta, y el viajero es transportado en una especie de vag¨®n de metro bajo el r¨ªo. El t¨²nel se ilumina de m¨²ltiples colores, lo que, seg¨²n los chinos, debe de ser del gusto occidental. Parece una atracci¨®n de un parque tem¨¢tico. El trayecto dura un par de minutos.
Y as¨ª se llega a la Shanghai Oriental Pearl Tower, el rascacielos (hay unos 4.000 en la ciudad) m¨¢s destacado de la urbe, con permiso de la cercana torre Jinmao. La torre perla -en realidad es de varios colores que se iluminan por la noche- es un repetidor de televisi¨®n de 468 metros. M¨²ltiples tiendas y comercios alrededor, y vendedores guachis, guachis por doquier. Y despu¨¦s, la torre Jinmao -del estudio de arquitectura estadounidense SOM-, donde se alberga el lujos¨ªsimo hotel Hyatt. Mide 420 metros y tiene 87 pisos. En el ¨²ltimo, y tras coger tres ascensores, se halla un restaurante desde el que se domina la ciudad. Un c¨®ctel, nueve euros.
Queda tiempo para acercarse a uno de los mercados legales de bolsos, sedas y relojes. Est¨¢ en la calle del Pu Dong, 1271. Se pueden encontrar cosas a buen precio. Si llega la polic¨ªa -las autoridades chinas est¨¢n persiguiendo la venta de art¨ªculos falsos-, los comercios cierran a toda velocidad sus puertas y las vuelven a abrir en pocos segundos: todo lo falso ha desaparecido y s¨®lo quedan unos amables vendedores que ofrecen sedas y palillos de jade. Buenos precios. Un mantel de seda de tres metros, 30 euros. Y a las afueras -una carrera de dos euros en taxi-, la catedral cat¨®lica de San Ignacio. Una impresionante iglesia neog¨®tica erigida entre 1906 y 1910, y que habla de los primeros asentamientos jesuitas al sur del r¨ªo Yangts¨¦ a mediados del XIX. Actualmente ha quedado rodeada de cientos de nuevos edificios, muchos de ellos rascacielos.
Al caer la noche se puede cenar en Jade Garden, en el Pudong, en la calle Dong Fang, 877; o tomar algo en Latina Restaurant, cocina mediterr¨¢neo-brasile?a, o algo as¨ª. Si a uno a¨²n le quedan ganas, se puede tomar el tren-bala hacia el aeropuerto (impresionante obra de ingenier¨ªa). Alcanza los 430 kil¨®metros por hora. Pasa cada 15 minutos. Se admira, se hace uno la foto junto al veloc¨ªmetro, se vuelve a la ciudad y se toma un taxi para irse a dormir. La ciudad se apaga hasta el d¨ªa siguiente. Los vendedores de relojes se detienen, pero est¨¢n preparados para comenzar a funcionar con las primeras luces. "Guachis, guachis, amigo". Ha comenzado un nuevo d¨ªa.
GU?A PR?CTICA
Informaci¨®n- Prefijo telef¨®nico: 00 86.- Turismo de China en Madrid (www.turismochino.info; 915 48 00 11).- Embajada de China en Madrid (www.embajadachina.es).- Consulado de Espa?a en Shanghai: (21 63 21 35 43). 12 Zhog Shan Dong Yi Road, distrito de Huang Pu.- http://lyw.sh.gov.cn/en.- www.chinaadviser.com.C¨®mo ir- China Southern (902 10 51 13; www.chinasouthern.es) ofrece vuelos de ida y vuelta a Shanghai desde Barcelona y Madrid, con escala en Amsterdam, a partir de 885 euros, tasas y cargos incluidos.- KLM (www.klm.es; 902 22 27 47), a Shanghai con una escala en Amsterdam; ida y vuelta (hasta el 20 de junio y despu¨¦s del 16 de septiembre), a partir de 706,84 euros.- Air France (www.airfrance.es; 902 20 70 90), ida y vuelta a Shanghai v¨ªa Par¨ªs, a partir de 727,66 euros. Desde Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla y Bilbao.Dormir- Hotel Hyatt (21 50 49 12 34). Torre De Add, Jin Mao, Bulevar de 2 Siglos, Pudong. La habitaci¨®n doble, desde unos 215 euros.- St Regis (21 50 50 45 67). Dong Fang Rd, 889. La habitaci¨®n doble, desde unos 230 euros.Visitas- Catedral cat¨®lica y biblioteca de San Ignacio (21 64 87 40 95). North Caoxi Rd, 80. S¨¢bados y domingos, de 13.00 a 16.30.
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