El veneno del deseo
Las sillas, las mesas y las alfombras han aparcado la gama de grises a la que llevan 60 a?os entregadas. S¨®lo por esta vez se les ha permitido la licencia del color y te?irse de fucsia, amarillo lim¨®n o verde ¨¢cido. Aunque el desparrame crom¨¢tico est¨¢ limitado a la planta superior de la joyer¨ªa Dior de la Place Vend?me. Y tiene fecha de caducidad: s¨®lo durar¨¢ hasta que las 17 sublimes piezas de la colecci¨®n Belladone Island partan hacia su nuevo y definitivo destino: los cofres de sus propietarias, que han pagado por ellas de 150.000 euros a m¨¢s de un mill¨®n.
Victoire de Castellane no puede evitar sentir una punzada de pena cuando mira las vitrinas que la rodean y ve unas criaturas a las que ha dedicado tres a?os. Ya no le pertenecen. En una semana se ha vendido el 80%. "Hubo quien se enamor¨® de alguna nada m¨¢s verla. Hay compradoras que ni siquiera se las prueban. ?Yo les he cogido tanto cari?o! Son como de mi familia y me cuesta verlas partir. Me entristece", dice, sin embargo, con una amplia sonrisa. Pero que nadie sienta l¨¢stima por Victoire. Hace casi diez a?os recibi¨® un encargo fabuloso: crear la hasta entonces inexistente divisi¨®n de alta joyer¨ªa de Dior. Un caramelo que, adem¨¢s, ven¨ªa revestido por una exquisita condici¨®n: libertad absoluta para hacer lo que quisiera.
En este tiempo, De Castellane no s¨®lo ha levantado de la nada una l¨ªnea de negocio que no exist¨ªa para la marca, con colecciones tan exclusivas como ¨¦sta y otras m¨¢s accesibles y comerciales. Adem¨¢s ha roto con casi todos los c¨®digos establecidos y ha cambiado radicalmente la forma de entender y acercarse a la joyer¨ªa. De clientes y firmas. "Cuando llegu¨¦, todo el mundo se re¨ªa; pensaban que era imposible que nadie fuera a pagar tanto por llevar piezas como ¨¦stas". Hoy, las m¨¢s variadas y tradicionales firmas se afanan en incorporar irreverencia, diversi¨®n o humor donde antes se defend¨ªa el valor de lo sobrio, lo atemporal y lo convencional. En aparcar el miedo a mezclar. "Creo que ahora las mujeres se sienten m¨¢s seguras con las piedras semipreciosas, y con los colores. Ya no se teme a la creatividad", admite. Curiosamente, quienes antes aplaudieron la valent¨ªa de Victoire fueron los artesanos. Tal vez hartos de que su trabajo, tan lleno de posibilidades, estuviera cercado por el inmovilismo. "Fueron los primeros en apoyarme. Estaban contentos de salirse de lo habitual, de no tener que hacer lo mismo de siempre. Yo supon¨ªa una nueva energ¨ªa. A veces, eso significa recuperar t¨¦cnicas olvidadas; otras, inventar mecanismos completamente nuevos o importarlos de otras disciplinas y aplicarlos por primera vez en joyer¨ªa".
Excentricidad y ¨¦xtasis. Criada en la alta sociedad parisiense m¨¢s alocada, creativa y canalla, De Castellane entr¨® en la moda de la mano de Karl Lagerfeld en 1982, pero sus grandes ojos, sus jugosas curvas y su eterno flequillo formaban parte de la escena desde mucho antes, cuando a¨²n era una adolescente. Ya entonces llamaba la atenci¨®n por sus alegres carcajadas y por su gusto, tan exc¨¦ntrico como el de su familia, para la ropa, los zapatos y, por supuesto, las joyas. Eran las falsas rocas en tecnicolor de los musicales las que le gustaban, y no los finos diamantes de la Place Vend?me. "La alta joyer¨ªa nunca me pareci¨® sexy. Algunas de sus piezas son tan maternales que, en cuanto te las pones, te echas encima 20 a?os m¨¢s. Por eso me parece importante a?adir siempre un poco de intenci¨®n, un poco de humor, un poco de sexo".
Madre de cuatro hijos, se mantiene fiel a esta idea con Belladone Island. Una colecci¨®n que toma el nombre de una planta t¨®xica cuya esencia utilizaban las italianas en el Renacimiento para dilatar sus pupilas, como s¨ªmbolo de ¨¦xtasis sexual. "Era un juego de seducci¨®n peligroso: si te pon¨ªas demasiado, pod¨ªas morir. Me gusta la idea de algo que puede ser muy bello y muy arriesgado. Lo mismo que sucede con el volumen. Lo importante para m¨ª es estar siempre en el l¨ªmite, en la frontera de lo sublime y lo rid¨ªculo". Fantas¨ªa, sensualidad y erotismo van de la ma?o de proporciones desmesuradas o diminutas y de estructuras de gran complejidad. Para la audaz Victoire, casi nada es imposible. "Intento llegar lo m¨¢s cerca posible de lo que mi imaginaci¨®n concibe. En este caso, adoro las flores carn¨ªvoras y quer¨ªa trasladarlas a las joyas. Desde un punto de vista formal, eso significaba hacer piezas que se abrieran y cerraran, y que, gracias sus elaborados mecanismos, parecieran morder. Como inspiraci¨®n se traduce en la feminidad, el misterio, lo secreto y lo oculto? Las piedras se han cortado de forma muy libre y los diamantes parecen peque?as gotas de agua suspendidas en los p¨¦talos".
Amor de juventud. No es casualidad que las im¨¢genes del universo Castellane sean m¨¢s dibujos que fotograf¨ªas. Sus dise?os y sus referencias pertenecen a un mundo alejado de las miserias que ensucian la realidad. De su padre, Antoine de Castellane, suele decir que fue siempre un ni?o que no quiso crecer y s¨ª salir por la noche. Y algo de ese hedonismo mezclado con candidez infantil tambi¨¦n est¨¢ en ella. Siempre cerca de lo na¨ªf, adora el manga y mantiene un idilio est¨¦tico con las mujeres japonesas. "El manga es muy divertido, y no es s¨®lo para ni?os. Me gusta su ambig¨¹edad, la mezcla de ingenuo y atrevido". Victoire vive en el pa¨ªs de las maravillas. Un juego entre lo imaginado y lo real que llev¨® al extremo para la presentaci¨®n mundial de Belladone. Antes de que las joyas se mostraran en Par¨ªs, pudieron verse en Second Life. Un entorno virtual que ella conoce bien como usuaria bajo el p¨ªcaro nombre de Vicky Sucette. "?Aunque, al final, prefiero la vida real!", afirma divertida. "La idea era cruzar la l¨ªnea entre lo digital y lo palpable, porque es la paradoja de este trabajo: tiene un enorme componente de sue?o y fantas¨ªa, pero se materializa en algo tan s¨®lido, aut¨¦ntico y precioso como las piedras y las joyas".
Esperando a Hel¨¨ne. Mientras habla, saca una de sus criaturas. Tal vez la m¨¢s espectacular de todas. Desde luego, la m¨¢s cara. Reina Magnifica Sangria, una planta que se enrosca por el cuello, deja una enorme flor sobre las clav¨ªculas y deja otras dos recorriendo el estren¨®n. Una cascada de oro blanco, diamantes, turmalinas, rub¨ªes. Collar que adem¨¢s se puede dividir en un broche y unos pendientes. "Muchas de las piezas son desmontables, porque me gusta jugar y creo que es una forma de divertirse con ellas", explica mientras sus finos dedos recorren la gargantilla verde, con nudos, rematada por una gota de sangre. Un equipo de televisi¨®n japon¨¦s aguarda para entrevistarla, pero no es eso lo que la tiene intranquila. Se espera una visita de Hel¨¨ne Arnault con prop¨®sitos privados. La llegada de la esposa de quien confi¨® en ella, un tanto a ciegas, le pone nerviosa. ?Por qu¨¦ cree que Bernard Arnault la eligi¨®? "No lo s¨¦. Supongo que porque yo estaba en Chanel y porque conoc¨ªa mi fuerte personalidad", se r¨ªe, traviesa.
Es cierto que trabaj¨® en los accesorios de Chanel durante casi 15 a?os. Pero tambi¨¦n que no ten¨ªa gran experiencia en la alta joyer¨ªa. Fue una apuesta de riesgo y un voto de confianza. "S¨ª, es verdad", concede. "Todav¨ªa es as¨ª. Estas piezas, por ejemplo, hemos estado tres a?os trabajando en ellas, y los jefes no las han visto hasta estar totalmente terminadas. Afortunadamente, el estudio se mantiene peque?o. Las joyas necesitan dedicaci¨®n y espacio, no son como la moda. Es bonito tener tiempo y no presiones en una ¨¦poca en la que todo es r¨¢pido y desechable". Y sonr¨ªe de nuevo en la oscuridad iluminada por la imposible belleza de unas flores que, s¨®lo con mirarlas, intoxican con el veneno del deseo.
La colecci¨®n completa puede verse en el libro 'Belladone Island', editado por Steidl. www.steidlville.com.
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