Verg¨¹enza europea
Dos informes acaban de arrojar una luz tenebrosa sobre EE UU y la complicidad europea para detenciones ilegales en la llamada guerra contra el terrorismo. Por una parte, el del parlamentario suizo Dick Marty, que desde el Consejo de Europa ha venido a confirmar que la CIA dispuso de c¨¢rceles secretas al menos en Rumania y Polonia para interrogatorios degradantes y torturas a presos; todo ello con el benepl¨¢cito de varios pa¨ªses de la OTAN y gracias a un acuerdo secreto suscrito entre los aliados el 4 de octubre de 2001, poco despu¨¦s de los ataques del 11-S. El segundo informe, de seis importantes ONG, se pregunta por el destino de al menos 39 presos fantasmas, pues han desaparecido, junto a algunos de sus hijos y esposas.
Bush ni se averg¨¹enza ni se arrepiente. Reconoci¨® en septiembre pasado la existencia de esas c¨¢rceles y de estos vuelos secretos de la CIA, que defendi¨® como esenciales para aumentar la seguridad de su pa¨ªs. Esta actuaci¨®n no hubiera sido posible sin la colaboraci¨®n, entre otros, de varios pa¨ªses europeos. Tambi¨¦n la UE tiene motivos para avergonzarse y abrir una investigaci¨®n oficial. De confirmarse que Rumania y Polonia albergaron tales centros, ambos pa¨ªses deber¨ªan ser sancionados, as¨ª como todos los que participaron por acci¨®n u omisi¨®n consciente en estos secuestros y desapariciones.
Varios de los detenidos fueron posteriormente trasladados a Guant¨¢namo. Pero el informe de las ONG se?ala que algunas de las personas desaparecidas -entre ellas Mustaf¨¢ Setmarian Nasa, buscado por Espa?a en relaci¨®n al 11-M- est¨¢n en una lista en manos de EE UU de "terroristas que han dejado de ser una amenaza", lo que se puede entender, por ejemplo, como fallecidos a causa de torturas o ejecutados sumariamente. Se acabar¨¢ sabiendo, y los que llevaron a estos cr¨ªmenes deber¨¢n rendir cuentas.
Es urgente esclarecer todos estos horrores ante la justicia, que ha comenzado a echar a andar en varios pa¨ªses. Como en Italia, donde el viernes se ha iniciado el juicio contra dos jefes de los servicios militares italianos y 33 personas (entre ellas, 26 agentes de la CIA que, naturalmente, no se han presentado) por el secuestro en febrero de 2003 del egipcio Abu Omar, im¨¢n de una mezquita de Mil¨¢n. En otras partes del mundo, como ha denunciado la organizaci¨®n Human Rights Watch, este sistema de c¨¢rceles secretas de la CIA sigue operativo. Pese a su falta de colaboraci¨®n hasta ahora en el esclarecimiento de los hechos, la OTAN y sus miembros deben dar explicaciones sobre el supuesto acuerdo por el que consintieron colaborar en el episodio colectivo m¨¢s oscuro de la Europa de la posguerra.
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