Correspondencia
No defraudar a los lectores. ?se deber¨ªa ser el primer mandamiento de un peri¨®dico. Al menos ¨¦sa es la lecci¨®n que este defensor ha sacado en los ¨²ltimos siete meses en los que ha vuelto a ejercer la funci¨®n de atender las quejas de los lectores, incondicionales y hostiles, que de todo hay. Defraudar en su acepci¨®n de decepcionar, m¨¢s que en el de cometer fraude, que es enga?o delictivo. Y cuando decepcionamos, por errores, erratas o falta de diligencia, porque no actuamos con prontitud y cuidado, los lectores cuestionan todo, no la parte err¨®nea o descuidada. La tendencia a generalizar de la sociedad espa?ola, y m¨¢s en un momento de tensi¨®n pol¨ªtica, juega en contra de la credibilidad del medio.
No crean, sin embargo, que un n¨²mero importante de las quejas recibidas ha tenido relaci¨®n con los contenidos informativos, su calidad o su sesgo ideol¨®gico. No. Muchas quejas tienen que ver con los servicios que el diario presta, sea el servicio de suscripciones o las promociones que distribuye. Actividad comercial en la que este defensor tiene poco que decir, m¨¢s all¨¢ de transmitir a los departamentos administrativos del diario el sentir y las quejas de los lectores. Ha habido promociones, como las tazas de Forges, en el que ¨¦xito sorprendi¨® a la empresa. Se reaccion¨® para atender la demanda, pero los plazos de reposici¨®n del material siempre son demasiado largos para lectores que esperaban haber podido acceder a la oferta en la primera entrega.
La publicidad, como las promociones es para muchos lectores una fuente de informaci¨®n. Ofenden a algunos lectores los anuncios de sexo de pago y m¨¢s las ofertas de empleo que disimulan el fin ¨²ltimo. La publicidad, como la informaci¨®n, cuanto m¨¢s transparente, mejor.
Las erratas y los errores son un problema t¨¦cnico para un diario, no un accidente. Un ejemplo, seguro que no el m¨¢s grave. Si el diario ha informado con detalle, durante semanas y meses, sobre las actividades de un pol¨ªtico como Carlos Fabra, acusado reiteradamente de corrupci¨®n, un editorial no puede situarlo en la presidencia de la diputaci¨®n de Alicante, en vez de la de Castell¨®n. El peri¨®dico reconoci¨® al d¨ªa siguiente en una fe de errores el gazapo, pero el da?o al trabajo acumulado es grande. Hay errores grandes y peque?os, hay erratas disculpables e imperdonables, pero todas juegan en contra. Los lectores admiten el fallo pero preguntan por los controles. Por esa segunda o tercera lectura que, como los buenos defensas, salen al cruce de las erratas y los errores. Periodismo de precisi¨®n. Ya se sabe que hasta los relojes parados dan dos veces al d¨ªa la hora exacta.
Los lectores, nuestros lectores, conocen el resumen diario de lo que ha pasado en el mundo en las ¨²ltimas 24 horas -la actualidad en un sentido amplio- y buscan reflexiones sobre esa realidad. Hoy en d¨ªa casi todo el mundo tiene acceso a m¨²ltiples versiones de la realidad econ¨®mica, pol¨ªtica y, social. Pero a nuestros lectores les interesa nuestra narraci¨®n de los hechos, su explicaci¨®n, y en ella conf¨ªan. Las quejas por parcialidad, generalmente a favor del Gobierno y en contra del PP, han sido constantes. Pero tambi¨¦n ha habido, en menor medida, quien se ha quejado porque consideraba que el diario era demasiado cr¨ªtico con el Gobierno y el partido que lo apoya. Un ejemplo. A algunos lectores les molest¨® que el diario diera en primera p¨¢gina y en exclusiva la fotograf¨ªa de De Juana Chaos en el exterior del hospital Donostia de San Sebasti¨¢n, disfrutando de un paseo. Los juicios sobre las intenciones de un diario al ordenar la realidad en sus p¨¢ginas son altamente inflamables. Afortunadamente el peri¨®dico tiene lectores cr¨ªticos que sopesan, miden y calculan nuestras informaciones y opiniones, y nos las hacen saber. Coincidir o disentir de los juicios de intenciones, cuando todo en un peri¨®dico es deliberado, es irrelevante. Lo importante es la veracidad y el esfuerzo por alcanzarla.
Recientemente se ha celebrado en la Universidad Harvard la conferencia anual de la Organizaci¨®n de Ombudsman de Prensa, ONO en sus siglas en ingl¨¦s, a la que asistieron 45 representantes de todo el mundo. Deborah Howell, ombudsman del diario Washington Post, dio cuenta en su columna de la reuni¨®n y recogi¨® una de las citas que se hicieron en la conferencia. Era de un columnista del Post, David S. Broker, y fue pronunciada en el siglo pasado, hace 30 a?os, y en mi opini¨®n sigue vigente: "Me gustar¨ªa que repiti¨¦ramos una y otra vez hasta que el mensaje calara entre nuestros lectores... que el peri¨®dico que llega a su puerta diariamente es parcial, apresurado, incompleto, inevitablemente imperfecto e impreciso al presentar opiniones y hechos de lo que hemos o¨ªdo hablar en las ¨²ltimas 24 horas... y ello, a pesar de nuestro mejor esfuerzo por eliminar el mayor parte de nuestros prejuicios, distorsionados por el mismo proceso de compresi¨®n que hace posible que usted lo lea en alrededor de una hora. Si etiquet¨¢ramos el peri¨®dico con precisi¨®n deber¨ªamos a?adir de inmediato: es lo mejor que hemos podido hacer en estas circunstancias, y estaremos de vuelta ma?ana, con una versi¨®n corregida y actualizada".
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonear al n¨²mero 91 337 78 36.
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