El campe¨®n de la sonrisa ir¨®nica
Ram¨®n D¨ªaz, que estuvo cuatro a?os sin entrenar tras ganarlo todo con River, lleva a San Lorenzo a la conquista del Torneo Clausura argentino
El hombre tiene como marca registrada un rictus entre p¨ªcaro e ir¨®nico y una mirada tan aguda y vivaz como su mente. El hombre tiene un aire simp¨¢tico y comprador, una imagen que responde al retrato robot porte?o, m¨¢s all¨¢ de que su origen est¨¦ a 1.150 kil¨®metros de Buenos Aires. El hombre es, se siente y se vende ganador, aunque se le discutan los m¨¦ritos y los conocimientos, aunque se acuda al manido argumento de la fortuna y la buena estrella para explicar sus ¨¦xitos. El hombre, supersticioso, orgulloso, divertido y medi¨¢tico, mira de soslayo, dibuja la sonrisa de medio lado, se encoge de hombros, remite a los dem¨¢s a mirar su curr¨ªculo, suelta el socarr¨®n "?je!" con que suele cerrar sus frases y suspira feliz.
Es, se siente y se vende ganador aunque se le discutan los m¨¦ritos y los conocimientos
El hombre es Ram¨®n ?ngel D¨ªaz (La Rioja, Argentina; 1959), el at¨ªpico entrenador e indiscutible estrella del San Lorenzo de Almagro que el domingo rompi¨® una sequ¨ªa de seis a?os y se consagr¨® campe¨®n del torneo Clausura argentino.
"Me siento parte de todo esto, pero el m¨¦rito es de ellos [sus jugadores], que supieron entender muy r¨¢pido el mensaje", dice, con una modestia que no se le conoc¨ªa hace un lustro, el periodo que pas¨® en las listas del paro despu¨¦s de coleccionar t¨ªtulos en el River Plate, su club de toda la vida, exactamente siete, entre 1996 y 2002.
El festejo por el Clausura de aquel 2002 marc¨® el fin de su ciclo en el equipo de la banda roja, donde El Pelado, apodo que le acompa?a desde que romp¨ªa redes rivales en los 80 y 90, ya sea en River, Italia (N¨¢poles, Avellino, Fiorentina e Inter), Francia (M¨®naco) o Jap¨®n (Yokohama Marinos), encend¨ªa discusiones casi a diario. Sus detractores le acusaron sucesivamente de ser un t¨ªtere de los capos del vestuario, de ignorarlo todo sobre cuestiones t¨¢cticas, de no tener mano izquierda con los futbolistas, de soberbio; contaban an¨¦cdotas acerca de su desconocimiento de los rivales, se mofaban de ¨¦l en los programas c¨®micos. Sus defensores destacaban la libertad que otorgaba a sus hombres, su inquebrantable vocaci¨®n ofensiva, y expon¨ªan los t¨ªtulos obtenidos.
Hasta que Ram¨®n D¨ªaz, cuyas desavenencias con Diego Maradona le privaron de una mayor presencia en la selecci¨®n argentina, se cans¨®, discuti¨® con los dirigentes de River y se fue. Durante casi cinco a?os s¨®lo se supo de ¨¦l que pas¨® seis meses como m¨¢nager en el Oxford Athletic, de las divisiones menores inglesas, y que perfeccion¨® su afici¨®n a la caza.
Quienes le conocen dicen que se pas¨® todo ese tiempo espe-rando que fueran a buscarle de River. Pero a finales de 2006 fue el San Lorenzo el que golpe¨® a su puerta. No era un desaf¨ªo sencillo. Le ofrec¨ªan una plantilla quebrada an¨ªmicamente, que ven¨ªa de sufrir goleadas humillantes (1-7 con Boca y 0-5 con River) y de acabar 11? en el Apertura, y sin posibilidades de hacer fichajes de relumbr¨®n. Contra todo pron¨®stico, acept¨®. Y volvi¨®. Y gan¨®.
Lo hizo, adem¨¢s, demostrando que el tiempo le sirvi¨® para madurar. El actual Pelado campe¨®n tiene poco que ver con el de hace cinco a?os. Su relaci¨®n con la plantilla es perfecta, ya nadie le discute los conocimientos t¨¢cticos, ha bajado su nivel pol¨¦mico aun sin perder la mordacidad. Es un hombre m¨¢s sereno, que intenta no sacar pecho aunque sepa perfectamente que es el art¨ªfice, la gran estrella, de un campe¨®n con jugadores de vuelo bajo. S¨®lo algunos detalles se mantienen inalterables: la superstici¨®n, el af¨¢n atacante de sus equipos, el car¨¢cter ganador, el "?je!" al final de las frases y, claro, esa inocultable, p¨ªcara e ir¨®nica sonrisa de medio lado.
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