Todo est¨¢ por ver
La reuni¨®n del mediod¨ªa de ayer en La Moncloa entre el presidente del Gobierno, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, y el l¨ªder del principal partido de la oposici¨®n, Mariano Rajoy, ven¨ªa cargada con los peores presagios, pero la versi¨®n que se ha dado de la misma desde ambas partes ha debido modularse en t¨¦rminos de recuperaci¨®n de la unidad perdida debido a las exigencias implacables de la ciudadan¨ªa. Tras el anuncio de ETA, el martes pasado, de volver a las armas, ayer el margen disponible para que ambos interlocutores comparecieran desunidos era en la pr¨¢ctica inexistente y esa actitud habr¨ªa merecido una grave sanci¨®n social. Los dos se han aplicado a leer el mensaje del p¨²blico que les condenaba a entenderse, sin mostrar por el momento fisuras y a reiterar proclamas de unidad frente a la amenaza del terrorismo. En resumen, se han salvado las apariencias pero todo est¨¢ por ver.
El presidente del Gobierno hab¨ªa avanzado su pesimismo en torno al resultado del encuentro, que ten¨ªa fijado ayer con el l¨ªder de la oposici¨®n. Lo hizo durante su entrevista del pasado mi¨¦rcoles con I?aki Gabilondo en el canal Cuatro. Su pron¨®stico era que el PP continuar¨ªa utilizando el terrorismo en la batalla pol¨ªtico electoral como hasta ahora. All¨ª vimos la imagen de Zapatero I el Doliente, mostrando las llagas como nuevo Ecce Homo, escarnecido por las descalificaciones del PP, v¨ªctima de la injusticia y la deslealtad, en abierto contraste son su impecable actitud cuando la situaci¨®n era la inversa y el PP estaba en el Gobierno y el PSOE bajo su liderazgo estaba en la oposici¨®n. Por su parte, Mariano Rajoy andaba tambi¨¦n esos d¨ªas haciendo ejercicios de precalentamiento. Se empe?aba en reclamar la rectificaci¨®n de su inminente interlocutor y abominaba de ofrecer adhesiones inquebrantables, impropias de la democracia, como las que se maliciaba que pudieran exig¨ªrsele en La Moncloa.
Los dos debieron consultar a sus meteor¨®logos de cabecera y decidieron salir con el paraguas porque el asunto no iba de lluvia fina sino de aguacero. El cambio de actitud por ambas partes lo reclamaban los tendidos. Pero ya se sabe que cualquier cambio debe hacerse desde su negaci¨®n previa, con invocaciones a Parm¨¦nides. "No hay ning¨²n cambio, por mi parte estoy donde he estado siempre, ofreciendo todo mi apoyo para derrotar el terrorismo y nada m¨¢s que para derrotarle", dijo Mariano Rajoy en la sala de prensa de G¨¦nova. Y la vicepresidenta y portavoz del Gobierno sal¨ªa ante los medios en La Moncloa para insistir en que Zapatero proseguir¨ªa imperturbable en la actitud que siempre hab¨ªa mantenido. Ninguno parec¨ªa exigir nada al otro. Quedaba aplazada la hora de los reproches y de la exigencia de responsabilidades. Por una vez hab¨ªa coincidencia en el mensaje a los espa?oles amenazados para darles seguridades mediante el prop¨®sito compartido de derrotar a ETA.
Luego, las preguntas de los periodistas permitieron averiguar matices de mucho calado. Cuando Rajoy se?alaba que su apoyo a Zapatero estaba vinculado a que su objetivo fuera la derrota de ETA, vimos que estaba tomando distancia y patrimonializando ese designio. Era como aquel antiguo anuncio que se le¨ªa en medio de los atascos de tr¨¢fico: "Con Iberia ya habr¨ªa llegado". Se apreciaron tambi¨¦n diferencias respecto a la inmediatez de la ilegalizaci¨®n de ANV y en torno al Gobierno pendiente de formarse en Navarra y a la alcald¨ªa de Vitoria y a la Junta General de ?lava. Cuestiones que volver¨¢n a ponerse incandescentes. Rajoy quer¨ªa dar a entender la importancia de terminar con algunos experimentos. Es decir, con la alternativa que Zapatero abri¨® para el final dialogado de la violencia. Pero, cara a la galer¨ªa, Zapatero y Rajoy se daban de baja de la Cofrad¨ªa del Santo Reproche.
Los gritos de rigor trataban de recuperar el di¨¢logo y la confianza, dejando a un lado un pasado de enconos encendidos. Se avisaba a ETA de la inutilidad de sus intentos, quienquiera que fuese Gobierno. Frente a sus amenazas se alzar¨ªan las medidas policiales, judiciales y de cooperaci¨®n internacional, adem¨¢s de la f¨¦rrea unidad de todos los dem¨®cratas. Se establec¨ªa una l¨ªnea de contactos bilaterales y multilaterales a la b¨²squeda de una agenda compartida a la que vendr¨ªa bien sumar a otras fuerzas pol¨ªticas. ?Qu¨¦ dir¨¢n los ac¨¦rrimos? Veremos.
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