Mujeres
El mundo occidental est¨¢ preocupad¨ªsimo, y con raz¨®n, con el programa nuclear de los iran¨ªes. Pero en ese pa¨ªs est¨¢ sucediendo tambi¨¦n otra cosa de la que se habla mucho menos, aunque sea tan peligrosa como una bomba de neutrones. Ver¨¢n, desde la revoluci¨®n de Jomeini las mujeres iran¨ªes tienen que taparse el cabello con un pa?uelo y vestir ropas amplias y largas que oculten completamente el cuerpo. Aun as¨ª, cada primavera se lanza una campa?a contra la vestimenta indecorosa, y la de este a?o, con el impresentable Ahmadineyad al frente del Gobierno, ha sido feroz. Desde el 21 de abril, cuando comenz¨®, han detenido una media de 150 mujeres al d¨ªa por ense?ar un mech¨®n de pelo o llevar un poco de maquillaje. Caramba, como dec¨ªa mi abuela, es que a todos los tontos les da por lo mismo. O sea: a todos los fan¨¢ticos, los tiranos y los retr¨®grados impotentes (perd¨®n, quise decir imponentes) les da por machacar a las mujeres como primera medida.
Como es obvio, no se trata tan s¨®lo de Ir¨¢n. La semana pasada asesinaron a tiros a Zakia Zaki, de 35 a?os, directora de una radio de Afganist¨¢n. Una verdadera hero¨ªna civil que luchaba por los derechos humanos (que casualmente incluyen tambi¨¦n los de las mujeres). Y los fundamentalistas palestinos han amenazado con decapitar a las periodistas de la televisi¨®n p¨²blica de Gaza por maquillarse, vestir al estilo occidental y no llevar velo. En fin, para qu¨¦ seguir: en todo el mundo isl¨¢mico las mujeres est¨¢n en la primera l¨ªnea de la regresi¨®n y la represi¨®n. Son las primeras v¨ªctimas.
No es un tema balad¨ª, y, sobre todo, no es un asunto s¨®lo de chicas. Como bien dice la escritora marroqu¨ª F¨¢tima Mernissi y muchas otras espl¨¦ndidas intelectuales musulmanas, la situaci¨®n de la mujer es el term¨®metro m¨¢s fiable para pulsar la temperatura democr¨¢tica de un pueblo y su grado de libertad real. Para tiranizar una sociedad y quebrar su sistema de derechos, se empieza tiranizando a las mujeres. Que lo tengan muy claro los varones: no se puede dar ni un paso atr¨¢s en la defensa de la igualdad sexual o, como dicen los c¨¦lebres versos de Niem?ller, cuando vengan a buscarles a ellos una noche ya no quedar¨¢ nadie para protestar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.