Estatuto y dilemas territoriales
Se acerca el 18 de junio, que ser¨¢ el primer aniversario de la aprobaci¨®n mediante refer¨¦ndum del nuevo Estatuto de Autonom¨ªa de Catalu?a. Tanto ruido que gener¨® su elaboraci¨®n y parece que el aniversario ser¨¢ discreto, muy discreto. Lo m¨¢s importante de una ley b¨¢sica o fundamental es el esp¨ªritu que contiene, el impulso que mueve hacia una nueva situaci¨®n pol¨ªtica, hacia un nuevo estadio para el autogobierno catal¨¢n en este caso. Pero este primer aniversario del Estatuto catal¨¢n plantea demasiadas dudas y se?ala un ¨²nico dilema existente. Demasiadas dudas porque estamos pendientes de la sentencia del Tribunal Constitucional ante los recursos presentados, porque el Gobierno de Zapatero ha entrado en retirada ante la presi¨®n patriotera y espa?olista del Partido Popular, porque los partidos catalanes no saben exactamente lo que quieren, porque aprobado y vigente el Estatuto seguimos igual, o peor en materias muy sensibles como en infraestructuras.
Este panorama hace rid¨ªculo el dilema que se plante¨® en pleno proceso de reforma estatutaria por parte de algunos analistas sobre el futuro del catalanismo: o federaci¨®n o independencia. La verdad: ni la una ni la otra en mucho tiempo si las circunstancias no cambian radicalmente. No digo que no sea un dilema v¨¢lido para el debate te¨®rico, pero no tiene efectos pr¨¢cticos relevantes en la actualidad. El ¨²nico dilema real que hay en la pol¨ªtica espa?ola en cuanto a modelo territorial es infinitamente m¨¢s modesto y primario: o descentralizaci¨®n o centralizaci¨®n. ?sta es la realidad que pisamos aunque nos gustar¨ªa volar hacia otra. As¨ª que todo el catalanismo tendr¨ªa que cerrar filas para hacer del Estatuto el instrumento activador de una descentralizaci¨®n mayor del Estado auton¨®mico, el marco desde el cual concretar materias y funciones en las que centrar el mayor peso pol¨ªtico y la mayor capacidad financiera de la autonom¨ªa catalana, el referente y argumento legal para replicar las recurrentes tendencias centr¨ªpetas del PP y del PSOE desde el Gobierno del Estado.
Este proceso descentralizador, que conviene a todas las posiciones dentro del catalanismo y que es positivo en sentido democr¨¢tico y autonomista, no invalida mirando hacia el futuro las estrategias federalistas, tampoco las independentistas. ?Por qu¨¦ hay que decidirse por una v¨ªa u otra cuando el presente pol¨ªtico no da salida para ninguna de las dos? S¨®lo se resuelve un dilema cuando es real y no ficticio. Los que hemos optado por una estrategia federalista debemos reconocer que en la Espa?a actual, incluida la Espa?a socialista, hay poqu¨ªsimos federalistas, y federalistas plurinacionales casi ninguno. As¨ª pues, un federalista sin parteneaire se acerca a la opci¨®n independentista, si no hay pacto federal ni perspectivas de haberlo. Y un independentista sin la fuerza pol¨ªtica de alcanzar su objetivo, se queda en activista o agitador de conciencias con el fin de ir ganando adeptos para su causa. No resolvamos el dilema te¨®rico federaci¨®n o secesi¨®n cuando es ficticio en t¨¦rminos de pol¨ªtica real, cuando cada vez que pronunciamos la palabra federaci¨®n en Barcelona, leen separaci¨®n en Madrid. Federar es unir, pero en Espa?a se confunde federaci¨®n con centrifugaci¨®n. Suiza, que es un ejemplo de federaci¨®n estable de larga duraci¨®n, procedi¨® a la reforma constitucional a finales de la d¨¦cada de 1990 y, posteriormente, a las reformas de las constituciones cantonales. La federaci¨®n se ha fortalecido y nadie piensa en fracturas territoriales porque se establezca, por ejemplo, en el art¨ªculo primero de la Constituci¨®n de la Rep¨²blica y Cant¨®n de Ginebra (2003), que "la Rep¨²blica de Ginebra forma uno de los cantones soberanos de la Confederaci¨®n suiza". Esto en la Espa?a de hoy es impensable con y sin reforma constitucional.
Y, sin embargo, el futuro de Catalu?a como naci¨®n depende esencialmente de s¨ª misma. ?ste es el significado m¨¢s importante de la autodeterminaci¨®n. Y tambi¨¦n es el punto de encuentro de todo el catalanismo por encima de la estrategia pol¨ªtica de cada una de sus partes, autonomistas, federalistas o independentistas. Habr¨ªa sido coherente con su realidad pol¨ªtica como sociedad distinta, la regulaci¨®n de Catalu?a como naci¨®n en el art¨ªculo primero del Estatuto de 2006. No se ha reconocido as¨ª, pero eso no cambia la realidad. Catalu?a es y ser¨¢ naci¨®n mientras as¨ª lo entiendan y asuman la parte mayoritaria de sus ciudadanos, mientras tenga instituciones que sean y act¨²en como nacionales. Esto es autodeterminaci¨®n real, el plebiscito nacional cotidiano, la voluntad y el consentimiento de querer seguir viviendo un presente y construir un futuro en com¨²n. Partidos pol¨ªticos, medios de comunicaci¨®n, organizaciones empresariales y sindicales, colegios profesionales, universidades y tantas otras instituciones c¨ªvicas, culturales y deportivas hacen la naci¨®n. Esto es lo fundamental, lo que realmente distingue a la naci¨®n, la garant¨ªa de que hay futuro. Vistas las cosas as¨ª, no hay la menor duda de que Catalu?a y Euskadi son naciones, y que en Galicia, Navarra, Islas Baleares, Canarias, Arag¨®n, Valencia hay significativos sectores de la ciudadan¨ªa, instituciones y partidos que impulsan igualmente esta real plurinacionalidad de Espa?a. Ah¨ª reside la esperanza en un futuro federal y plurinacional.
Hace 30 a?os, en las elecciones del 15 de junio de 1977, empez¨® una historia democr¨¢tica sin los traumas de experiencias anteriores, pero con tantas trampas y obst¨¢culos por parte de los de siempre. Si comparamos el Estado auton¨®mico con el pasado es mucho lo conseguido, aunque si miramos hacia lo que es justo, queda much¨ªsimo camino por recorrer. La aprobaci¨®n del Estatuto de Catalu?a de 2006 forma parte de este proceso complejo y accidentado. Seguir¨¢ siendo as¨ª, al igual que tambi¨¦n es compleja y accidentada la construcci¨®n pol¨ªtica europea. Pero vali¨® la pena la reforma del Estatuto de 1979, pase lo que pase y diga lo que diga el Tribunal Constitucional. La pol¨ªtica es acci¨®n... y reacci¨®n. La apol¨ªtica es la inacci¨®n. Esto s¨ª que es penoso. Porque es la inexistencia. El 18 de junio existe, forma parte de una historia larga, quiz¨¢ muy larga: la plena realizaci¨®n de Catalu?a como naci¨®n pr¨®spera, independiente y solidaria.
Miquel Caminal es profesor de Ciencia Pol¨ªtica en la Universidad de Barcelona.
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