Cuesti¨®n de peso

Desde los t¨ªtulos de cr¨¦dito iniciales, a base de coloristas animaciones y m¨²sica pretendidamente sofisticada, se adivinan las intenciones de Un enga?o de lujo por emular a la cl¨¢sica comedia americana ambientada en suntuosos escenarios y protagonizada por una pareja que se odia tanto como se ama. Charada, por ejemplo. Pero al gui¨®n de Pierre Salvadori (tambi¨¦n director) le falla, m¨¢s que la esencia, el acompa?amiento.

La pel¨ªcula, enmarcada en los mejores hoteles de la Costa Azul francesa, se basa ¨²nica y exclusivamente en la relaci¨®n entre una vividora ansiosa por ser agasajada por ricos hacendados (m¨¢s o menos viejos) y un camarero de aire zangolotino con el que culmina una equivocada noche de amor.

Sin embargo, Salvadori se olvida de algo esencial en este tipo de comedias: el peso de las tramas y de los personajes secundarios, aqu¨ª casi inexistentes o sin garra alguna, ya que ni el sosaina millonario que mantiene al personaje femenino en la primera mitad de la cinta, ni la engolada viuda de mirada triste que debe ejercer de contrapunto en la segunda mitad tienen la menor capacidad de empat¨ªa o de comicidad, con lo cual ejercen m¨¢s de lastre que de apoyo para la riqueza de la narraci¨®n.

De modo que las diversas situaciones, que en principio gozan de espor¨¢dicos toques de encanto, acaban estir¨¢ndose demasiado y perdiendo su efecto inicial. De hecho, a los 45 minutos de pel¨ªcula da la impresi¨®n de que se les ha acabado la an¨¦cdota que nutre la primera parte de la historia y no tienen m¨¢s remedio que empezar otra distinta.

Por cierto, ver la luminosa sonrisa de Audrey Tautou en primer plano es un placer, pero trag¨¢rsela como objeto de deseo carnal de los hombres resulta particularmente dif¨ªcil, sobre todo porque m¨¢s que joyas lo que dan ganas de darle son unos cuantos cocidos.