Fin de ¨¦poca
El 15-J fue una fiesta, con los ciudadanos desafiando a los terroristas, a los militares, a los defectos del censo, a las trampas electorales, al catastrofismo, a la nostalgia
Desde 1936, cuando el Frente Popular, no se votaba en Espa?a, al menos no en libertad, solo para procuradores en Cortes por los cabezas de familia, o para decirle que s¨ª a Franco, si votabas "no", pod¨ªas perder el empleo o qui¨¦n sabe qu¨¦, el 15 de junio de 1977 todo el que no tuviera sesenta y tres a?os cumplidos no hab¨ªa experimentado nunca esa sensaci¨®n extra?a de introducir la papeleta en la urna, un acto casi sexual, habida cuenta las pasiones que despertaba en la gente, de modo que aquello era una fiesta, con millones de octavillas asfaltando las calles, miles de candidatos pretendiendo ocupar unos pocos centenares de esca?os, la Internacional sonando en la televisi¨®n p¨²blica y los ciudadanos desafiando a los terroristas, a los militares, a los defectos del censo, a las trampas electorales, al catastrofismo, a la nostalgia.
Carrillo prescindi¨® de la peluca y cambi¨® la bandera republicana por la roja y gualda
Sin un pu?ado de franquistas conversos no pod¨ªa haber elecciones
Tres d¨¦cadas despu¨¦s, a este pa¨ªs no lo conoce ni la madre que lo pari¨®
Simplemente, nos hab¨ªan contado las mentiras m¨¢s grandes del mundo
No hac¨ªa ni dos a?os que las calles de Madrid se hab¨ªan visto inundadas de gente, ?Franco, Franco, Franco!, aclamaban brazo en alto al Jefe del Estado, expresaban su apoyo al r¨¦gimen frente a la conspiraci¨®n judeomas¨®nica, las embajadas del pa¨ªs cerradas, asaltadas, incendiadas, Europa entera levantada en ira contra los ¨²ltimos fusilamientos del franquismo, y el Caudillo enjug¨¢ndose las babas delante de una multitud enardecida, los alf¨¦reces provisionales, los acarreados de provincias, los jefes de centuria, las se?oritingas de misa de doce, aunque a lo mejor, a lo peor, ese que sub¨ªa y bajaba la manita como un t¨ªtere de Mari Carmen y sus mu?ecos no era ¨¦l sino su doble, le sacaban a pasear en los desfiles para no dar la impresi¨®n de que todo se ven¨ªa abajo, porque el General¨ªsimo se apagaba a ojos vistas, se va el caim¨¢n, se va el caim¨¢n, y todos nos interrog¨¢bamos qu¨¦ cocodrilo saldr¨ªa de la espesura a sustituir a aquel tan desdentado y viejo que era dif¨ªcil de imaginarle ejerciendo de pr¨ªncipe de los vampiros.
No hac¨ªa ni siquiera un a?o que el Ministro Secretario General del Movimiento, cuyo correaje de fascista guardaba la familia en el armario de lo pasado de moda, conduc¨ªa su utilitario camino del palacio de la Zarzuela, convocado por don Juan Carlos de Borb¨®n y Borb¨®n, sucesor en la Jefatura del Estado a t¨ªtulo de Rey por obra y gracia del dedo supremo, elevado que fue al trono tras ser o¨ªdo legalmente el consejo de regencia, incluido el muy sabio parecer de Su Ilustr¨ªsima Reverend¨ªsima el se?or arzobispo, habida cuenta de que todav¨ªa entonces todo poder leg¨ªtimo proced¨ªa de Dios, aunque don Juan Carlos no parec¨ªa cre¨¦rselo del todo por lo que encarg¨® a ese antiguo jefe provincial del movimiento la formaci¨®n de un gobierno que ayudara a cambiar el orden de las cosas, no le iba a ser tan f¨¢cil a Adolfo Su¨¢rez cumplir con la comanda, hasta el padre del rey dec¨ªa ?qu¨¦ error, qu¨¦ inmenso error!, y los orteguianos volv¨ªan a entonar el ?no es esto, no es esto!, mientras un escalofr¨ªo recorr¨ªa el espinazo de la izquierda, apaga y v¨¢monos, ?despu¨¦s de Franco, qu¨¦?, resulta que despu¨¦s de Franco, los franquistas, el Opus Dei, los meapilas, la Falange, prietas las filas, recias, marciales, aunque al ratito vino la sorpresa, ?ser¨¢ que Su¨¢rez es un converso?, esos son los peores, pensaba Arias Navarro, le llamaban carnicerito por lo torturador y lo fusilador que fue, ¨²ltimo presidente con la dictadura, primer presidente con el Rey, un desastre sin paliativos al opinar de ¨¦ste, unmitigated disaster, y los Fraga, los Silva, los L¨®peces, todos los diplodocus de Alianza Popular, a la calle por obsoletos, todav¨ªa no les hab¨ªa llegado la hora del regreso, antes de que los procuradores en Cortes cometieran seppuku, se rajaran el vientre y ofrecieran su cabeza a la decapitaci¨®n pol¨ªtica, aprobando una ley de Reforma que les enviaba al retiro sin jubilaci¨®n, para que en adelante las leyes las hicieran los diputados, se debatieran, en vez de dictarse, se consensuaran en vez de imponerse.
No hac¨ªa ni cuatro meses que un s¨¢bado de Gloria, minutos antes de la Resurrecci¨®n del Se?or, resucitara tambi¨¦n un viejo L¨¢zaro de nuestra pol¨ªtica, el partido comunista de Espa?a volv¨ªa a la vida legal, Santiago Carrillo prescindi¨® de la peluca con la que pretend¨ªa burlar a la bofia y cambi¨® la bandera republicana por la roja y gualda, todav¨ªa no se hab¨ªa apropiado de ella la Espa?a profunda, mientras declaraba en televisi¨®n que a los comunistas nos gustan tan poco las dictaduras que no queremos ni la nuestra, pero eso no hab¨ªa quien se lo creyera y menos que nadie los militares, Pita da Veiga se fue del Ministerio de Marina dando un portazo, y los generalitos comenzaron a cuchichear primero, a vociferar despu¨¦s, ?Su¨¢rez traidor!, tambi¨¦n dice ahora la radio de los obispos ?Zapatero, terrorista!, pero eso de poder levantar el pu?o o ense?ar una teta sin que te llevaran a comisar¨ªa era una sensaci¨®n guay, aunque esa expresi¨®n no se usara por aquel entonces, y Madrid recib¨ªa con estupor nervioso a la Pasionaria del "no pasar¨¢n", llegada de la Rusia de los zares sovi¨¦ticos para presidir, siquiera por un d¨ªa, el parlamento de la nueva democracia.
No hac¨ªa casi ni semanas de la abdicaci¨®n del trono por parte de don Juan de Borb¨®n y Battenberg en su hijo primog¨¦nito, de rey a rey, sellando con una inclinaci¨®n de cabeza y un marcial taconazo la obediencia debida del padre al hijo con la que terminaban los rumores, las maledicencias, las intriguitas de los grandes de Espa?a, las enso?aciones de una monarqu¨ªa imposible frente a la ¨²nica probable en un momento en el que solo la democracia importaba, y la reconciliaci¨®n, por lo que hubo que aprobar las amnist¨ªas, muy amplias seg¨²n qui¨¦nes, absolvieron de sus pecados a todos los franquistas, muy estrechas para otros porque fueron administradas a cuentagotas, no se irritaran los militares al ver a los asesinos de Carrero Blanco paseando por la calle, pero sin amnist¨ªa no pod¨ªa haber elecciones, sin los comunistas no pod¨ªa haber elecciones, sin resolver la cuesti¨®n din¨¢stica, no pod¨ªa haber elecciones, sin un pu?ado de franquistas conversos no pod¨ªa haber elecciones, nadie iba a dar la vuelta a la tortilla, quer¨ªan cocinar un guiso nuevo con todos los ingredientes, y que los hijos de la guerra civil, los de los vencedores y los de los vencidos, renunciaran a algunos pedazos de memoria hist¨®rica a cambio de compartir un futuro invisible.
Hay quien piensa que aquello funcion¨® como un reloj y otros que se hizo lo que se pudo pero, tres d¨¦cadas m¨¢s tarde, a este pa¨ªs, para utilizar una frase no muy brillante de un antiguo vicepresidente del gobierno, no lo conoce ni la madre que lo pari¨®, Espa?a es una naci¨®n pobre, cat¨®lica y rural, aseveraban los maestros en los cincuenta a los sumisos estudiantes de Bachillerato, por eso no estamos preparados para la democracia, conclu¨ªan los corifeos de la dictadura, treinta a?os despu¨¦s de aquella noche de lujuria pol¨ªtica, aquella especie de botell¨®n de libertades a lo grande, vemos que ni lo uno, ni lo otro, ni lo de m¨¢s all¨¢, simplemente nos hab¨ªan contado las mentiras m¨¢s grandes del mundo, m¨¢s grandes incluso que las que cuentan ahora los confidenciales digitales, los ¨²nicos que no se hallaban listos para el cambio eran los que se resist¨ªan, se resisten a¨²n, ?voto a br¨ªos!, a perder sus privilegios con ese cuento de la Espa?a una, grande y libre, proclamada en los blasones de anta?o.
Con la feliz llegada de la democracia pudimos entonar el nuevo r¨¦quiem: descanse en paz la voluntad de imperio.
Hay que respetar las urnas
"Tras el voto, que se prev¨¦ masivo, hay que saber digerir tanto la victoria como la derrota. Ni triunfalismos preponderantes, ni rencores que anuncien hipot¨¦ticas venganzas. Las urnas no dar¨¢n -aunque parezca parad¨®jico- ni vencedores ni vencidos, en comparaci¨®n con el aut¨¦ntico triunfador de la jornada, que no va a ser otro que el pueblo espa?ol. Pueblo que ha demostrado, a lo largo de todo el a?o transcurrido y de la campa?a electoral, su calma, su mesura, su dignidad, su serenidad. Un pueblo que est¨¢ maduro para la democracia".
(Editorial de EL PA?S, 15 de junio de 1977)
Un an¨¢lisis y una interpretaci¨®n
"Los espa?oles eligen mayoritariamente el cambio. Quieren cambiar porque mayoritariamente desechan cualquier prolongaci¨®n del franquismo.(...) Sumados los votos de Alianza Popular y de la parte del Centro que resulte geneal¨®gicamente heredera del antiguo r¨¦gimen, nos encontramos con que este no contaba con la mayor¨ªa del pa¨ªs, a no ser que ¨¦sta haya dado un vuelco de criterio en el espacio de dieciocho meses. Esta es la m¨¢s grave derrota moral del franquismo y la demostraci¨®n de su ilegitimidad final".
(Editorial de EL PA?S, 16 de junio de 1977)
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