"Yo creo que coraz¨®n ya no tengo"
La experiencia del dolor le viene a Chantal Maillard (Bruselas, 1951) de antiguo. Fue feliz, seg¨²n declara, hasta los 7 a?os, pero a partir de ah¨ª, los continuos cambios de internado en B¨¦lgica y despu¨¦s la adaptaci¨®n a Espa?a, donde se traslad¨® con su familia en pleno franquismo, la convirtieron en una ni?a desubicada y silenciosa. Naci¨® sin embargo con el don de la escritura, en la palabra encontr¨® cobijo y, a los 14 a?os, ya hab¨ªa escrito dos novelas y m¨¢s de cien poemas. Y as¨ª hasta hoy. Poeta, fil¨®sofa y gran conocedora del pensamiento y est¨¦tica orientales, es autora de una docena de t¨ªtulos, entre los que destacan sus diarios, Diarios indios y Filosof¨ªa en los d¨ªas cr¨ªticos, un milagro de simbiosis entre filosof¨ªa y poes¨ªa. En 2004 obtuvo el Premio Nacional de Poes¨ªa por Matar a Plat¨®n, un libro seco y despojado, escrito durante su grave enfermedad, en el que la muerte y el dolor, sin concesiones literarias, palpitan en cada una de sus p¨¢ginas. Su nuevo poemario, Hilos, posterior a la imprevisible muerte de su hijo, revela a una de las voces po¨¦ticas m¨¢s intensas, honestas y radicales del panorama actual.
"Hilos es un libro marcado por el suicidio de mi hijo. ?Qu¨¦ m¨¢s puedo decir?"
"El gran pecado de Occidente es la tristeza"
"La filosof¨ªa es voluntariosa, requiere indagaci¨®n. La poes¨ªa es receptiva, requiere un decaimiento de la voluntad"
PREGUNTA. Entre su poes¨ªa y su pensamiento apenas hay ruptura. ?Qu¨¦ son una y otro para usted?
RESPUESTA. Es dif¨ªcil ligarlos porque son dos modos de encarar la realidad. El modo po¨¦tico es receptivo, y el filos¨®fico requiere la indagaci¨®n, y la actitud en filosof¨ªa es voluntariosa, mientras que la poes¨ªa requiere un decaimiento de la voluntad. Yo pretendo ligar una y otra porque participo de ambas. Lo que no se puede hacer es filosof¨ªa cuando se hace poes¨ªa ni poes¨ªa cuando se hace filosof¨ªa, eso descartado.
P. ?Por fidelidad a los g¨¦neros?
R. No. Creo que es una cuesti¨®n de ritmo, de musicalidad. La musicalidad po¨¦tica est¨¢ re?ida con la indagaci¨®n filos¨®fica que, como digo, es voluntariosa.
P. Afirma que tiene problemas con los conceptos tradicionales. ?La historia del pensamiento occidental es tramposa?
R. Lo que es tramposo es la metaf¨ªsica cuando uno piensa que lo que cuenta metaf¨ªsicamente es la realidad. La filosof¨ªa, cuando no se aplica a objetos como el arte, la ciencia etc¨¦tera, es una l¨®gica aplicada al ¨¢mbito del saber y ah¨ª no hay problema. Pero cuando la l¨®gica se aplica en ¨¢mbitos que rebasan el conocimiento, es un juego parecido al del ajedrez: tienes unas piezas y se juega en el tablero, pero si pretendes que ese tablero es la realidad exterior, es tramposo. Juegos metaf¨ªsicos los hay en todas partes, pero la trampa es creer en los grandes conceptos, cuando creemos que las palabras dicen algo de lo concreto. Lo concreto es singular, y los conceptos son universales, la poes¨ªa trae a la pantalla lo singular, y la filosof¨ªa juega con los universales, ¨¦sa es la diferencia. Yo intento, y lo hago a partir de Husos e Hilos, tropezar continuamente con los conceptos. El lenguaje est¨¢ plagado, tanto en Oriente como en Occidente, de conceptos y yo los cuestiono.
P. Husos e Hilos, ?qu¨¦ quiere significar con una y otra palabra?
R. Los husos son parte de una geograf¨ªa mental, lo que visualmente corresponde a cada estado de ¨¢nimo. Los veo como un haz de fibras y cada una de ellas es un hilo mental. Podemos saltar de un huso a otro seg¨²n cambien los estados de ¨¢nimo, y al cabo del d¨ªa, vamos cambiando y saltamos de uno a otro.
P. ?Habla de la vida, de nuestra vida?
R. S¨ª. No concibo una filosof¨ªa que hable continuamente en tercera persona. El pensamiento debe recuperar a la persona concreta, al singular que est¨¢ viviendo con sus emociones. Si la teor¨ªa pierde de vista al sujeto concreto, no funciona, y yo intento recuperarlo con el material de mi propia vida.
P. ?Qu¨¦ quiere contar?
R. En general, la dificultad de saberse en el mundo y como sujeto. Toda mi vida he observado mi propia mente y mi capacidad de ver el mundo. Todo lo que he escrito ha sido desde la necesidad de observar la capacidad de conocer. A trav¨¦s de mi indagaci¨®n en la filosof¨ªa india descubr¨ª que cualquier cosa que observes terminar¨¢ siendo observada dentro de la propia mente, por lo tanto, cualquier contenido es mental, cualquier cosa que puedas mirar es un pensamiento, y si queremos extrapolarlo a realidades que est¨¢n fuera de la mente nos equivocamos. Eso el budismo lo tiene muy claro.
P. Eso es lo que cuenta en Benar¨¦s y en sus Diarios indios.
R. S¨ª, en ambos hay una toma de conciencia de nuestra imposibilidad para saltar sobre nuestra sombra que es nuestra mente, no podemos ir m¨¢s all¨¢ de ella. Grandes palabras como Dios, verdad, mundo o realidad, no son m¨¢s que pensamientos y esos son los hilos, im¨¢genes-pensamiento que van pasando. En Hilos, hay un personaje que tropieza con los conceptos, los cuestiona, pero cada vez que lo hace, se paraliza y termina siendo el personaje "Cual", un interrogativo y un gen¨¦rico, que aparece en la segunda parte del libro. "Cual" quiere decir ?qui¨¦n soy?
P. En su escritura se percibe un proceso muy doloroso. ?Est¨¢ conectado con su experiencia?
R. S¨ª, tanto Husos como Hilos son cuadernos de duelo, de un momento tr¨¢gico que he pasado y por eso el huso principal en el que estoy en esos libros es el del dolor. Pero no quisiera entrar mucho m¨¢s en lo personal.
P. Es por abordar los hechos que desencadenan su pensamiento actual, primero su enfermedad, despu¨¦s la muerte repentina de su hijo.
R. Husos e Hilos son libros de p¨¦rdidas. P¨¦rdida de mi integridad f¨ªsica, por un lado, y por supuesto la p¨¦rdida de mi hijo. Est¨¢ marcado por el suicidio de mi hijo. ?Qu¨¦ m¨¢s puedo decir? Es todo.
P. Su escritura habla del sujeto, de lo que nos pasa.
R. Me cuesta hablar de ello en el lenguaje ordinario. Mi manera de contarlo es en la escritura. Es verdad que la filosof¨ªa tiene muy poco trato con el dolor, se ha escrito mucho m¨¢s po¨¦ticamente sobre ¨¦l, pero no tengo problemas en desnudarme, en expresarme en los detalles m¨ªnimos cuando escribo. Con el cuaderno estoy a solas conmigo y s¨¦ que, escribiendo, llego a mucha gente porque la experiencia del dolor es la experiencia de todos. El compadecer con otros est¨¢ presente en mi escritura, es un grito de dolor que pertenece al momento de mi enfermedad. Lo que he escrito despu¨¦s pertenece a una p¨¦rdida incluso m¨¢s consustancial que la p¨¦rdida f¨ªsica, que es la p¨¦rdida de un hijo. Esa estrategia de la geograf¨ªa mental me permiti¨® distanciarme de m¨ª misma. Observarme en la pena, en el dolor, y construir o, simplemente, sobrevivir. Sin esa escritura, sin ese decirme desde la distancia que la escritura procura, no habr¨ªa sobrevivido a tanta p¨¦rdida.
P. ?Qu¨¦ es para usted lo m¨¢s importante de la vida?
R. Peque?as, grandes cosas: el canto de un p¨¢jaro, el gesto de un b¨²falo, el sonido del p¨¢jaro por la ma?ana, el olor del monte al abrir la ventana, sonidos del bosque.
P. ?No tiene horizonte?
R. Si alguno tengo, es la paz. Obtener un estado de paz, y s¨®lo lo obtengo a partir de olores y sonidos que percibo y reconozco en el origen.
P. Pero tiene otro hijo, otros afectos. ?No son importantes las relaciones?
R. S¨ª, pero yo creo que coraz¨®n ya no tengo. Aspiro a una neutralidad, a una ecuanimidad, que es tambi¨¦n una palabra del budismo. Situarme en la ecuanimidad, en ese centro desde el cual puedes percibir las cosas con neutralidad. Una neutralidad que es germen de paz.
P. ?Qu¨¦ le ha dado el pensamiento oriental?
R. La idea de que todo lo que pasa por la mente tiene el mismo estrato y es de la misma naturaleza. Que los pensamientos forman sentimientos y por tanto ¨¦stos son sentimentales, y que la paz se encuentra en otro sitio. Yo no s¨¦ si el amor entendido desde nuestra tradici¨®n, quiz¨¢s cristiana (aunque temo meter grandes palabras, borre, borre). No s¨¦, que haya alg¨²n tipo de entendimiento del amor que pudiera situarse en esa neutralidad, entonces s¨ª hablar¨ªamos de amor. Aunque hablar¨ªa m¨¢s bien de compasi¨®n en el sentido budista, desde una tranquilidad, desde una paz, no desde efusiones sentimentales de ning¨²n tipo.
P. ?Cu¨¢les cree que son los pecados de Oriente y cu¨¢les los de Occidente?
R. La tristeza es el gran pecado de Occidente y uno de los grandes pecados que deben ser evitados en Oriente. Es uno de los s¨ªntomas del deseo y si la erradicamos, la paz y el amor son posibles. Me considero una gran pecadora occidental porque la tristeza me define, y mi horizonte es el logro de su erradicaci¨®n aun en los m¨¢ximos dolores. Oriente es m¨¢s ducho en esa erradicaci¨®n, tiene tradici¨®n y sistemas en su haber para procurarlo. Nosotros a eso lo hemos llamado la sumisi¨®n del indio. Yo creo en cambio que es un camino de comprensi¨®n y la mejor manera de estar en el mundo. No tienen grandes logros tecnol¨®gicos, pero mire d¨®nde vamos nosotros por ese lado. Y ahora estamos export¨¢ndolo a India y a Oriente en general. ?se es otro gran pecado de Occidente: la necesidad de colonizar. De Occidente y de Oriente Pr¨®ximo, de todos los monote¨ªsmos. La India no ha tenido nunca esa necesidad. Uno de sus pecados es el s¨ªndrome de Estocolmo: su admiraci¨®n por el colonizador. La aceptaci¨®n del otro siempre ha sido una virtud en ellos, han aceptado las creencias ajenas, pero ahora tambi¨¦n est¨¢n aceptando y emulando las formas de vida de Occidente. Se est¨¢n convirtiendo en una gran potencia. ?Para bien de ellos? Yo creo que para mal de todos.
P. ?C¨®mo fue Chantal ni?a?
R. Ese recuerdo es muy bonito y es parte del retorno, el tema en el que estoy trabajando ahora. Escribo un nuevo diario de la memoria que se llamar¨¢ B¨¦lgica. Es una vuelta al origen, pero lo que me lleva a volver es un charquito de agua. El diario es la b¨²squeda del destello de la memoria, que te sit¨²a de pronto en un lugar o una experiencia que no acabas de ver, no tienes la imagen. En ese charquito de agua lo que hab¨ªa era gozo, un gozo que s¨®lo puede tener el ni?o, antes del pensamiento, del juicio y del lenguaje. ?Qu¨¦ es el rojo antes de saber que el rojo se dice rojo y empieza a perder color con la palabra? Es lo que era el rojo para esa ni?a que se quedaba mir¨¢ndolo durante yo no s¨¦ el tiempo. La experiencia en intensidad, no en tiempo. La Chantal ni?a ten¨ªa muchas cosas de ¨¦stas porque como hija ¨²nica y a menudo sola fue desarrollando esa percepci¨®n.
P. ?Por qu¨¦ la internaban en colegios siendo hija ¨²nica?
R. Mi madre vino antes que yo a Espa?a, y mi abuela trabajaba y era dif¨ªcil para ella. En Espa?a me internaron porque la ni?a molestaba al padre, yo era un elemento molesto. Conoc¨ª a mi padre tarde y nunca hizo oficio de tal. He pasado por internados de muy distinto calado, pero esas experiencias me permitieron el descubrimiento de la escritura. En r¨¦gimen carcelario belga escrib¨ª mi primera novela, ten¨ªa 12 a?os, era de capa y espada. Entre los 13 y 14 a?os escrib¨ª una novela social. Lo tir¨¦ todo, los cientos de poemas, las canciones, todo. Pero el a?o pasado, en B¨¦lgica, volv¨ª a encontrar a un amigo de infancia que vino con un ejemplar de mi primera novela.
P. ?Tiene esperanza?
R. No. Creo que hay que erradicarla, la esperanza es parte del deseo.
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