Ciudadanos sin deberes c¨ªvicos
En su h¨¢bil campa?a electoral Nicolas Sarkozy apel¨® con frecuencia al binomio derechos y deberes para enderezar la, a su juicio, deriva de la sociedad francesa. No concret¨® a qu¨¦ deberes se refiere, pero puede sobreentenderse que se trata de obligaciones del ciudadano en la vida p¨²blica. Con malabarismo intencionado jug¨® con la sinonimia al utilizar indistintamente los t¨¦rminos deberes, responsabilidades, valores, que no resultan de deslinde f¨¢cil. Una de sus afirmaciones m¨¢s reiterada y aplaudida ha sido la de que va a "rehabilitar el trabajo, la autoridad y el m¨¦rito". Una vez m¨¢s la izquierda se ha dejado arrebatar la defensa de valores que ella misma podr¨ªa encarnar con m¨¢s legitimidad que la derecha. ?Puede sostener alguien seriamente que en las democracias occidentales el trabajo, la autoridad y el m¨¦rito sean incompatibles con la redistribuci¨®n social de la riqueza o amenacen revertir los logros en la universalizaci¨®n de la sanidad, la educaci¨®n y las pensiones? ?No es la tan pregonada tercera v¨ªa aunar precisamente valores ¨¦ticos y valores sociales, compactados como virtudes c¨ªvicas en una democracia avanzada?
La reconstrucci¨®n moral despu¨¦s de la barbarie fascista se hizo a partir de 1945 en torno a la ¨¦tica liberal y su m¨¢ximo ideol¨®gico: el reconocimiento de los derechos humanos, plasmado en la Declaraci¨®n Universal de los Derechos Humanos de 1948 adoptada por las Naciones Unidas. La reconstrucci¨®n no estuvo exenta de ambig¨¹edades y de equ¨ªvocos. Aun as¨ª, los derechos humanos han alcanzado desde entonces un desarrollo pr¨¢cticamente universal en su proclamaci¨®n y en la institucionalizaci¨®n de su protecci¨®n, penetrando en todos los ¨¢mbitos normativos e inspirando todas las reivindicaciones sociales. Sin duda, los derechos humanos y las libertades fundamentales constituyen uno de los dos pilares de la convivencia. El otro pilar, el de los deberes, se ha dejado suelto.
Este desequilibrio arranca del mismo momento fundacional del sistema de derechos humanos. En la Declaraci¨®n Universal de 1948 se establece: "toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que s¨®lo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad" (art¨ªculo 29.1). Sin embargo, la cl¨¢usula no fue recogida posteriormente en la parte dispositiva de los textos elaborados por las Naciones Unidas, imbuidos ya de una concepci¨®n m¨¢s individualista y garantizadora de los derechos, sugerida de mancom¨²n por la derecha liberal y la socialdemocracia. Es cierto que no ha habido un olvido total del pilar deberes, pero no se ha definido y sistematizado ni con mucho como el pilar derechos. La Carta de los Derechos Fundamentales de la Uni¨®n, integrada en el Tratado Constitucional de 2004 y que actualiza en parte los derechos que figuran en el Convenio Europeo de Derechos Humanos de 1950, advierte en el pre¨¢mbulo de que el disfrute de los derechos "implica responsabilidades y deberes tanto respecto de los dem¨¢s como de la comunidad humana y de las generaciones futuras". Generoso enunciado, pero sin m¨¢s valor que el de principio.
El vac¨ªo en la identificaci¨®n declarativa de los deberes ciudadanos resulta explosivo en los tiempos de la exacerbaci¨®n de los derechos individuales y del personalismo autista. A la esplendorosa luminosidad de los derechos humanos y personales se contrapone lo difuminado, sino la oscuridad de los deberes c¨ªvicos. Es m¨¢s, la sensaci¨®n de impunidad c¨ªvica por anomia de deberes expl¨ªcitos constituye a la vez que un riesgo para la convivencia una amenaza creciente a la calidad de la democracia. A la larga no hay r¨¦gimen democr¨¢tico que pueda sostenerse sin la adhesi¨®n activa de la ciudadan¨ªa, pero, como se?ala el profesor Pedro Cerezo Gal¨¢n, esta adhesi¨®n s¨®lo se activar¨¢ si es percibida como un deber ciudadano. Cuando en la democracia representativa, ni siquiera votar es un deber reconocido resulta f¨¢cil escudarse en el desencanto -sentimiento subjetivo- para ignorar las elecciones.
La nueva socializaci¨®n de la comunidad requiere del urgente desarrollo de un sistema universal de deberes c¨ªvicos. ?Esa tarea la impulsar¨¢ inicialmente la derecha o la izquierda? Probablemente la primera, si la segunda no se desprende a tiempo de sus complejos hist¨®ricos, entre ellos el de considerar que los deberes suponen un freno al goce de los derechos y al ejercicio de las libertades.
Jordi Garc¨ªa-Petit es acad¨¦mico numerario de la Real Academia de Doctores.
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